CARTAS DE NUEVA YORK
EXPRESAMENTE ESCRITAS PARA
LA OPINIÓN NACIONAL
(cont. 2... Muerte de Emerson)
Jamás se vio hombre alguno más libre de la presión de los hombres, y de la de su época.[41] Ni el porvenir le hizo temblar, ni le cejó el pasado. La luz que trajo en sí le sacó en salvo de este viaje por las ruinas—que es la vida.[42] Él no conoció límites ni trabas. Ni fue hombre de su pueblo, porque lo fue del pueblo humano.[43] Vio la tierra, la halló inconforme a sí, sintió el dolor de responder las preguntas que los hombres no hacen, y se plegó en sí. Fue tierno para los hombres, y fiel a sí propio. Le educaron para que enseñara un credo, y entregó a los crédulos su levita de pastor, porque sintió que llevaba sobre los hombros el manto augusto de la naturaleza;[44] ni obedeció a ningún sistema, lo que le parecía acto de ciego y de siervo; ni creó ninguno, lo que le parecía acto de mente flaca, baja y envidiosa.[45] Se sumergió en la naturaleza, y surgió de ella radiante.[46] Se sintió hombre, y Dios por serlo.[47] Dijo lo que vio; y donde no pudo ver, no dijo. Reveló lo que percibió, y veneró lo que no podía percibir. Miró con ojos propios en el Universo, y habló un lenguaje propio.[48] Fue creador, por no querer serlo. Sintió gozos divinos, y vivió en comercios deleitosos y celestiales. Conoció la dulzura inefable del éxtasis. Ni alquiló su mente, ni su lengua, ni su conciencia. De él, como de un astro surgía luz.[49] En él fue enteramente digno el ser humano.
Así vivió: viendo lo invisible, y revelándolo. Vivía en ciudad sagrada, porque allí, cansados los hombres de ser esclavos, se decidieron a ser libres, y puesta la rodilla en tierra de Concord, que fue el pueblo del sabio, dispararon la bala primera, de cuyo hierro se ha hecho este pueblo, a los ingleses de casaca roja.[50] En Concord vivía, que es como Túsculo,[51] donde viven pensadores, eremitas y poetas. Era su casa, como él, amplia y solemne, cercada de altos pinos como en símbolo del dueño, y de umbrosos castaños. En el cuarto del sabio, los libros no parecían libros, sino huéspedes:[52] todos llevaban ropas de familia, hojas descoloridas, lomos usados. Él lo leía todo, como águila que salta.[53] Era el techo de la casa alto en el centro, cual morada de aquel que vivía en permanente vuelo a lo alto. Y salían de la empinada techumbre penachos de humo, como ese vapor de ideas que se ve a veces surgir de una gran frente pensativa. Allí leía a Montaigne,[54] que vio por sí, y dijo cosas ciertas; a Swedenborg el místico,[55] que tuvo mente oceánica; a Plotino, que buscó a Dios y estuvo cerca de hallarlo; a los hindúes,[56] que asisten trémulos y sumisos a la evaporación de su propia alma, y a Platón, que vio sin miedo, y con fruto no igualado, en la mente divina. O cerraba sus libros, y los ojos del cuerpo, para darse el supremo regalo de ver con el alma. O se paseaba agitado e inquieto, y como quien va movido de voluntad que no es la suya, y llameante, cuando, ganosa de expresión precisa, azotaba sus labios, como presa entre breñas que pugna por abrirse paso al aire, una idea. O se sentaba fatigado, y sonreía dulcemente, como quien ve cosa solemne, y acaricia agradecido su propio espíritu que la halla. ¡Oh, qué fruición, pensar bien! Y qué gozo, entender los objetos de la vida!—¡modo de monarca!—Se sonríe a la aparición de una verdad, como a la de una hermosísima doncella. Y se tiembla, como en un misterioso desposorio. La vida que suele ser terrible, suele ser inefable. Los goces comunes son dote de bellacos. La vida tiene goces suavísimos, que vienen de amar y de pensar. Pues ¿qué nubes hay más bellas en el cielo que las que se agrupan, ondean y ascienden en el alma de un padre que mira a su hijo? Pues ¿qué ha de envidiar un hombre a la santa mujer, ni porque sufre, ni porque alumbra, puesto que un pensamiento, por lo que tortura antes de nacer, y regocija después de haber nacido, es un hijo?[57] La hora del conocimiento de la verdad es embriagadora y augusta. No se siente que se sube, sino que se reposa. Se siente ternura filial y confusión en el padre. Pone el gozo en los ojos brillo extremo; en el alma calma; en la mente, alas blandas que acaricia. Es como sentirse el cráneo poblado de estrellas: bóveda interior, silenciosa y vasta, que ilumina en noche solemne la mente tranquila![58] Magnífico mundo. Y luego que se viene de él, se aparta con la mano blandamente, como con piedad de lo pequeño, y ruego de que no perturbe el recogimiento sacro, todo lo que ha sido obra de hombre. Uvas secas parecen los libros que poco ha parecían montes.[59] Y los hombres, enfermos a quienes se trae cura.[60] Y parecen los árboles, y las montañas, y el cielo inmenso, y el mar pujante como nuestros hermanos, o nuestros amigos. Y se siente el hombre un tanto creador de la naturaleza.—La lectura estimula, enciende, aviva, y es como soplo de aire fresco sobre la hoguera resguardada, que se lleva las cenizas, y deja al aire el fuego. Se lee lo grande, y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande. Se despierta el león noble, y de su melena, robustamente sacudida, caen pensamientos, como copos de oro.[61]
Era veedor sutil, que veía cómo el aire delicado se transformaba en palabras melodiosas y sabias en la garganta de los hombres,[62] y escribía como veedor, y no como meditador. Cuanto escribe, es máxima. Su pluma no es pincel, que diluye,[63] sino cincel, que esculpe y taja.[64] Deja la frase pura, como deja el buen escultor la línea pura.[65] Una palabra innecesaria le parece una arruga en el contorno. Y al golpe de su cincel, salta la arruga en pedazos, y queda nítida la frase. Aborrecía lo innecesario.[66] Dice, y agota lo que dice. A veces, parece que salta de una cosa a otra, y no se halla a primera vista la relación entre dos ideas inmediatas. Y es que para él es paso natural lo que para otros es salto. Va de cumbre en cumbre, como gigante,[67] y no por las veredas y caminillos por donde andan, cargados de alforjas, los peatones comunes, que como miran desde tan bajo, ven pequeño al gigante alto. No escribe en periodos, sino en elencos. Sus libros son sumas, no demostraciones. Sus pensamientos parecen aislados, y es que ve mucho de una vez, y quiere de una vez decirlo todo, y lo dice como lo ve, a modo de lo que se lee a la luz de un rayo, o apareciese a una lumbre tan bella, que se sabe que ha de desaparecer.[68] Y deja a los demás que desenvuelvan: él no puede perder tiempo; él anuncia. Su estilo no es lujoso, sino límpido.[69] Lo depuraba, o acrisolaba, lo aquilataba, o ponía a hervir. Tomaba de él la médula. No es su estilo montículo verde, lleno de plantas florecidas y fragantes: es monte de basalto. Se hacía servir de la lengua, y no era siervo de ella. El lenguaje es obra del hombre, y el hombre no ha de ser esclavo del lenguaje. Algunos no le entienden bien: y es que no se puede medir un monte a pulgadas. Y le acusan de oscuro—mas ¿cuándo no fueron acusados de tales los grandes de la mente? Menos mortificante es culpar de inentendible lo que se lee, que confesar nuestra incapacidad para entenderlo. Emerson no discute: establece.[70] Lo que le enseña la naturaleza le parece preferible a lo que le enseña el hombre. Para él un árbol sabe más que un libro; y una estrella enseña más que una universidad; y una hacienda es un evangelio;[71] y un niño de la hacienda está más cerca de la verdad universal que un anticuario.[72] Para él no hay cirios como los astros,[73] ni altares como los montes, ni predicadores como las noches palpitantes y profundas. Emociones angélicas le llenan si ve desnudarse de entre sus velos, rubia y alegre, la mañana. Se siente más poderoso que monarca asirio o rey de Persia, cuando asiste a una puesta de sol, o a un alba riente.[74] Para ser bueno no necesita más que ver lo bello. A esas llamas, escribe. Caen sus ideas en la mente como piedrecillas blancas en mar luminoso: ¡qué chispazos!, ¡qué relampagueos!, ¡qué venas de fuego![75] Y se siente vértigo, como si se viajara en el lomo de un león volador.[76] Él mismo lo sintió, y salió fuerte de él. Y se aprieta el libro contra el seno, como a un amigo bueno y generoso;[77] o se le acaricia tiernamente, como a la frente limpia de una mujer leal.
Pensó en todo lo hondo. Quiso penetrar el misterio de la vida: quiso descubrir las leyes de la existencia del universo.[78] Criatura, se sintió fuerte, y salió en busca del Creador. Y volvió del viaje, contento, y diciendo que lo había hallado. Pasó el resto de su vida en la beatitud que sigue a este coloquio. Tembló como hoja de árbol[79] en esas expansiones de su espíritu, y vertimientos en el espíritu universal: y volvía a sí, fragante y fresco como hoja de árbol. Los hombres le pusieron delante al nacer todas esas trabas que han acumulado los siglos, habitados por hombres presuntuosos, ante la cuna de los hombres nuevos. Los libros están llenos de venenos sutiles, que inflaman la imaginación y enferman el juicio. Él apuró todas esas copas y anduvo por sí mismo, tocado apenas del veneno.[80] Es el tormento humano que para ver bien se necesita ser sabio, y olvidar que se lo es. La posesión de la verdad no es más que la lucha entre las revelaciones directas de la naturaleza, y las revelaciones impuestas de los hombres. Unos sucumben, y son meras voces de otro espíritu. Otros triunfan, y añaden nueva voz a la de la naturaleza. Triunfó Emerson: he ahí su filosofía. Naturaleza se llama su mejor libro: en él se abandona a esos deleites exquisitos, narra esos paseos maravillosos, se revuelve con magnífico brío contra los que piden ojos para ver, y olvidan sus ojos; y ve al hombre señor, y al Universo blando y sumiso, y a todo lo vivo surgiendo de un seno y yendo al seno, y sobre todo lo que vive al Espíritu que vivirá, y al hombre en sus brazos. Da cuenta de sí, y de lo que ha visto.[81] De lo que no sintió, no da cuenta. Prefiere que le tengan por inconsistente que por imaginador. Donde ya no ven sus ojos, anuncia que no ve. No niega que otros vean; pero mantiene lo que ha visto. Si en lo que vio hay cosas opuestas, otro comente, y halle la distinción: él narra. Él no ve más que analogías:[82] él no halla contradicciones en la naturaleza: él ve que todo en ella es símbolo del hombre,[83] y todo lo que hay en el hombre lo hay en ella. Él ve que la naturaleza influye en el hombre, y que este hace a la naturaleza alegre, o triste, o elocuente, o muda, o ausente, o presente, a su capricho.[84] Ve la idea humana señora de la materia universal. Ve que la hermosura física vigoriza y dispone el espíritu del hombre a la hermosura moral. Ve que el espíritu desolado juzga el Universo desolado. Ve que el espectáculo de la naturaleza inspira fe, amor y respeto. Siente que el Universo que se niega a responder al hombre en fórmulas, le responde inspirándole sentimientos que calman sus ansias, y le permiten vivir fuerte, orgulloso y alegre. Y mantiene que todo se parece a todo,—que todo tiene el mismo objeto,—que todo da en el hombre, que lo embellece con su mente todo,—que a través de cada criatura pasan todas las corrientes de la naturaleza,—que cada hombre tiene en sí al Creador, y cada cosa creada tiene algo del Creador en sí,[85] y todo irá a dar al cabo en el seno del Espíritu creador,[86]—que hay una unidad central en los hechos, en los pensamientos, y en las acciones;—que el alma humana, al viajar por toda la naturaleza, se halla a sí misma en toda ella;—que la hermosura del Universo fue creada para inspirarse el deseo, y consolarse los dolores de la virtud, y estimulase al hombre a buscarse y hallarse;—que “dentro del hombre está el alma del conjunto, la del sabio silencio, la hermosura universal a la que toda parte y partícula está igualmente relacionada: el Uno Eterno”.[87]—La vida no le inquieta: está contento, puesto que obra bien: lo que importa es ser virtuoso: “la virtud es la llave de oro que abre las puertas de la Eternidad”:[88] la vida no es solo el comercio ni el gobierno, sino a más, el comercio con las fuerzas de la naturaleza y el gobierno de sí: de aquellas viene este: el orden universal inspira el orden individual: la alegría es cierta, y es la impresión suma, luego, sea cualquiera la verdad sobre todas las cosas misteriosas, es racional que ha de hacerse lo que produce alegría real, superior a toda otra clase de alegría, que es la virtud: la vida no es más que “una estación en la naturaleza”.[89] Y así corren los ojos del que lee por entre esas páginas radiantes y serenas, que parecen escritas, por sobre humano favor, en cima de montaña, a luz no humana: así se fijan los ojos, encendidos en deseos de ver esas seductoras maravillas, y pasear por el palacio de todas esas verdades, por entre esas páginas que encadenan y relucen, y que parecen espejos de acero que reflejan, a ojos airados de tanta luz, imágenes gloriosas.[90] ¡Ah, leer, cuando se está sintiendo el golpeo de la llama en el cerebro!,[91] es como clavar un águila viva ¡Si la mano fuera rayo, y pudiera aniquilar el cráneo sin cometer crimen!
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[41] Emerson, “The American Scholar”: “Aun peor, [el intelectual] debe aceptar (¡cuán a menudo!) la pobreza y la soledad. En vez de la facilidad y el placer de recorrer el antiguo camino, aceptando la moda, la educación, la religión de la sociedad, él acepta la cruz de hacerse la suya propia: la debilidad de corazón, la incertidumbre frecuente, la pérdida de tiempo (que son las ortigas y los sarmientos enredadores del camino del que posee confianza en sí y dirección propia), y el estado de virtual hostilidad en el cual parece mantenerse frente a la sociedad, especialmente frente a la sociedad educada” (I, p. 101). [JB]
[42] Emerson, Nature: “Un hombre es un dios en ruinas. (…) La infancia es el Mesías perpetuo, que viene a los brazos de los hombres caídos, y aboga con ellos para regresar al paraíso” (I, p. 71). Nótese cómo reverbera aquí la fórmula poética de Ismaelillo. [JB]
[43] Emerson, “Carácter”: “Un individuo es un abarcador. (…) Abarca el mundo, como el patriota abarca su país” (III, p. 96). [JB]
[44] Emerson dejó de ejercer su función de pastor de la Segunda Iglesia de Boston el 28 de octubre de 1832. Cuando su propia visión del universo logró la madurez, se desprendió con gran confianza de la formación teológico-filosófica tradicional puritana recibida. Su nuevo credo quedó expuesto en su más sobresaliente ensayo, Nature. [JB]
[45] Emerson, “Swedenborg; or the Mystic”: “Mientras más coherente y elaborado el sistema, menos me gusta” (IV, p. 135). Y en Nature: “Aprendemos a preferir teorías imperfectas, y frases que contienen vislumbres de verdad, que a digerir sistemas que carecen de una sola sugerencia valiosa” (I, p. 70). [JB]
[46] Emerson, “Poetry and Imagination”: “No podemos conocer las cosas mediante palabras dichas y escritas, sino únicamente tomando una posición central en el universo. (…) Nos hundimos para surgir” (VIII, p. 42). Y en “Montaigne; or the Skeptic”, refiriéndose a la actitud cognoscitiva: “Es una cuestión de temperamento o de mayor o menor inmersión en la naturaleza” (IV, p. 181). [JB]
[47] Emerson, “Circles”: “Soy Dios en la naturaleza” (II, p. 307). [JB]
[48] Ver nota 37. [JB]
[49] Emerson, Nature: “Él llenó la naturaleza con sus desbordantes corrientes. De él surgieron el sol y la luna” (I, p. 71). [JB]
[50] Emerson se trasladó a Concord en 1835. El paisaje de la ciudad y sus alrededores inspiraron sus escritos. En 1836 publicó su ensayo más importante, Nature. Probablemente Martí alude al poema “Himno de Concord”, escrito en 1837, donde escuchamos ese famoso disparo: “Por el recio puente que la corriente arquea / una bandera ondeó a la brisa de abril / aquí los granjeros formados resistieron / y lanzaron el disparo sentido en el mundo entero” (IX, pp. 158-159). Ver, de José Ballón, op. cit. Sus últimas páginas contienen ilustraciones de Concord, Massachusetts y del “Monumento al miliciano”. [JB]
[51] Túsculo, actual Frascati, una de las más antiguas ciudades latinas, al sureste de Roma. Su situación elevada y la salubridad de sus montañas, la hicieron preferida de la aristocracia romana. Catón, Lúculo, Hortensio, César, Craso y Cicerón poseían villas allí. La casa de campo más famosa es la de Cicerón, donde escribió la mayoría de sus obras filosóficas, especialmente las Tusculanas. Aquí también se encuentran la llamada Villa de Tiberio, el Anfiteatro, el Teatro y el Odeón. Martí hace el paralelismo con Concord, porque en esa ciudad se alojaron los “trascendentalistas”, grupo que representaba la dirigencia intelectual y artística de Estados Unidos, de la que Emerson era cabeza. [JB]
[52] Emerson, “Spiritual Laws”: “Pasa con un buen libro lo que con buena compañía” (II, p. 149). [JB]
[53] Martí en sus Fragmentos reflexiona sobre la obra de arte concebida como “mosaico” o reunión de partículas inicialmente inconexas, reunidas en una nueva totalidad por la visión estética del artista: “Taine compone sus Vidas por notas. Lee lo que hace a su asunto. Va anotando en rápidas sentencias lo que sugiere o sirve para contrastar o acentuar algún carácter o aspecto de su persona o asunto. Luego agrupa lo semejante, casi sin ilación. Eso da ese aire de salto, de permanente brillantez, de novedad alta y constante a lo que escribe: Lo mismo hacía Em.[erson] con las ideas, como Z.[ola] con los hechos” (XXII, p. 79). Martí confecciona el ensayo “Emerson”, que venimos tratando usando esta técnica. Puede verse de José Ballón, Autonomía, capítulo dos: “El “mosaico” como método de composición”, pp. 35-67. [JB]
[54] Michel Eyquem de Montaigne se encuentra incluido entre los “Hombres representativos “(Representative Men) de Emerson como el prototipo del escéptico; es decir, como la persona que sometió todo a examen. En la preparación de sus famosos Essais, Montaigne utilizó como base tanto sus propias experiencias como sus abundantes lecturas (Séneca, Plutarco, los poetas latinos, historiadores y moralistas). Parte de su originalidad reside en su método de composición, caracterizado por ser una compilación de sentencias morales y ejemplos comentados con rapidez, donde la personalidad del autor recompone y dota a los materiales de una vigencia nueva. Martí, al confeccionar el presente ensayo, procede paralelamente pues recoge fragmentos ingleses del ensayo de Emerson sobre Montaigne. [JB]
[55] “Desde que estuvo Edison en París, se habla más de él. El hombre, misterioso y natural, admira tanto como el inventor. Vive con las manos en lo desconocido, y tiene visiones como las del místico Swedenborg, y fantasías como las de Poe o de Quincey. Para este físico, todo átomo tiene alma”. [JM: “Edison”, El Partido Liberal, México, 5 de febrero de 1890, Otras crónicas de Nueva York (OCNY), investigación, introducción e índice de cartas Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1983, p. 136. (N. del E. del sitio web)].
[56] El esfuerzo por incorporar la filosofía hindú en la reflexión filosófica occidental del siglo XIX en América, es aporte común de Emerson y Martí. En la creación literaria de ambos, no funciona como mero motivo artístico, sino como encuadre epistemológico, y resulta ser la base mística de su estética. Se trata, pues, de la instauración de una visión verdaderamente sincrética, Oriente/Occidente. [JB] Véanse las referencias de Martí a la filosofía de la India antigua en “[Apuntes y fragmentos sobre filosofía]”, OCEC, t. 5, pp. 202-215. En La Opinión Nacional, siempre: “hindoos”.
[57] Tanto para Emerson como para Martí, la actividad intelectual y la creación artística se enraízan en una estética de la progenie alada. La figura del niño/ángel (“Threnody”/Ismaelillo), ocupa una posición central en la obra de ambos autores. Como se vio, Emerson sostiene en “The Poet”: “Cuando el alma del poeta ha alcanzado madurez de pensamiento, se desprende y envía de sí sus poemas o canciones—una progenie intrépida, vigilante, inmortal, que no está expuesta a los accidentes del desgastado reino del tiempo; un intrépido, vivaracho retoño, provisto de alas (tal fue la virtud del alma del que provienen), las cuales los llevan rápidamente y lejos, y los dejan impresos definitivamente en los corazones de los hombres. Esas alas son la belleza del alma del poeta” (III, p. 23). Ver nota 19. [JB]
[58] Emerson en “The American Scholar” se refiere al carácter privado de la actividad intelectual, teniendo siempre como telón de fondo la identificación mente/cielo: “Pero [el intelectual], en su laboratorio privado, catalogando oscuras y nebulosas estrellas de la mente humana, que ningún hombre hasta entonces ha concebido como tales, (…) debe renunciar a relucir y a la fama inmediata” (I, pp. 100-101). [JB]
[59] La correspondencia entre el mundo fenoménico y el intelecto fue destacada por Swedenborg. Cuando todo el universo es solidario (y así lo ve el verdadero poeta) la distinción “uvas” / “libros” / “montes”, desaparece. Sostiene Emerson en “The Poet”: “Entre todos los hombres de los últimos tiempos, Swedenborg se distingue eminentemente por ser el traductor de la naturaleza en pensamiento. No conozco en la historia otro hombre para quien las cosas hayan correspondido tanto con las palabras. Delante de él la metamorfosis siempre se está llevando a cabo. Todo aquello en lo que se posan sus ojos obedece a los impulsos de la naturaleza moral. Los higos se transforman en uvas mientras los come. Cuando algunos de sus ángeles afirman la verdad, la rama de laurel que sostienen florece en sus manos” (III, p. 35). [JB]
[60] Emerson en “Illusions” afirma que la experiencia de la elusividad de la certeza equivale a un estado de postración: “Somos como los enfermos en los hospitales, solo cambiamos de una cama a otra, de un desvarío a otro. Carece de gran significado lo que resulta de tales parias, gimientes, atontadas, comatosas criaturas, llevadas de una cama a otra, de la nada de la vida a la nada de la muerte” (VI, p. 322). [JB]
[61] Anteriormente, Martí sostiene que Emerson se sacude las pequeñeces de la mente vulgar “como se sacude un león, tábanos”. Más adelante, vuelve a asociar a Emerson con la imagen del león; dice que al leer sus escritos “se siente vértigo, como si se viajara en el lomo de un león volador”. En The Conduct of Life, Emerson se había referido a la cualidad dinámica del efecto estético, con esta imagen: “El placer que produce al ojo un palacio o un templo es porque le ha sido trasmitido un orden y un método a las piedras, de modo que hablan y geometrizan; cargadas de expresión, se vuelven tiernas o sublimes. La belleza es el momento de transición, como si la forma fuera a fluir hacia otras formas. Cualquier fijación (…) es el reverso del fluir y por tanto ya es deforme. Siendo tan bella, como es, la simetría de cualquier forma, si esta puede moverse, apunta a una simetría aún más excelsa. Este es el encanto del agua que corre, de las olas del mar, del vuelo de los pájaros y de la locomoción de los animales. (…) La belleza cabalga sobre un león” (VI, pp. 292-294). (El subrayado es de Emerson). Técnicamente, la “animalización” del texto dota al escrito de fluidez. En el ensayo “Nuestra América”, “el tigre” energiza el texto de manera similar. El dictado ideológico de hacer causa común con los desposeídos de la tierra, cede a la imagen: “El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa” (VI, p. 19). [JB]
[62] En “The Poet” queda expresada la idea de que inicialmente el discurso poético es un soplo melodioso del aire: “Pues la poesía fue toda escrita antes que el tiempo fuera, y, cada vez que estamos tan finamente organizados como para poder penetrar en esa región donde el aire es música, oímos esos primigenios balbuceos e intentamos anotarlos” (III, p. 8). [JB]
[63] En La Opinión Nacional: “diluen”.
[64] Emerson, “Art”: “Ahora, lo que es inevitable en una obra de arte es el encanto superior al que cualquier talento individual pueda dar, puesto que la pluma del artista o el cincel, parecen haber sido tomados y guiados por una mano gigante, para inscribir una línea en la historia de la raza humana” (II, p. 353). [JB]
[65] Emerson, Nature: “Todos, el poeta, el pintor, el escultor, el músico, el arquitecto, buscan concentrar el brillo del mundo en un solo punto y plasman en sus diferentes obras la belleza del amor gracias a la belleza que los insta a crear” (I, p. 24). [JB]
[66] La noción de economía está asociada por un lado al aspecto mimético de la poesía y, por otro, a la relación entre poesía, escultura y arquitectura. Sostiene Emerson en The Conduct of Life: “La belleza descansa sobre necesidades. La línea de belleza es el resultado de una economía perfecta. (…) “Es la purga de superfluidades”, dijo Miguel Ángel. No hay una partícula de más en las estructuras naturales (…) y nuestro arte ahorra material mediante una disposición más habilidosa, y alcanza belleza eliminando toda onza superflua que pueda ser excluida de una pared, y manteniendo toda su fuerza en la poesía de las columnas. En retórica, este arte de omisión es el secreto capital y, en general, es muestra de cultura superior decir las cosas más grandiosas del modo más simple” (VI, p. 294). [JB]
[67] Uno de los textos más sorprendentes, porque revela el calado de la compenetración de Martí con el lenguaje y pensamiento emersonianos, es el que explica cómo procede la lógica del poeta. Dice Emerson en “Poetry and Imagination”: “Usamos semblanzas de lógica hasta que la experiencia nos pone en posesión de la lógica real. El poeta conoce el eslabón perdido por el gozo que imparte. El poeta nos da únicamente las experiencias eminentes, como un dios pisando de pico en pico, no poniendo el pie en otro sitio sino sobre una montaña” (VIII, p. 10). Martí mismo, en sus escritos, aplica este procedimiento de aglomeración, paralelo al acto de síntesis propio del acto visual: “Como yo escribo lo que veo todo con sus adjuntos, antecedentes y ramazones, cuanto escribo resulta fácilmente enmarañado y confuso” (XX, p. 116). Asimismo, Emerson, en “Art”, muestra otro costado de la estética del agigantamiento asociándola a la locución: “Una galería de escultura enseña más austeramente la misma lección. Así como el cuadro muestra el color, la escultura, la anatomía de la forma. Si veo estatuas bellas y después entro a una asamblea pública, comprendo bien lo que [Miguel Ángel] quiso decir con “Después de leer a Homero todos los hombres me parecen gigantes” (…) No hay estatua como el hombre vivo, con su infinita ventaja sobre toda escultura ideal, de variedad perpetua. ¡Qué gran galería de arte tengo aquí! (…) Aquí tengo al artista mismo improvisando, torvo y contento, delante del bloque macizo” (II, p. 357). [JB]
[68] Emerson en “Nominalist and Realist”es explícito cuando afirma que lee buscando fragmentos luminosos: “Encuentro el mayor placer al leer un libro del modo menos halagador para el autor. Leo a Próculo y algunas veces a Platón, como si leyera un diccionario, como una ayuda para la fantasía y la imaginación. Leo por lustres, como si uno debiera usar un hermoso cuadro en un experimento cromático, por sus ricos colores” (III, p. 233). [JB]
[69] En Society and Solitude, Emerson hace referencia a la misma idea: “Hemos conocido muchos agudos talentos con la imperfección de que no pueden hacer nada útil, ni siquiera escribir una frase limpia” (VII, pp. 6-7). [JB]
[70] Ver nota 32. [JB]
[71] Emerson, Nature: “What is a farm but a mute gospel?” (I, p. 42), (Fountain). [JB]
[72] Martí contrae las palabras de Emerson en “History”: “El idiota, el indígena, el niño, el iletrado hijo del labrador se encuentran más cerca de la luz, por la cual la naturaleza ha de ser leída, que el disector o el anticuario” (II, p. 41). Y en “Lecture on the Times”: “En la esperanza silvestre de un niño del monte, tenida por los muchachos de la ciudad como muy ignorante, (…) se ha de encontrar aquello que constituirá los tiempos por venir, más que en los organizados oráculos de ahora” (I, p. 264). [JB]
[73] Emerson, “Beauty”: “Mis botas y mi silla y mi vela son hadas disimuladas, son meteoros y constelaciones” (VI, p. 304). Y en Nature establece la identificación entre el cirio y el astro: “un acto de heroísmo parece atraer el cielo hacia sí como su templo, el sol es su cirio” (I, p. 21). [JB]
[74] Emerson, Nature: “Haré ridícula la pompa de los emperadores. El amanecer es mi Asiria; el ocaso del sol y el nacer de la luna son Pafos, inimaginables recintos de belleza” (I, p. 17), (Fountain). [JB]
[75] Se añaden las comas que separan estas oraciones exclamativas.
[76] Ver nota 59. [JB]
[77] Emerson, “Friendship”: “Procedo entonces con mis amigos como lo hago con mis libros” (II, p. 14). Y en “Books”: “En una biblioteca estamos rodeados de muchos de cientos de amigos queridos” (VII, p. 191). [JB]
[78] Emerson, “Poetry and Imagination”: “Llega un poeta, levanta el velo, y les da a los hombres vislumbres de las leyes del universo” (VIII, p. 38). [JB]
[79] Emerson frecuentemente vegetaliza la figura humana para describir al poeta: “Las flores, los animales, las montañas, reflejan la sabiduría de la mejor de sus horas [del hombre sabio], tanto como han deleitado la simplicidad de su niñez. Cuando hablamos de la naturaleza de esta manera, tenemos un sentido preciso, aunque extremadamente poético en mente. Queremos expresar la integridad de la impresión producida por una multiplicidad de objetos. Esto es lo que distingue el tronco de madera del leñador del árbol del poeta. El encantador paisaje que vi esta mañana estaba indudablemente hecho de veinte o treinta fincas. Miller es dueño de esta, Locke de aquella y Manning de la de más allá, pero nadie posee el paisaje. Hay una propiedad en el horizonte que nadie posee excepto el ojo del hombre, quien puede integrar todas las partes, o sea, el del poeta”, Nature (I, p. 8). Y en “The Poet”: “El lenguaje es poesía fósil. Así como la capa caliza del continente está formada por masas infinitas de conchas animales, así el lenguaje está formado de imágenes o tropos, los cuales ahora, en uso secundario, hace ya tiempo han cesado de recordarnos su origen poético. Pero el poeta nombra la cosa porque la ve, o da hacia ella un paso más que nadie puede dar. Esta expresión o nombramiento no es arte, sino una segunda naturaleza que brota de la primera, como una hoja de árbol” (III, p. 22). [JB]
[80] Emerson, “The American Scholar”: “Los libros de un periodo anterior no se ajustan al presente. Así, pues, aquí surge un gran daño. Lo sagrado, unido al acto de creación, el acto de pensamiento, se trasfieren al producto. El poeta por cantar era considerado hombre divino: de ahí en adelante se supuso que su canto también era divino. El escritor era un espíritu sabio y justo: por esto se pensó que su libro era perfecto, tal como el amor por el héroe se corrompe en adoración de su estatua. Instantáneamente, el libro se hace nocivo: el guía es un tirano” (I, pp. 88-89). [JB]
[81] Además de en Nature, la preeminencia del “ver” sobre el “razonar” aparece en otros textos importantes como en “The Poet”: “El poeta nombra la cosa porque la ve” (III, p. 22). Y en “The Over-Soul”: “Conocemos la verdad cuando la vemos” (II, p. 279). [JB]
[82] Emerson, “Education”: “Creo que nuestra propia experiencia nos enseña que el secreto de la Educación reside en respetar al alumno. No está en usted decidir lo que él debe aprender o hacer. Esto ya ha sido decidido y previsto, y sólo el niño posee la llave de su propio secreto. (…) Respete al niño, espere y vea el nuevo producto de la Naturaleza. La Naturaleza ama las analogías, no las repeticiones. Respete al niño. No sea demasiado su padre. No invada su soledad” (X, p. 143). [JB]
[83] Emerson, “The Poet”: “Las distinciones que hacemos en los eventos y asuntos, de bajo y alto, de honesto y degradado, desaparecen cuando se usa la naturaleza como símbolo”. Y en “Prudence”: “No debemos tratar de escribir las leyes de ninguna virtud, mirando a esta únicamente. La naturaleza humana no ama las contradicciones, es simétrica” (II, p. 236). [JB]
[84] Emerson, Nature: “Pues la naturaleza no está siempre vestida en atuendo de fiesta, sino que la misma escena que ayer respiraba perfume y relumbraba como por el juego de las ninfas, está rodeada hoy de melancolía. La naturaleza trae siempre puesto el color del espíritu” (I, p. 11), (Fountain). [JB]
[85] Emerson, Nature: “Las corrientes del Ser Universal circulan a través mío; soy parte de la parcela de Dios” (I, p. 10). [JB]
[86] Emerson, Nature: “Como la planta sobre la tierra, así el hombre descansa en el seno de Dios” (I, p. 64). [JB]
[87] Emerson, “The Over-Soul”: “Meantime within man is the soul of the whole; the wise silence; the universal beauty, to which every part and particle is equally related; the eternal One” (II, p. 269), (Fountain). [JB]
[88] Emerson, Nature: “La virtud es la llave de oro que abre las puertas de la eternidad” (I, p. 64), (Fountain). Esta conexión bilingüe muestra hasta qué punto Martí no solo adopta parte del léxico de Emerson, sino que como él, utiliza el mecanismo de la cita para apoyar los escritos biográficos. Los versos de Milton incorporados en Nature son: “The golden key / Which opens the palace of eternity”. [JB]
[89] Emerson, Nature: “¿Pero no hay un intento de analogía entre la vida del hombre y las estaciones?” (I, p. 28), (Fountain). Sin embargo, la cita proviene de la primera página del ensayo, de la “Introducción». Emerson abre su ensayo de la siguiente manera: “¿Por qué no hemos de gozar de una relación original con el universo? ¿Por qué no hemos de poseer una poesía y una filosofía de visión y no de tradición, y una religión de revelación a nosotros y no una de historia de la revelación hecha a nuestros padres? ¿Por qué no una relación ceñida por una estación en la naturaleza, cuyos arroyos de vida fluyen alrededor y a través nuestro, y que nos invitan, por los poderes que imparten, a actuar en proporción a la naturaleza? ¿Por qué hemos de deambular a tientas entre los huesos del pasado y por qué hemos de arropar a la generación presente con un disfraz de su desteñido vestuario? También hoy el sol brilla para nosotros” (I, p. 3). [JB]
[90] Emerson, “The Poet”: “Y, por lo tanto, los ricos poetas como Homero, Chaucer, Shakespeare y Rafael, obviamente no están sujetos a los límites del tiempo en que vivieron, y se asemejan a un espejo llevado por la calle, listo a soltar una imagen de toda cosa creada”. (III, pp. 40-41). [JB]
[91] Se añade coma.