CARTAS DE NUEVA YORK

EXPRESAMENTE ESCRITAS PARA

LA OPINIÓN NACIONAL[1]

Muerte de Emerson.—El gran filósofo americano ha muerto.[2]—Emerson, filósofo y poeta.—Su vida pura.—Su aspecto.—Su mente, su ternura y su cólera.—Su casa en Concord.—Éxtasis.—Suma de méritos.—Su método.—Su filosofía.—Su libro extraordinario: Naturaleza.—¿Qué es la vida? ¿Cuál es el objeto de la vida? ¿Qué son las ciencias? ¿Qué enseña la naturaleza?—Filosofía de lo sobrehumano y de lo humano.—La virtud, objeto final del Universo.—Su modo de concebir. Su modo de escribir.—Sus maravillosos versos.

Nueva York, 6 de mayo de 1882.

Señor Director de La Opinión Nacional. 

Tiembla a veces la pluma, como sacerdote capaz de pecado que se cree indigno de cumplir su ministerio. El espíritu agitado vuela a lo alto. Alas quiere que lo encumbren, no pluma que lo taje y moldee como cincel. Escribir es un dolor, es un rebajamiento: es como uncir cóndor a un carro.[3] Y es que cuando un hombre grandioso desaparece de la tierra, dejas tras de sí claridad pura,[4] y apetito de paz, y odio de ruidos.[5] Templo semeja el Universo.[6] Profanación el comercio de la ciudad,[7] el tumulto de la vida, el bullicio de los hombres. Se siente como perder de pies y nacer de alas. Se vive como a la luz de una estrella,[8] y como sentado en llano de flores blancas. Una lumbre pálida y fresca llena la silenciosa inmensa atmósfera. Todo es cúspide, y nosotros sobre ella.[9] Está la tierra a nuestros pies, como mundo lejano y ya vivido, envuelto en sombras. Y esos carros que ruedan, y esos mercaderes que vocean, y esas altas chimeneas que echan al aire silbos poderosos, y ese cruzar, caracolear, disputar, vivir de hombres, nos parecen en nuestro casto refugio regalado, los ruidos de un ejército bárbaro[10] que invade nuestras cumbres, y pone el pie en sus faldas, y rasga airado la gran sombra, tras la que surge, como un campo de batalla colosal, donde guerreros de piedra llevan coraza y casco de oro y lanzas rojas, la ciudad tumultuosa, magna y resplandeciente. Emerson ha muerto: y se llenan de dulces lágrimas los ojos. No da dolor sino celos. No llena el pecho de angustia, sino de ternura. La muerte es una victoria, y cuando se ha vivido bien, el féretro es un carro de triunfo. El llanto es de placer; y no de duelo, porque ya cubren hojas de rosas las heridas que en las manos y en los pies hizo la vida al muerto. La muerte de un justo es una fiesta, en que la tierra toda se sienta a ver cómo se abre el cielo.[11] Y brillan de esperanza los rostros de los hombres, y cargan en sus brazos haces de palmas,[12] con que alfombran la tierra, y con las espadas de combate hacen en alto bóveda[13] para que pase bajo ellas, cubierto de ramas de roble y viejo heno, el cuerpo del guerrero victorioso. Va a reposar, el que lo dio todo de sí, e hizo bien a los otros. Va a trabajar de nuevo, el que hizo mal su trabajo en esta vida.—Y los guerreros jóvenes, luego de ver pasar con ojos celosos, al vencedor magno, cuyo cadáver tibio brilla con toda la grandeza del reposo, vuelven a la faena de los vivos, a merecer que para ellos tiendan palmas y hagan bóvedas!

     ¿Que quién fue ese que ha muerto? Pues lo sabe toda la tierra. Fue un hombre que se halló vivo, se sacudió de los hombros todos esos mantos y de los ojos todas esas vendas, que los tiempos pasados echan sobre los hombres,[14] y vivió faz a faz con la naturaleza,[15] como si toda la tierra fuese su hogar;[16] y el sol su propio sol, y él patriarca. Fue uno de aquellos a quienes la naturaleza se revela, y se abre, y extiende los múltiples brazos, como para cubrir con ellos el cuerpo todo de su hijo.[17] Fue de aquellos a quienes es dada la ciencia suma, la calma suma, el goce sumo. Toda la naturaleza palpitaba ante él, como una desposada. Vivió feliz porque puso sus amores fuera de la tierra. Fue su vida entera el amanecer de una noche de bodas. ¡Qué deliquios, los de su alma! ¡Qué visiones, las de sus ojos! ¡Qué tablas de leyes, sus libros! Sus versos,[18] ¡qué vuelos de ángel![19] Era de niño tímido y delgado, y parecía a los que le miraban águila joven, pino joven. Y luego fue sereno, amable y radiante, y los niños y los hombres se detenían a verle pasar. Era su paso firme, de aquel que sabe adonde ha de ir; su cuerpo alto y endeble, como esos árboles cuya copa mecen aires puros. El rostro era enjuto, cual de hombre hecho a abstraerse, y a ansiar salir de sí.[20] Ladera de montaña parecía su frente. Su nariz era como la de las aves que vuelan por cumbres. Y sus ojos, cultivadores,[21] como de aquel que está lleno de amor, y tranquilos, como de aquel que ha visto lo que no se ve. No era posible verle sin desear besar su frente. Para Carlyle, el gran filósofo inglés, que se revolvió contra la tierra con brillo y fuerza de Satán, fue la visita de Emerson, “una visión celeste”. Para Whitman,[22] que ha hallado en la naturaleza una nueva poesía, mirarle era “pasar hora bendita”. Para Stedman, crítico bueno, “había en el pueblo del sabio una luz blanca”. A Alcott, noble anciano juvenil, que piensa y canta, parece “un infortunio no haberle conocido”. Se venía de verle como de ver un monumento vivo, o un ser sumo.[23] Hay de esos hombres montañosos, que dejan ante sí y detrás de sí llana la tierra. Él no era familiar, sino era tierno, porque era la suya imperial familia cuyos miembros habían de ser todos emperadores.[24] Amaba a sus amigos como a amadas:[25] para él la amistad tenía algo de la solemnidad del crepúsculo en el bosque.—El amor es superior a la amistad en que crea hijos. La amistad es superior al amor en que no crea deseos, ni la fatiga de haberlos satisfecho, ni el dolor de abandonar el templo de los deseos saciados por el de los deseos nuevos. Cerca de él, había encanto. Se oía su voz, como la de un mensajero de lo futuro,[26] que hablase de entre nube luminosa.[27] Parecía que un impalpable lazo, hecho de luz de luna, ataba a los hombres que acudían en junto a oírle.[28] Iban a verle los sabios, y salían de verle como regocijados, y como reconvenidos. Los jóvenes andaban luengas leguas a pie por verle, y él recibía sonriendo a los trémulos peregrinos, y les hacía sentar en torno a su recia mesa de caoba, llena de grandes libros, y les servía, de pie como un siervo, buen jerez viejo. Y le acusan, de entre los que lo leen y no lo entienden, de poco tierno, porque hecho al permanente comercio con lo grandioso, veía pequeño lo suyo personal, y cosa de accidente, y ni de esencia, que no merece ser narrada! ¡Frinés[29] de la pena son esos poetillas jeremíacos! ¡Al hombre ha de decirse lo que es digno del hombre, y capaz de exaltarlo![30] ¡Es tarea de hormigas andar contando en rimas desmayadas dolorcillos propios![31] El dolor ha de ser pudoroso.

     Su mente era sacerdotal; su ternura, angélica; su cólera, sagrada. Cuando vio hombres esclavos, y pensó en ellos, habló de modo que pareció que sobre las faldas de un nuevo monte bíblico se rompían de nuevo en pedazos las Tablas de la Ley. Era moisíaco su enojo.[32] Y se sacudía así las pequeñeces de la mente vulgar como se sacude un león tábanos. Discutir para él era robar tiempo al descubrimiento de la verdad.[33] Como decía lo que veía, le irritaba que pusiesen en duda lo que decía. No era cólera de vanidad, sino de sinceridad.[34] ¿Cómo había de ser culpa suya que los demás no poseyesen aquella luz esclarecedora de sus ojos? ¿No ha de negar la oruga que el águila vuela?[35] Desdeñaba la argucia, y como para él lo extraordinario era lo común, se asombraba de la necesidad de demostrar a los hombres lo extraordinario. Si no le entendían, se encogía de hombros: la naturaleza se lo había dicho: él era un sacerdote de la naturaleza. Él no fingía revelaciones; él no construía mundos mentales; él no ponía voluntad ni esfuerzo de su mente en lo que en prosa o en verso escribía. Toda su prosa es verso. Y su verso y su prosa, son como ecos.[36] Él veía detrás de sí al Espíritu creador que a través de él hablaba a la naturaleza. Él se veía como pupila transparente, que lo veía todo, lo reflejaba todo, y solo era pupila.[37] Parece lo que escribe trozos de luz quebrada, que daban en él, y bañaban su alma, y la embriagaban de la embriaguez que da la luz, y salían de él. ¿Qué habían de parecerle esas mentecillas vanidosas que andan montadas sobre convenciones, como sobre zancos?, ¿ni esos hombres indignos, que tienen ojos y no quieren ver?,[38] ¿ni esos perezosos u hombres de rebaño, que no usan de sus ojos, y ven por los de otro?, ¿ni esos seres de barro, que andan por la tierra amoldados por sastres, y zapateros, y sombrereros, y esmaltados por joyeros, y dotados de sentidos y de habla, y de no más que esto?,[39] ¿ni esos pomposos fraseadores, que no saben que cada pensamiento es un dolor de la mente, y lumbre que se enciende con óleo de la propia vida, y cúspide de monte?[40]


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] A esta crónica se le han incorporado las notas de la edición crítica que realizó de la misma el Dr. José Ballón, en su libro Lecturas norteamericanas de José Martí: Emerson y el socialismo contemporáneo (1880-1887), México, Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, 1995. Para diferenciarlas se usaron sus iniciales entre corchetes: [JB].

[2] Ralph Waldo Emerson murió el 27 de abril de 1882.

[3] Desde el inicio, Martí ejecuta la composición de este ensayo encabalgado en el impulso imaginativo descrito por Emerson en su ensayo “Poetry and Imagination”: “El acto de imaginación está siempre acompañado de dicha pura. Esta, infunde cierta volatilidad e intoxicación en toda la Naturaleza. Posee una flauta que pone a danzar los átomos de nuestra armazón. Así, nuestro indeterminado tamaño se nos revela cual delicioso secreto. Los montes comienzan a difuminarse y a flotar en el aire. En presencia del verdadero poeta, conversando con él (quien está henchido de imágenes para expresar su ensanchador pensamiento), su persona, su forma, se agigantan ante nuestros fascinados ojos. Y, entonces, se da inicio a la deificación que toda nación ha emprendido de cualquier estirpe de héroe: el santo, el poeta, el legislador y el guerrero”. Ralph Waldo Emerson, Cartas y asuntos sociales en The Complete Works of Ralph Waldo Emerson (Boston: Houghton Mifflin Company; Centenary Edition, 12 vols., 1903-1904), VIII, 18-19. En adelante se citará esta edición. [JB]

[4] En 1841, Carlyle inauguró la visión heroica del individuo comparándola a un centro luminoso suspendido en lo alto: “Él [héroe] es la fuente de luz viviente cerca de la cual es bueno y agradable estar. Es la luz que ilumina, que ha iluminado la oscuridad del mundo; y lo hace no como una lámpara simplemente encendida, sino como una luminaria natural, brillando por don del cielo”. Thomas Carlyle, On Heroes, Hero-Worship, and the Heroic in History (New York: Longmans, Green and Co., 1906), p. 2. Emerson continuó esta línea de pensamiento, pero mientras Carlyle enfatiza la “singularidad” de los grandes hombres, Emerson lo hace en su “representatividad”; la concepción de Carlyle es autoritaria, la de Emerson, democrática. “Para Emerson la función de los grandes hombres es enseñar e inspirar a otros a la grandeza; para Carlyle los héroes son ‘guías de la hueste lerda que los sigue’”. En Frederick Carpenter, Emerson Handbook (New York: Hendricks House, Inc., 1967), p. 63. [JB]

[5] Emerson, “The Poet”: “¡Con qué gozo empiezo a leer un poema que creo poseído de inspiración! En ese momento mis cadenas han de romperse; me he de remontar sobre estas nubes y opacos aires en los que vivo—opacos aunque parezcan transparentes—(…) y desde los cielos de la verdad he de ver y comprender mis relaciones. (…) La vida no será más un ruido” (III, p. 12). [JB]

[6] Emerson, Nature: “En lugares privados, entre objetos sórdidos, un acto de verdad o heroísmo parece atraer inmediatamente el cielo hacia sí como su templo, el sol como su cirio” (I, p. 21). [JB]

[7] La ciudad es parábola de la sociedad americana moderna, todavía afectada por un absorbente hiperactivismo mercantil, el cual cohíbe el florecimiento cultural continental. Emerson considera los efectos de esta situación sobre las mentes jóvenes en “The American Scholar”: “Hemos escuchado por demasiado tiempo a las cortesanas musas de Europa. Se sospecha que el espíritu del hombre libre americano es tímido, imitativo, domesticado. La avaricia pública y privada hacen los aires que respiramos densos y obesos. El intelectual es juicioso, indolente, complaciente. Ved, pues, la trágica consecuencia. La mente de este país, dirigida hacia los objetos bajos, se come a sí misma. No hay trabajo para nadie excepto para el decoroso y el complaciente. Los jóvenes que más brillantemente prometen, que inician su vida en nuestras costas, henchidos de vientos montaraces, alumbrados por todas las estrellas de Dios, encuentran la tierra abajo no en unísono con ellos, sino que se hallan desprovistos de acción por el fastidio que inspiran los principios rectores del comercio; se vuelven ganapanes, o mueren de insatisfacción, o se suicidan. ¿Cuál será el remedio?” (I, p. 14). Y en su ensayo “Worship”: “Vivimos en un tiempo de transición en el que los antiguos credos que confortaron, e incluso hicieron a las naciones, parecen haber agotado su fuerza. (…) El amante de la antigua religión se queja de que nuestros contemporáneos, tanto intelectuales como mercaderes, sucumben a una gran desesperación, y se han convertido a un conservadurismo timorato y no creen en nada. En nuestras grandes ciudades la población no tiene dios, está materializada—no hay vínculos, ni aprecio del otro, ni entusiasmo. Estos no son hombres sino hambres, sed, fiebres y apetitos andantes. (…) Su fe está puesta en la química, la carne y el vino, en la batería galvánica, en las ruedas de la turbina, en las máquinas de coser” (VI, pp. 207-208). [JB]

[8] El primer párrafo del ensayo Nature de Emerson contiene las siguientes palabras:

“Yo no estoy solo cuando leo o escribo, aunque nadie esté conmigo. Mas si un hombre se hallara solo, dejadlo mirar a las estrellas. Los rayos que provienen de esos mundos celestes lo separarán de lo que toca” (I, p. 7). [JB]

[9] Emerson, Representative Men: “El hombre que se halla en su lugar, es constructivo, fértil, magnético. Con su determinación inunda de ejércitos y, entonces, ella se ejecuta. El río forma sus propias costas y cada idea legítima crea sus propios canales y recepción: se crean cosechas para los alimentos, instituciones para la expresión, armas para la lucha, y discípulos para explicarla. El verdadero artista tiene el planeta como su pedestal; el aventurero, después de años de querellas, no tiene nada más grande que sus propios zapatos” (IV, p. 7). [JB]

[10] Emerson, “The Poet”: “Busco en vano el poeta que describo. No nos dirigimos a la vida con suficiente llaneza ni profundidad, ni nos atrevemos a cantar nuestros propios tiempos ni circunstancia social. (…) No tenemos todavía un genio en América, con ojo tirano, que conozca el valor de nuestros incomparables recursos, y vea, en el barbarismo y materialismo de los tiempos, otro carnaval de los mismos dioses cuya figura tanto se admira en Homero” (III, p. 37). Y en “The American Scholar”: “Él [intelectual] es aquel que se remonta por sobre las consideraciones privadas, y respira y vive públicos e ilustres pensamientos. Es el corazón del mundo. Él ha de resistir la prosperidad vulgar que siempre retrocede hacia el barbarismo, preservando y comunicando sentimientos heroicos, biografías nobles, verso melodioso y las conclusiones de la historia” (I, p. 102). [JB]

[11] La vida humana culmina en la experiencia cenital de la muerte gloriosa. Este texto remite al poema XXIII de Versos sencillos, que está artísticamente engarzado con el poema “A Mountain Grave” de Emerson. El paralelismo entre ambos poemas es notable (Ballón, ob. cit. pp. 108-117). El hecho de que el borrador del poema XXIII de Versos sencillos (“¡Yo soy bueno, y como bueno/ Moriré de cara al sol!”) aparezca en el Cuaderno de Apuntes 18 de Martí (cuaderno salpicado de referencias a Emerson), no hace sino acentuar su parentesco estético. [JB]

[12] En el ensayo “Self Reliance”, Emerson utiliza la imagen de las palmas para expresar la coronación del hombre de criterio propio: “El que haya de ser hombre no ha de ser conformista. Aquel que recoja palmas inmortales no debe ser atrapado por el nombre de bondad, sino que ha de explorar si la bondad es tal. Nada es finalmente sagrado sino la integridad de la propia mente” (II, p. 50). [JB]

[13] En “Friendship”, Emerson alude a la construcción semicircular íntima, con la que celebra la calidad humana de sus amigos: “¡Dichosa la casa que alberga a un amigo! Podría muy bien ser construida como enramado festivo o arco, para celebrarlo en un solo día” (II, p. 201). [JB]

[14] Emerson, en su “Alocución ante la Facultad de Teología”, en Cambridge, el 15 de mayo de 1838: “Tú mismo, nuevo bardo del Espíritu Santo, deja atrás todo conformismo y haz comulgar a los hombres con la Deidad por propia experiencia.

Convéncete primero y únicamente que costumbre, autoridad, placer y dinero no son nada para ti—no son vendas sobre los ojos imposibles de ver—. Por el contrario, vive con el privilegio de la mente inconmensurable” (I, p. 146). De esta alocución crítica del espíritu religioso de su tiempo, Emerson escribió unos meses antes: “No hay mejor asunto para un escrito eficaz que la clerecía. Debo sentarme y pensar y luego escribir un discurso para los clérigos norteamericanos, mostrándoles lo feo y lo no provechoso de la teología y de las iglesias de hoy, y sobre la gloria y la dulzura de la naturaleza moral, de cuya esfera están ellos casi totalmente excluidos” (I, pp. 420-421). Los cenáculos académico religiosos reaccionaron con alarma: “En el círculo de Boston y Cambridge hubo mucha conmoción durante un tiempo y, en verdad, hubieron de pasar casi treinta años antes que en la Universidad se considerara que el señor Emerson fuera una persona de fiar o deseable para tomar parte activa en sus funciones” (I, p. 423). En “Literary Ethics”, asimismo, Emerson recurre a la imagen de la venda para explicitar el decantamiento intelectual de Estados Unidos frente a Europa: “Este país no ha cumplido lo que parecía una razonable expectativa de la humanidad. Los hombres se dieron cuenta de que, cuando las correas y vendas feudales quedaron hechas pedazos, la naturaleza, por mucho tiempo madre de enanos, debía ser recobrada por una progenie de titanes, que reirían y brincarían en el continente, y subirían las montañas del Oeste con el desenfado del ingenio y del amor” (I, p. 156). [JB]

[15] Emerson, al iniciar el ensayo Nature: “Las generaciones anteriores contemplaron a Dios y a la naturaleza cara a cara; nosotros lo hacemos a través de sus ojos. ¿Por qué nosotros no podemos también gozar de una relación original con el universo?” (I, p. 5). Esta referencia de Martí a Emerson fue señalada por Anne Owen Fountain en José Martí and North American Authors, Columbia University, 1973, p. 60. Tesis de doctorado. En adelante las correlaciones consignadas en esta obra, se indicarán con el apellido Fountain entre paréntesis. [JB]

[16] Emerson, poema “Resources”: “Vaya a donde vaya, el hombre sabio se siente en casa / Su corazón la tierra, su morada el domo azur” (VIII, p. 135). [JB]

[17] Emerson, Nature: “La naturaleza extiende los brazos para abrazar al hombre, solo para permitirle que sus pensamientos sean de igual grandeza” (I, p. 21). Y en “The Over-Soul”: “La Suprema Crítica de los errores del pasado y del presente, y la única profeta de lo que ha de ser, es aquella gran naturaleza en la cual reposamos, tal como la tierra descansa en los suaves brazos de la atmósfera; aquella Unidad, aquella Supra-Alma, dentro de la cual el ser de cada hombre particular es contenido y hecho uno con todo lo otro; aquel corazón común del cual es veneración toda conversación sincera; al cual toda acción recta se somete; aquella abrumadora realidad que refuta nuestros trucos y argucias, y obliga a cada quien a pasar por lo que es y a hablar desde su carácter y no desde su lengua, y la cual cada vez tiende más a pasar hasta nuestro pensamiento y hasta nuestra mano y se convierte en sabiduría, virtud, poder y belleza” (II, pp. 268-269). [JB]

[18] Se añade coma.

[19] Con esta exclamación, Martí suelda la estética de Emerson con la de Ismaelillo, también de este mismo año 1882: “El ingenio es la actividad que repara el decaimiento de las cosas, ya sean de naturaleza total o parcialmente material o finita. La naturaleza a través de sus reinos se preserva a sí misma. Nadie se ocupa de plantar al simple hongo, por eso, ella hace caer una laminilla de una de las incontables esporas de un agárico. Una de estas, al ser conservada, transmite millones de nuevas esporas mañana o el día subsiguiente. El nuevo agárico presente tiene una posibilidad que el viejo no tuvo. Ese átomo de semilla arrojado a un nuevo lugar, no está sujeto a los accidentes que destruyeron a su padre dos varas más allá. La naturaleza hace una persona y, habiéndola traído a la edad madura, nunca se arriesga a perder una maravilla tal así de golpe, sino que desprende de ella un nuevo sujeto, cuya calidad está inmune a los accidentes a los cuales la persona adulta fue expuesta. Así que cuando el alma del poeta ha adquirido la madurez de pensamiento, se desprende y echa de sí poemas y canciones—una progenie intrépida, vigilante, inmortal, no expuesta a los accidentes del desgastado reino del tiempo; un intrépido, vivaracho retoño, provisto de alas (tal fue la virtud del alma del que provienen), las cuales los llevan rápidamente y lejos, y los dejan grabados indeleblemente en los corazones de los hombres. Esas alas son la belleza del alma del poeta”. Emerson, “The Poet” (III, pp. 22-23). [JB]

[20] Véase, al respecto, “Oscar Wilde”, La Opinión Nacional, Caracas, 11 de febrero de 1882, OCEC, t. 9, p. 235; “[¡Vivir en sí, qué espanto!]”, OCEC, t. 16, p. 131; “Inauguración de un Presidente en los Estados Unidos”, La Nación, Buenos Aires, 7 de mayo de 1885, OCEC, t. 22, p. 52; “Cartas de Martí”, La Nación, Buenos Aires, 9 y 10 de mayo de 1885, OCEC, t. 22, p. 60; “Manuel Barranco”, Patria, Nueva York, 2 de enero de 1895, no. 143, p. 2 (OC, t. 4, p. 481); y “La Pampa. Juicio crítico”, El Sudamericano, 20 de mayo de 1890, OC, t. 7, p. 370. (N. del E. del sitio web).

[21] Así en La Opinión Nacional. Pudiera tratarse de una transcripción errónea del manuscrito original por “cautivadores”, como señala la lección de OC, t. 13, p. 18.

[22] Walt Whitman reconoció la paternidad intelectual de Emerson, al proponer la realidad americana como centro gestor de la creación literaria. Su deuda hacia él la expresó con las siguientes palabras: “Calentaba, calentaba, calentaba; Emerson me puso a hervir”. En 1855 Whitman publicó la primera edición de su célebre Leaves of Grass, obra que pasó desapercibida, excepto para Emerson que le envió una carta elogiosa. [JB]

[23] Emerson, “Circles”: “¡Oh, qué profundas certezas, realizables únicamente en edades y orbes, están implícitas en el anuncio de toda verdad! En horas ordinarias, la sociedad yace fría y estatuesca. Todos permanecemos esperando, vacíos (sabiendo posiblemente que podemos henchirnos, pues estamos rodeados de símbolos que ya han dejado de serlo y ahora son prosa y juguetes triviales para nosotros). Entonces, llega un dios y convierte las estatuas en hombres fieros y con un destello de sus ojos quema el velo que cubre todas las cosas, y reluce el sentido de todo mobiliario, de taza y plato, de mesa, reloj y cuja. Los hechos, tanto tiempo espejismos en la bruma de ayer (propiedad, clima, procreación, belleza personal y cosas así), extrañamente cambian sus proporciones. Todo lo que consideramos fijo se estremece y cascabelea. La literatura, las ciudades, los climas, las religiones, dejan sus cimientos y danzan ante nuestros ojos” (II, pp. 310-311). El verdadero poeta es el ser animado por excelencia. Como locutor, trasmite dicha cualidad a través del discurso poético y el efecto estético en el oyente y en el espacio, es trastocar toda materia inerte en turgente levedad. La poética de Ismaelillo resume esta experiencia bullente y gozosa del padre-narrador, que ve danzar ante sus ojos a su hijo/mariposa. El movimiento alado que él mismo describe termina arrastrándolo: “¡Y estallo, hiervo, vibro, / Alas me nacen!” (XVI, p. 28). En “Art”, Emerson asocia el trabajo del poeta al de la naturaleza, utilizando la imagen de la estatua: “El oratorio ya ha perdido su relación con la mañana, con el sol y la tierra. Sin embargo, la voz persuasiva está en sintonía con ellos. Una obra de arte no debe ser deshojable, sino una ejecución de improviso. Un gran hombre es una nueva estatua en cada actitud y acción” (II, p. 365). [JB]

[24] Emerson, “The Poet”: “El poeta es el oráculo, el nombrador y representa la belleza. Es un soberano y se pone de pie en el centro, pues el mundo no ha sido pintado y adornado, sino que desde su comienzo es hermoso. Dios no ha hecho cosas bellas, más bien la Belleza es la creadora del universo. Por lo tanto, el poeta no es un potentado tolerado, sino emperador por derecho propio” (III, p. 7). Asimismo, en “The American Scholar”: “Tampoco es grande aquel que puede alterar la materia sino el que puede alterar mi situación mental. Los reyes del mundo trasfunden el color del pensamiento presente a toda la naturaleza y al arte, y persuaden a los hombres por la feliz serenidad con que se dedican a su tarea” (I, p. 105). Y en “Self-Reliance”: “Cuando los hombres privados actúan con parecer original, el brillo propio de la acción de un rey cubre la del caballero” (II, p. 63). [JB]

[25] Emerson, “Friendship”: “Debo sentirme orgulloso de los triunfos de un amigo como si fueran míos y sentirme propietario de sus virtudes. Me siento tan halagado cuando este es alabado, como el amante al oír el aplauso de su prometida” (II, p. 195). [JB]

[26] Emerson, “The American Scholar”: “Si es que hay un periodo en el que un hombre debiera desear nacer, ¿no es en la edad de la revolución; cuando lo antiguo y lo nuevo están uno al lado del otro y permiten ser comparados; cuando la energía de todos los hombres es escrutada por el miedo y la esperanza; cuando las históricas glorias del pasado pueden ser compensadas por las ricas posibilidades de la nueva era? Este tiempo, como todo tiempo, es muy bueno si sabemos qué hacer con él” (I, p. 110). [JB]

[27] El poeta es el ser alado. En su función de guía, trasmonta a los hombres hacia el cielo. Como en la filosofía platónica, en el proceso de adherirse a la verdad, asciende y eleva. Sostiene Emerson en “The Poet”: “Todo aquello que llamamos historia sagrada documenta que el nacimiento de un poeta es el suceso capital del tiempo. El hombre actual, más desengañado que nunca, espera aún la llegada de un hermano que pueda sujetarlo firmemente a una verdad que él ha hecho suya. (…) Mas a menudo sucede que este hombre alado, que me ha de llevar al cielo, me enrosca en la niebla y luego brinca y juguetea conmigo, como de nube en nube, indicando que se dirige hacia el empíreo” (III, p. 12). Aquí existe también un puente estético con la poética alada de Ismaelillo. [JB]

[28] Emerson, Representative Men: “Somos naturalmente creyentes. Lo que únicamente nos interesa es la verdad, o la conexión entre causa y efecto. Estamos persuadidos de que un hilo corre a través de todas las cosas. Todos los mundos están enhebrados en él, como cuentas; los hombres, los sucesos y la vida, llegan hasta nosotros porque existe tal hilo: ellos pasan y vuelven a pasar, para que conozcamos la continuidad y la dirección de esa fibra” (IV, p. 170). [JB]

[29] Referencia a Friné. En La Opinión Nacional: “Phrineas”.

[30] Emerson, “The American Scholar”: “He hablado de la educación del intelectual mediante la naturaleza, mediante los libros y mediante la acción. Queda algo que decir sobre sus deberes. El intelectual ha de convertirse en el Hombre-Pensante. Ha de estar imbuido de confianza en sí. El oficio del intelectual es alegrar, levantar y guiar a los hombres, mostrándoles los hechos de entre las apariencias” (I, p. 100). También, en “Veracity”: “El sello y prueba del poeta es que construye, añade y afirma. El crítico destruye: el poeta no dice nada que no ayude a alguien; dejemos que otros anden distraídos en sus propios asuntos; el poeta está eximido de ellos. Todos sus placeres conllevan dolor. Todos sus dolores están ribeteados de placer” (VIII, p. 37). Y en “Montaigne; or the Skeptic”: “Por lo tanto, él [genio] alegra y conforta a los hombres y ellos inmediatamente presienten todo esto en él” (IV, p. 171). [JB]

[31] Emerson, “Social Aims”: “Rehuye el lado negativo. No aflijas nunca a la gente con tus propias contriciones, ni con apesadumbradas opiniones sobre la política y la sociedad” (VIII, p. 98). [JB]

[32] Referencia al enojo abolicionista que modula la alocución “La ley de los esclavos Fugitivos”, dirigida por Emerson a los ciudadanos de su pueblo, Concord, en mayo de 1851. Se alzó para derogar la ley, con argumentos éticos y políticos. Luego, propuso un plan concreto de acción. Los siguientes pasajes son muestras de su ácida denuncia: “Norteamérica, el país más próspero del Universo tiene la calamidad más grande del Universo, la esclavitud negra” (XI, p. 186). “La más encumbrada fama de Norteamérica termina en esta cochina ley” (XI, p. 201). “¿Qué hemos de hacer? Primero, abrogar la ley; luego proceder a confinar la esclavitud a los estados esclavistas; después, ayudarles efectivamente a eliminarla. ¿O debemos, como nos aconsejan, no actuar y esperar un consenso? Pero ¿acaso descansará la esclavitud? Me temo que no. Es muy industriosa; sin días feriados. Ninguna declaración la extinguirá. Se apoderó ya de Texas y ahora tendrá a Cuba y los medios de lograr la mayoría” (XI, p. 207). [JB]

[33] Emerson, “The American Scholar”: “El intelectual, y solo él, conoce el mundo”.

Y más adelante: “Lo probable es que toda la cuestión no valga ni el más pobre pensamiento perdido por el intelectual, al dar oídos a la controversia” (I, p. 102). Más adelante en el ensayo, Martí vuelve sobre esta idea: “Emerson no discute: establece” (XIII, p. 22). [JB]

[34] Martí reformula este principio ético y se mancomuna intelectualmente con Emerson al iniciar sus Versos sencillos proclamando: “Yo soy un hombre sincero // de donde crece la palma”. [JB]

[35] En “The Over-Soul”, Emerson aplica la gradación percibida en la naturaleza a la gradación espiritual humana. En ella, el hombre alado es infinitamente más noble que su antitipo rastrero: “El progreso no ha de medirse matemáticamente sino por su propia ley. Los avances del alma no se hacen por grados, a representarse por el desplazamiento en línea recta, sino por ascensión de estado, tal como lo representa la metamorfosis: del huevo al gusano, del gusano a la mosca. Los crecimientos del ingenio poseen cierto carácter total” (II, p. 274). [JB]

[36] La interdependencia entre los diferentes tipos de discurso no se limita a la vinculación entre prosa y poesía. Martí advierte la relación existente entre el ensayo y el diario personal. Anota en inglés: “Mr Emerson’s essays are gathered from his journas. So were Goethe’s and Montaigne’s. So were Thoreau’s” (XXI, p. 379). Tanto Goethe como Montaigne, son reseñados por Emerson en Representative Men. [JB]

[37] Emerson, Nature: “Me transformo en trasparente globo ocular; soy nada; veo todo; las corrientes del Ser Universal circulan a través mío” (I, p. 10), (Fountain). [JB]

[38] Emerson, “Swedenborg; or the Mystic”: “Mi aprendizaje es tal como me lo dio Dios en mi nacimiento y hábitos, en el goce y estudio de mis ojos y no en los de otro hombre” (IV, p. 136). [JB]

[39] Emerson sostiene en “The New England Reformers”: “¿No soy acaso una persona protegida? ¿No hay acaso una gran disparidad entre mi suerte y la tuya, pobre hermano, pobre hermana? ¿No estoy acaso defraudado de lo mejor de mi cultura en la pérdida de la gimnasia que dan el trabajo manual y las emergencias que constituyen la pobreza? No encuentro nada saludable ni enaltecedor en las suaves convenciones de la sociedad; no me gusta el aire enrarecido de los salones. Aunque soy tratado con toda cortesía y regalo, empiezo a sospechar que soy un prisionero. Con mi conformismo estoy pagando un impuesto destructivo” (III, pp. 256-257). [JB]

[40] Se añaden las comas que separan estas oraciones interrogativas.