Simón Bolívar Palacios (1783-1830)

Fascinante, ágil y definitivo Bolívar.
Hagámosle criatura cotidiana mejor que nombre de aniversario; vivámosle en la permanencia y no solo en las
letras puntuadas de los centenarios.
Vivámosle en la continuidad como se vive una ley;
pongámonos a tenerlo por paisaje nuestro, hasta que nos
corra por la sangre, hecho la masa de nuestra sangre.[1]
Gabriela Mistral
Bolívar es la aurora eterna de América.[2]
Gastón Baquero
Conocido como el Libertador, por ser la figura más importante de la independencia de la América española. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte-Andrade y Blanco[3] nació en Caracas el 24 de julio de 1783 en una familia “mantuana”, como se conocía a los grandes propietarios de tierras y esclavos. Perdió a su padre a los tres años y a su madre a los nueve. Entre sus maestros ocasionales figuraron nombres como Andrés Bello y Simón Rodríguez.[4] Tras la muerte de su abuelo, los tíos decidieron enviarlo a España a realizar estudios, en 1799. Para llegar a su destino recorrió México, el Caribe y estuvo en La Habana.
En Madrid se casó en 1802 con la joven venezolana María Teresa Rodríguez del Toro, quien murió ocho meses después en su tierra natal. Desconsolado, Bolívar regresó a Europa y se reencontró con su maestro Simón Rodríguez, con quien profundizó en el pensamiento ilustrado y definió su decisión de consagrarse a la lucha por la independencia de América (1805). Luego visitó Estados Unidos, para volver al año siguiente a Venezuela, donde lo sorprendieron los acontecimientos de la ocupación francesa en la península ibérica.
Al conocer las noticias sobre la caída del gobierno español, Bolívar junto a otros “mantuanos” participaron en la formación de la Junta Suprema de Caracas, el 19 de abril de 1810. Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno criollo fue el envío de representantes a Inglaterra y Estados Unidos, misiones diplomáticas encomendadas a los hermanos Simón y Juan Vicente Bolívar, este último desaparecido en la travesía. En marzo de 1811 se reunió el primer Congreso de Venezuela en Caracas, y entre los delegados se encontraba también el joven Bolívar, quien acababa de regresar de Londres, al igual que Francisco de Miranda. El 5 de julio de 1811 esta Asamblea, con el decidido respaldo de Bolívar, Miranda y otros criollos declaró la independencia y constituyó la I República de Venezuela. Pero la I República, bloqueada y combatida por los realistas, carente además de un verdadero respaldo popular ante la ausencia de medidas sociales, se derrumbó en julio de 1812, después de la pérdida de la fortaleza de Puerto Cabello, confiada al coronel Bolívar.
Derrocada la I República, Bolívar marchó a Nueva Granada donde fue designado al frente de las milicias de Cartagena, con las cuales pasó desde fines de diciembre de 1812 a la ofensiva contra los puntos españoles fortificados en el Bajo Magdalena y, de victoria en victoria, se situó en la misma entrada de Venezuela (Cúcuta). En premio a sus fulminantes éxitos, el complacido Congreso neogranadino lo ascendió a general y le dio la jefatura del ejército destacado en la frontera venezolana. Ello le dio la oportunidad de emprender, en mayo de ese año, la liberación de su patria. Con estas fuerzas Bolívar ocupó Mérida y Trujillo (23 de mayo y 10 de junio de 1813, respectivamente). En esta última villa Bolívar firmó un decreto de “Guerra a muerte”, dirigido a impulsar la formación de una conciencia nacional y a castigar los desmanes realistas. Después de obtener más triunfos —Niquitao, Los Horcones, sabana de Taguanes—, dio cima a su Campaña Admirable, al no sufrir una sola derrota; liberó a las ciudades de Valencia (2 de agosto) y Caracas (6 de agosto), lo cual le valió el título del Libertador, y dejó acorralado a los realistas tras las gruesas murallas de Puerto Cabello.
La cadena de reveses sufridos por los realistas en los meses siguientes sirvieron para confirmar el triunfo de los patriotas e instaurar la II República, ante un Congreso en Caracas. Pero la ausencia de un programa social y la desunión patriota hicieron fracasar también la II República, en particular después que los españoles lograron atraer a su bando las grandes masas explotadas del campo, especialmente los llaneros. La adopción de Bolívar de poderes dictatoriales el 2 de enero de 1814 no pudo impedir la derrota de La Puerta (17 de junio), que lo obligó a evacuar la capital e irse al oriente, donde volvió a ser batido en Aragua de Barcelona y tuvo que retornar a Nueva Granada. Aquí el Congreso Federal lo nombró al frente de sus ejércitos, cargo que mantuvo hasta el 8 de mayo de 1815 cuando, para evitar una lucha fratricida, renunció y se fue a Jamaica donde escribió una carta visionaria que auguraba la futura independencia y esbozaba su sueño de unidad continental.[5]
Refugiado en Haití, y con la ayuda del presidente Alexandre Pétion, Bolívar regresó a Venezuela al frente de una expedición, el 3 de mayo de 1816. Desde que llegó a su patria, el Libertador se propuso darle un sentido diferente a la gesta independentista, para lo cual proclamó el perdón de los españoles que se rindieran, el cese de la “Guerra a muerte” y la absoluta libertad a los esclavos. Imposibilitado de mantenerse en esa región costera, Bolívar se trasladó a los Llanos del Apure y Casanare (abril de 1817), donde José Antonio Páez había incorporado a sus humildes pobladores a la lucha emancipadora. El 17 de julio Bolívar se apoderó de Angostura y estableció allí el Congreso y la capital de la nueva República, tras exigir la validación de sus decretos sociales. Después de la victoria militar de Queseras del Medio (3 de abril de 1819), al frente de los llaneros marchó sobre Nueva Granada y, tras vencer en Boyacá, ocupó Bogotá (10 de agosto). De regreso a Angostura, Bolívar proclamó ante el Congreso el 17 de diciembre la creación de la República de Colombia, fruto de la unión de Venezuela y Nueva Granada. La victoria que consolidó la independencia de estos territorios la consiguió el 24 de julio con la batalla de Carabobo.
Para destruir los vestigios de resistencia enemiga en Colombia, Bolívar dejó el gobierno de la República a Francisco de Paula Santander y salió en campaña sobre Popayán en octubre de 1821, con la intención de envolver a Quito en una guerra de dos frentes, pues Antonio José de Sucre avanzaba sobre Guayaquil. A la importante victoria del Libertador en Bombona, siguió el concluyente triunfo de Sucre en las faldas del volcán Pichincha (24 de mayo de 1822), que permitió la total liberación de la Presidencia de Quito y su incorporación a Colombia. Después de la histórica entrevista de Guayaquil con el libertador argentino José de San Martín, los días 26 y 27 de julio de 1822, Bolívar decidió continuar la ofensiva patriota al sur para liberar los baluartes españoles de Perú y el Alto Perú. Para ello se trasladó personalmente a Perú, el 2 de septiembre de 1823. Tras una serie de reveses y contratiempos iniciales, el 6 de agosto de 1824 obtuvo una victoria aplastante en Junín, que le permitió liberar Lima, mientras unos meses después Sucre obtenía una victoria definitiva sobre el colonialismo español en Ayacucho (9 de diciembre). Ello permitió consolidar la independencia de todas las antiguas colonias españolas e incluso la creación de una república en el Alto Perú con su propio apellido.
Convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá para propiciar la alianza y unión de las antiguas colonias de España y favorecer la independencia de Cuba y Puerto Rico, pero se reunió en 1826 sin alcanzar sus propósitos. Al regresar a Colombia en 1827, el Libertador tuvo que hacer frente a movimientos sediciosos que terminaron por deshacer incluso la gran Colombia. Enfermo y abatido, Bolívar renunció y se retiró a Santa Marta, donde falleció el 17 de diciembre de 1830.[6]
José Martí hace alusión innumerables veces a Bolívar, en sus escritos y discursos, considerándolo la personalidad más relevante de la historia americana, que “ni en Temístocles, ni en Pisístrato, ni en César, ni en el astuto Napoleón, ni en el honrado Washington, [hay] alguno a Bolívar semejante”.[7] Sus ideas acerca de la unidad continental fueron la base del criterio latinoamericanista del Apóstol cubano. La obra más significativa de Martí dedicado al “héroe admirable en el que se reunieron todos los dones de la grandeza humana en el más alto grado”,[8] es el discurso que pronunció el 28 de octubre de 1893, en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, en Nueva York.[9]
Véanse, además, los siguientes textos de Martí dedicados a exaltar el “poder excelso”, “la fuerza mágica” y el “valor resplandeciente de nuestro maravilloso héroe”,[10] “un Júpiter”,[11] “el César fiero”,[12] “Alejandro de la libertad”,[13] “el creador”,[14] y “aquel padre de pueblos”:[15] “El Federalista”,[16] “[Fragmentos del discurso pronunciado en el Club del Comercio]”. (Primera y segunda versiones),[17] “Don Miguel Peña” (fragmentos),[18] “La estatua de Bolívar por el venezolano Cova”,[19]“El Centenario de Bolívar en Nueva York”,[20] “Tres héroes”,[21] “Discurso en honor de Venezuela”,[22] y “La fiesta de Bolívar en la Sociedad Literaria Hispanoamericana”.[23]
En el proyecto de Monografías de hombres ilustres, que José Martí pensaba escribir, “las dos primeras, por la mayor significación y trascendencia de la obra de los biografiados”,[24]estarían dedicadas a Bolívar y a Juárez.
Véanse los ensayos de Gastón Baquero: “Evocación de Bolívar. (En el segundo centenario de su nacimiento)”,[25] de Fina García Marruz: “Venezuela en Martí”,[26] y de Cintio Vitier: “Demandando a la vida su secreto”.[27]
[Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2000, t. 2, pp. 305-307. (Nota modificada por el E. del sitio web)].
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Gabriela Mistral: “El rostro cuarentañero de Bolívar”, Casa de las Américas, La Habana, septiembre-octubre de 1989, p. 41.
[2] Gastón Baquero: “Evocación de Bolívar. (En el segundo centenario de su nacimiento)”, Una señal menuda sobre el pecho del astro, selección y prólogo de Remigio Ricardo Pavón, Holguín, Ediciones La Luz, 2014, p. 314.
[3] Orlando Calderón Frías: Hechos históricos y efemérides fundamentales para la escuela, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2011, p. 279.
[4] Véanse Salvador Morales: “Simón Rodríguez y José Martí: convergencia y actualidad de ideas”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1985, no. 8, pp. 186-199; Ignacio de la Cruz: “Simón Rodríguez, maestro de la redención de América”, Repertorio Americano, 1997; Salvador Morales: “¿Mentes paralelas? Coincidencias y divergencias entre Simón Rodríguez y José Martí”, Memorias del Encuentro Internacional Vigencia del pensamiento bolivariano y martiano en la construcción del socialismo del siglo XXI, Caracas, 2010; Lourdes Ocampo Andina: “De Martí a Lezama. Simón Bolívar y Simón Rodríguez”, Palabra Nueva, diciembre de 2010; y Salvador Morales: “¿Influencias o coincidencias entre Simón Rodríguez y José Martí?”, Venezuela y Bolívar en José Martí, Caracas, Casa de Nuestra América José Martí, 2011.
[5] Simón Bolívar: “El destino de la América se ha fijado irrevocablemente”, Kingston, 6 de septiembre de 1815, Documentos, prólogo de Manuel Galich, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2010, pp. 51-76.
[6] “El Bolívar de la apoteosis, el dueño de la gloria, el de la espada recubierta de diamantes, el vencedor, es tan solo la mitad, y acaso menos, del Bolívar entero y perfecto. Ese hombre que crecía todos los días, que se empinaba sobre sí mismo y sobre los demás, como buscando una tierra más alta, unas cumbres más puras, un mundo más suyo, da la medida de su grandeza cuando lo vemos navegar en la adversidad. ¿No se ha observado lo mal que resisten ciertos grandes hombres las horas negras, los idus del infortunio? César se cubre la monda cabeza cuando ve los puñales avanzar sobre él. Napoleón en Santa Elena es todo menos un héroe; es un burgués de la desdicha, príncipe sin nobleza aspirando a un trono que ya no sabe conquistar.
Bolívar no. Bolívar tiene una capacidad tal de renunciamiento previo, un estilo tan único de apurar hasta el fondo la amargura de la vida, que es él quien nos da el modelo del auténtico vencedor: el que domina a la gloria y el que vence a la adversidad”. (“Evocación de Bolívar. (En el segundo centenario de su nacimiento)”, ob. cit., p. 314).
[7] JM: “Don Miguel Peña”, Revista Venezolana, Caracas, 1ro de julio de 1881, OCEC, t. 8, p. 72.
[8] JM: “Un viaje a Venezuela” (traducción), [Nueva York, agosto de 1881-febrero de 1882], OCEC, t. 13, p. 152.
[9] De la historia a las letras: Bolívar por Martí. Antología crítica, introducción, selección y notas de Lourdes Ocampo Andina, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Ediciones Boloña, 2012, pp. 101-113.
[10] JM: “Sección constante”, La Opinión Nacional, Caracas, 17 de noviembre de 1881, OCEC, t. 12, p. 47.
[11] “Un viaje a Venezuela”, ob. cit., p. 143.
[12] JM: “[Ni Cincinato, ni Catón fundara]”, Poemas en hojas sueltas, OCEC, t. 16, p. 220. Como ha señalado la poetisa y ensayista Fina García-Marruz es usual en Martí, tanto en prosa como en verso, el uso del adjetivo “fiero”, “en el sentido de vehemente, no de feroz”.
[13] JM: “[Otros fragmentos]”, [Nueva York, 1883], OCEC, t. 17, p. 305.
[14] JM: “Heredia”, discurso en Hardman Hall, Nueva York, 30 de noviembre de 1889, El Avisador Hispanoamericano, suplemento al no. 176, Nueva York, 3 de diciembre de 1889, OC, t. 5, p. 167.
[15] JM: “[Fragmentos relacionados con el discurso sobre Bolívar]”, Nueva York, 24 de julio de 1883, OCEC, t. 17, p. 297.
[16] El Federalista, México, 8 de diciembre de 1876, OCEC, t. 2, pp. 293-294.
[17] Caracas, 21 de marzo de 1881, OCEC, t. 8, pp. 23-35 y 36-49, respectivamente.
[18] Revista Venezolana, Caracas, 1ro de julio de 1881, OCEC, t. 8, pp. 61-63, 68-69 y 70-74.
[19 ] La América, Nueva York, junio de 1883, OCEC, t. 18, pp. 68-71.
[20] La América, Nueva York, agosto de 1883, OCEC, t. 18, pp. 121-124.
[21] “Tres héroes”, La Edad de Oro, Nueva York, julio 1889, en La Edad de Oro. Edición facsimilar, ensayo y notas de Maia Barreda Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2013, pp. 3-6.
[22] El Porvenir, 9 de marzo de 1892, De la historia a las letras: Bolívar por Martí. Antología crítica, ob. cit., pp. 91-96.
[23] Patria, Nueva York, 31 de octubre de 1893, no. 84, p. 2; De la historia a las letras: Bolívar por Martí. Antología crítica, ob. cit., pp. 97-100.
[24] JM: “Libros”, OC, t. 18, p. 290.
[25] Una señal menuda sobre el pecho del astro, selección y prólogo de Remigio Ricardo Pavón, Holguín, Ediciones La Luz, 2014, pp. 307-319.
[26] Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1982, no. 5, pp. 26-77.
[27] Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1988, no. 11, pp. 350-358.