A NÉSTOR PONCE DE LEÓN
[Nueva York] Feb. 17/ 94
Amigo mío:
Sé que le voy a dar un placer, y no se lo quiero escatimar. Cuba entera, cara a cara de España, ha honrado el valor y la constancia de Fermín Valdés Domínguez, a quien de fama y persona conoce Vd.; y acá es ya deseo público el de tributarle un homenaje semejante al que le ha tributado Cuba.[1]
Yo tengo la culpa de que no se le haya tributado ya, porque por ser él como hermano mío, podría pensarse que mi intención, o mi asentimiento inmediato, era más de mi cariño que de nuestra justicia.
Mañana nos juntamos unas cuantas personas de seso a discurrir el mejor modo de dar forma a este deseo natural, y yo tendré mucho placer en que deje Vd. caer en esa conversación de amigos su consejo.[2]
Como es tan gran placer, y tan propio de gente de valía, honrar a quien lo merece, tengo por seguro que me dará el gusto de verlo mañana domingo, a las cuatro de la tarde, por este rincón: 424 W. 57 Street.—Allí le esperan manos cubanas y amistosas,—y las de su
OC, t. 20, p. 445. Cotejada con el manuscrito original.
Tomado de José Martí: Epistolario, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Plá; prólogo de Juan Marinello, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. IV, p. 48.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] En la noche del 24 de febrero de 1894, “en el espléndido salón Jaeger’s, uno de los más bellos y espaciosos” de Nueva York, según se hace constar en un artículo sin firma titulado “En honor de Valdés Domínguez” (Patria, Nueva York, 2 de marzo de 1894, no. 101, p. 2), tuvo lugar el acto público con el propósito de dar testimonio de “estimación y cariño” al hombre que es “símbolo de valor, de honra y de decoro para todo buen cubano”. El discurso del Apóstol y las intervenciones de Tomás Estrada Palma del propio Valdés-Domínguez pueden consultarse en Patria, Nueva York, 2 de marzo de 1894, no. 101, pp. 2-3.
[2] Véanse las cartas de José Martí a Ramón L. Miranda, a Francisco Sellén, a José Pérez del Castillo y a Gonzalo de Quesada (17 de febrero de 1894), invitándolos a participar en la reunión organizativa del tributo que la emigración cubana de Nueva York ofrecería a Valdés-Domínguez.