TEXTOS ANTIMPERIALISTAS DE
JOSÉ MARTÍ
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La primera conferencia
Es una reseña sobre la primera de las conferencias políticas que daría mensualmente el club José Martí, en que los distintos oradores (Sotero Figueroa, Quesada, y otros) trataron de la labor de la emigración y sus esfuerzos por organizarse antes y después de la guerra. Martí habló allí dos horas, “explicó las causas de la derrota de la segunda guerra,[288] cuando él mismo presidía el Comité de New York;[289] pintó el estado del país después de ambas caídas, y la necesidad de poner remedio, una por una, a las causas que nos hicieron caer”. Al referirse a las múltiples tareas emprendidas, a “la labor silenciosa” para congregar los elementos que quedaron desamistados, alude entre sus esfuerzos para salvar la Revolución, al de
reunir los elementos revolucionarios de manera que creen en Cuba una república pacífica e industriosa antes de que, maduro ya el vecino poderoso para la conquista disimulada, pueda alegar como excusa de ella ante el mundo la ruina irremediable y la incapacidad política de una Isla indispensable al comercio del mundo […][290]
JM: “La primera Conferencia”, Patria, Nueva York, 18 de junio de 1892, no. 15, p. 3; OC, t. 2, pp. 29-32.
El remedio anexionista
Aunque no cree aún madura ni siquiera mayoritaria, ni en Cuba ni en los Estados Unidos, la idea de anexión, estima deber del Partido Revolucionario Cubano acudir a la verdadera solución popular, natural e histórica, de nuestros problemas, “solución que el mismo poder anexador, con frialdad dolorosa, considera fatal e ineludible para iniciarse en su gracia,—la guerra preliminar de la independencia”.[291]
Reconoce dos fuentes a esta idea de anexión, la primera fundada en el “temor piadoso de la guerra” y la creencia en la ineptitud del cubano para el gobierno propio, que “con la mejor voluntad” sostenían algunos sinceros anexionistas; y otra que “no inspira respeto ciertamente, sino coraje, el hábito de servidumbre en algunos hombres tan arraigado que les quita toda confianza en sí, y, aliado a la soberbia, llévales hasta suponer en los demás la impotencia que en sí propios reconocen”. Cree a esta idea de la anexión “un factor grave y continuo de la política cubana”, estimulado por “la opinión de ruindad constitucional e irredimible incompetencia en que nos tiene el pueblo de los Estados Unidos, por ignorancia y preocupación, por la propaganda maligna de los políticos ambiciosos, y por el justo desdén del hombre libre al esclavo”.[292] Ve el único modo de quitarles la razón a los que así pensaban:
demostrarles, con nuestra organización y victoria, que no todos los cubanos se contentan con fiar a Cuba al capricho del azar, o a la política de espera de una república que se declara ya agresiva, y nos comprende, como puesto de defensa necesaria, en su plan de agresión […][293]
Recuerda que en medio siglo solo habían logrado los anexionistas “enviar a Cuba una expedición infeliz[294] en los días en que la mayoría esclavista de los Estados Unidos necesitaba un Estado más que asegurase el poder político vacilante de los mantenedores de la esclavitud”,[295] o sea, la expedición de Narciso López.
Este artículo no es solo contra el peligro, que no cree, por todavía minoritario, excesivo, de la idea anexionista, como contra los que tenían sus miras para después de lograda la independencia de España por los cubanos, o sea, lo que llama las miras “de factoría y de pontón estratégico”,[296] del gobierno norteamericano.
JM: “El remedio anexionista”, Patria, Nueva York, 2 de julio de 1892, no. 17, pp. 1-2; OC, t. 2, pp. 47-50.
Carácter
Alerta a los que, por aborrecimiento de la tiranía de España:
admiran sin examen suficiente las instituciones del pueblo norteamericano, sin ver que ellos no han logrado impedir la conversión del yanqui demócrata y universal en el yanqui autoritario, codicioso y agresivo, y que las instituciones no son más que el reglamento de los derechos, que han de amoldarse al pueblo donde rijan, y lo trastornan más que lo sirven cuando no se conforman de primera mano a su naturaleza […][297]
Alerta a los que fomentaban una “liga innecesaria” con un pueblo “cuyos peligros interiores y dificultades propias” eran ya tan visibles. No era “el mejor modo de salvar el dedo de una quemadura”, “echar todo el cuerpo a la llamarada”. Había “un modo mejor, y único, de asegurar la ayuda y el respeto de los Estados Unidos, y la libertad local, que verían como propiedad suya desde que hubiera nacido de su concesión graciosa, en vez de nacer de nuestro esfuerzo […]” y era “enseñarse ante los Estados con todo el coraje y toda la razón de hombres”.[298]
JM: “Carácter”, Patria, Nueva York, 30 de julio de 1892, no. 21, pp. 1-2; OC, t. 2, pp. 75-77.
El Evening Telegraph de Filadelfia
Responde a “una alocada entrevista sobre cosas cubanas” de un corresponsal de La Habana en que
se da a la Isla como muerta de ansias, del calcañal al cogote, por el beneficio de la unión en métodos políticos con un pueblo de antecedentes, naturaleza, clima y métodos políticos distintos, que ha manejado su propia república de modo que lleva en las entrañas todas las soberbias y peligros de la monarquía […][299]
Le recuerda la labor del Partido Revolucionario Cubano y subraya lo de su artículo tercero: “[…] sin compromisos inmorales con pueblo u hombre alguno […]”[300] Responde a las razones antirevolucionarias, racistas y clasistas en el fondo, según las cuales el favorecer el armamento de expediciones no traería más que “inútiles derramamientos de sangre, y un régimen aún más terrible”, con gran energía. Aunque es sobre todo un artículo anticolonialista y antianexionista, subraya, una vez más, su denuncia a una república que llevaba “en las entrañas todas las soberbias y peligros de la monarquía”,[301] lo que tenía importancia entre gentes que no veían “las entrañas” sino las apariencias de gran democracia de esta república. Anuncia el propósito del Partido de fundar una república verdadera por “su espíritu y métodos”, que asegurase “la dicha durable” de todos sus hijos.[302]
Martí logró de los cubanos y puertorriqueños de Filadelfia la adhesión total a estos principios del Partido, el reconocimiento de la diferencia “grande” y “potente” con los Estados Unidos que haría su anexión política “peligrosa e innecesaria”[303] y estuvo muy al tanto de la reacción de la prensa americana, como puede verse en “La independencia de Cuba y la prensa de los Estados Unidos”, a los periódicos amigos y a los hostiles a ella, para saber “lo que se puede aprovechar de estos vecinos nuestros” y lo que “no se debe esperar” de ellos, fijándose, aún en los que la favorecían por temor a que Cuba “cayese en las manos de Inglaterra o de Alemania”, o en la velada amenaza que aseguraba que no podía “tomar a Cuba bajo su protección”,[304] como variante posible. En este artículo alerta por eso, más que sobre las declaraciones de la prensa, sobre las “entrañas” o peligros reales muchas veces tras ellas ocultos.
JM: “El Evening Telegraph de Filadelfia. Una entrevista sobre Cuba”, Patria, Nueva York, 13 de agosto de 1892, no. 23, p. 2; OC, t. 2, pp. 107-112.
La crisis y el Partido Revolucionario Cubano
Martí dedica este artículo a la forma como la crisis por la que estaban atravesando los propios Estados Unidos afectaba a las industrias y a la emigración de los obreros cubanos y puertorriqueños que dependían de ellas. En el texto abunda en la necesidad, cada vez mayor, de levantar la propia casa, sin tener que depender de los azares de la extranjera:
Mientras más sea la agonía en la tierra extranjera, más se ha de trabajar por conquistar, pronto, la tierra propia. El Norte ha sido injusto y codicioso; ha pensado más en asegurar a unos pocos la fortuna que en crear un pueblo para el bien de todos; ha mudado a la tierra nueva americana los odios todos y todos los problemas de las antiguas monarquías […] del Norte, como de tierra extranjera, saldrán en la hora del espanto sus propios hijos. En el Norte no hay amparo ni raíz. […] Aquí se amontonan los ricos de una parte y los desesperados de otra. […] Del Norte hay que ir saliendo.[305]
Aunque se refiere a la injusticia y codicia internas, ya apunta la gravitación inevitable que esta política codiciosa tenía sobre los inmigrantes pobres, los obreros cubanos y puertorriqueños de sus industrias, y la necesidad de nuestra independencia para frenarla.
JM: “La crisis y el Partido Revolucionario Cubano”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, pp. 1-2; OC, t. 2, pp. 367-370.
Pobreza y patria
En este artículo, que sigue al anterior,[306] ya esclarece más las causas de la crisis que afectaba a estas industrias y los peligros ulteriores que podría acarrear sobre nuestras tierras, en términos parecidos a los que usara ya en sus crónicas sobre la Conferencia Internacional de 1889:
Ni tiene el Norte donde colocar la suma enorme de productos que elabora;[307] ni los puede elaborar al precio bajo y plazos cómodos de otros países; ni osa el dinero venir al auxilio de industrias repletas a cuyas labores no se ve salida. El crédito es un descuento sobre el porvenir y el porvenir, por la inseguridad del valor de la plata, por el desconocimiento de la tarifa que está al componerse, y por el hecho fatal y dominante del exceso de la producción del país sobre sus ventas,—es tan confuso o amenazador que ha cesado justamente la confianza en él.[308]
Reproduce el documento de “los antillanos nobles” que lo firmaban dirigido a los cubanos y puertorriqueños residentes en Nueva York, congregándolos a un mitin para estudiar la situación, “la alarma justa de las industrias todas en el pánico actual de los Estados Unidos”, y “afrontar la pobreza que pudiese caer sobre nuestros hogares”, para que no se valieran de ella los enemigos de la patria, presentándola “como prueba de nuestra incapacidad para contribuir a la independencia”, que era lo que propagaban las agencias españolas. Reitera que “no hay conflicto entre el patriotismo y la pobreza”.[309]
JM: “Pobreza y patria”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, p. 2; OC, t. 2, pp. 370-372.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[288] Referencia a la llamada Guerra Chiquita.
[289] Comité Revolucionario Cubano.
[290] JM: “La primera Conferencia”, Patria, Nueva York, 18 de junio de 1892, no. 15, p. 3; OC, t. 2, p. 32.
[291] JM: “El remedio anexionista”, Patria, Nueva York, 2 de julio de 1892, no. 17, pp. 1-2; OC, t. 2, p. 48.
[292] Ibíd., p. 48-49.
[293] Ibíd., p. 50.
[294] Debe tratarse de una de las dos expediciones organizadas por el militar venezolano Narciso López desde el territorio de Estados Unidos, con el apoyo de ciudadanos norteamericanos partidarios de la anexión de Cuba a ese país, que pudieron desembarcar en las costas cubanas, el 19 de mayo de 1850, por Cárdenas, y el 12 de agosto de 1851, por la costa norte de Pinar del Río. Ambas expediciones fracasaron rápidamente por la falta de apoyo popular entre los criollos de la región y la gran concentración de tropas coloniales movilizadas para combatirlas.
[295] “El remedio anexionista”, ob. cit., p. 50.
[296] Ídem.
[297] JM: “Carácter”, Patria, Nueva York, 30 de julio de 1892, no. 21, p. 1; OC, t. 2, p. 76.
[298] Ibíd., pp. 1-2; OC, t. 2, p. 77.
[299] JM: “El Evening Telegraph de Filadelfia. Una entrevista sobre Cuba”, Patria, Nueva York, 13 de agosto de 1892, no. 23, p. 2; OC, t. 2, p. 107.
[300] “Bases del Partido Revolucionario Cubano”, ob. cit., p. 1; OC, t. 1, p. 279.
[301] “El Evening Telegraph de Filadelfia. Una entrevista sobre Cuba”, ob. cit., pp. 108 y 107, respectivamente.
[302] “Bases del Partido Revolucionario Cubano”, ob. cit., ob. cit., p. 1; OC, t. 1, p. 279.
[303] “[…] la diferencia grande, potente, de prácticas políticas, antecedentes históricos y composición nacional entre Cuba y los Estados Unidos, no sería condición favorable a la anexión política, peligrosa e innecesaria a los Estados Unidos,—los cubanos y puertorriqueños de Filadelfia, en estricto acuerdo con las declaraciones expresas del Partido Revolucionario Cubano, tienen en la más alta estima, por las necesidades comunes de la hora presente, y la decorosa amistad en lo futuro, la simpatía del pueblo de los Estados Unidos, al cual les une cordial gratitud política, y la igual determinación de mantener el bienestar y libertad del hombre”. (JM: “La recepción en Filadelfia”, Patria, Nueva York, 20 de agosto de 1892, no. 24, p. 2; OC, t. 2, p. 139).
[304] JM: “La independencia de Cuba y la prensa de los Estados Unidos”, Patria, Nueva York, 27 de agosto de 1892, no. 25, p. 3; OC, t. 2, pp. 149-150.
[305] “Mientras más sea la agonía en la tierra extranjera, más se ha de trabajar por conquistar, pronto, la tierra propia. El Norte ha sido injusto y codicioso; ha pensado más en asegurar a unos pocos la fortuna que en crear un pueblo para el bien de todos; ha mudado a la tierra nueva americana los odios todos y todos los problemas de las antiguas monarquías: aquí no calma ni equilibra al hombre el misterioso respeto a la tierra en que nació, a la leyenda cruenta del país, que en los brazos de sus héroes y en las llamas de su gloria funde al fin a los bandos que se lo disputan y asesinan: del Norte, como de tierra extranjera, saldrán en la hora del espanto sus propios hijos. En el Norte no hay amparo ni raíz. En el Norte se agravan los problemas, y no existen la caridad y el patriotismo que los pudieran resolver. Los hombres no aprenden aquí a amarse, ni aman el suelo donde nacen por casualidad, y donde bregan sin respiro en la lucha animal y atribulada por la existencia. Aquí se ha montado una maquina más hambrienta que la que puede satisfacer el universo ahíto de productos. Aquí se ha repartido mal la tierra; y la producción desigual y monstruosa, y la inercia del suelo acaparado, dejan al país sin la salvaguardia del cultivo distribuido, que da de comer cuando no da para ganar. Aquí se amontonan los ricos de una parte y los desesperados de otra. El Norte se cierra y está lleno de odios. Del Norte hay que ir saliendo. Hoy más que nunca, cuando empieza a cerrarse este asilo inseguro, es indispensable conquistar la patria. Al sol, y no a la nube. Al remedio único constante y no a los remedios pasajeros. A la autoridad del suelo en que se nace, y no a la agonía del destierro, ni a la tristeza de la limosna escasa, y a veces imposible. A la patria de una vez. ¡A la patria libre!” [JM: “La crisis y el Partido Revolucionario Cubano”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, p. 1; OC, t. 2, pp. 367-368. (Las cursivas son del E. del sitio web)].
[306] “La crisis y el Partido Revolucionario Cubano”, ob. cit.
[307] “Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder […]”. [“Congreso Internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus tendencias”, ob. cit., t. 6, p. 46. Las cursivas son del E. del sitio web)].
[308] JM: “Pobreza y patria”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, p. 2; OC, t. 2, p. 370.
[309] Ibíd., pp. 372 y 371, respectivamente.