NATURALEZA Y REVELACIÓN
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Este rechazador de todos los dogmas, que hablaba en su texto sobre Pérez Bonalde de “las religiones” y de “los sistemas políticos” como obstáculos que “embridaban” al hombre y le restaban su brío natural,[49] no teme llevar este mismo concepto del “hombre natural” al de la “religión natural”,[50] que se confundía en su visión con esta especie de amor universal a todo, que no “consentía” en vivir hasta tanto no se lograse la redención de toda la “pena del mundo”.[51] No se trata de la defensa de ninguna fe religiosa anterior (de “las religiones”), cuyo “diosismo excesivo”[52] había engendrado, como exceso, y seguía engendrando tantas luchas entre ateos y creyentes, sino a un estado ulterior de síntesis en que se juntarían “todos los credos, a despecho suyo” y se aliarían, al reconocimiento de todas las ganancias del ejercicio de la razón humana,[53] aquella necesidad de lo maravilloso o plenitud de dicha que el hombre “confusamente” había aguardado siempre.[54]
De aquí que considera las dudas “naturales y saludables” “vapor de verdad” del que surgiría “la fe en la armonía, bondad y eternidad del universo”, y que considere al “ejercicio honrado” de la inteligencia, “cumplimiento íntegro y leal del mandato divino!”.[55]
No debe por ello extrañar a nadie la traslación que hace Martí de los términos de anterior lenguaje religioso a esta “fe nueva”.[56] Que hable del “culto […] a la dignidad plena del hombre”.[57] Que llame al desfile de los trabajadores en su gran crónica neoyorquina, “La procesión moderna”. Que llame a la patria “ara”,[58] “altar”.[59] Que escriba: “es mi hostia el alma humana”,[60] en uno de sus poemas. Que llame al compromiso con la masa obrera “el arca de nuestra alianza”.[61] Que diga que le era preciso al hijo del hombre “aprender a morir en la cruz todos los días”.[62] Que reitere la expresión de “andar por la mar”.[63]
Un larguísimo trabajo podría hacerse sobre la constante utilización de esta terminología en sus textos revolucionarios. “Hombre del campo”, tenido habitualmente por un texto irreligioso, es más bien una defensa del honor mancillado por el mal sacerdote, y por ello termina diciendo: “¡[…] hay otro Dios!”[64] Tan irrespetuoso sería presentar a Martí como un defensor de una religión determinada (en este caso, la católica), como presentarlo como un ateo decimonónico. El Dios que aquí defiende es justamente “otro”. Es aquel del Éxodo, de los profetas, de los primeros “cinco buenos siglos del Cristianismo”,[65] que hoy quiere rescatar toda la izquierda revolucionaria cristiana de la América Latina, aquel que no quería culto externo sino la realización de la justicia entre los hombres.
Es de esta “religión de amor”, más sencilla que otra alguna, sin dogmas ni cultos, de la que dijo que en ella se irían fundiendo “los elementos de odio” de la sociedad cubana,[66] como de todas las otras sociedades “viejas”. En su pensamiento, ella se confunde con la conciencia y no es ni trascendencia absoluta ni cerrada inmanencia, sino “Filosofía de relación”,[67] fidelidad a la raíz, radial apertura en el sentido del universo. Este “espíritu de amor”,[68] del que dijo que sin él nada podía verse,[69] entraña no solo el deber de la justicia revolucionaria, sino la posibilidad intelectual del verdadero conocimiento.
Si Martí llamó a Cuba “la Isla natural”,[70] no fue ciertamente para ceñirla a una supuesta condición idílica o agreste; la estructura misma de la frase es la de dos círculos que se corresponden en dos distintos grados de desarrollo y, sin duda, aluden a esta expansión que va de lo “natural” a lo “intelectual” recorrido por una energía que los trasciende. Más de una vez se refirió a este amor suyo a la expansión y a su aborrecimiento de cuanto encarcelase el espíritu humano. En sus versos últimos observamos esta misma parábola que va de “las yerbas y las flores” al “Todo es” del universo. Su “orgullo” está, entonces, en esa relación entre los dos órdenes que supone una previa asunción de “la gran pena del mundo”. Ello es lo que exigen los héroes muertos desde sus “claustros de mármol”.[71] La continuación de esta urgente labor redentora que al incorporar la vida daría acceso al verdadero conocimiento.
La “guía” que a él nos conduce pasa por los sentidos, pero vislumbra a través de ellos una verdad que los traspasa. Va de aquel primer “Yo he visto”,[72] “Un niño lo vio: tembló // De pasión por los que gimen […]”,[73] referidos, ya a la “divina belleza”,[74] ya a la terrestre injusticia, hasta aquel “Yo sé”[75] de la conciencia despertada, saber de amor que no excluye al otro, el adquirido o letrado, sino lo completa y lo funda, saber que es ya no solo receptivo sino creador y conducente al definitivo “Yo soy”[76] del hombre.
Podríamos añadir que esta fe en una esencial bondad no solo del hombre, sino de las leyes de hermosura constante del Universo,[77] tuvo, como toda fe auténtica, reales desfallecimientos. Hay cartas, apuntes biográficos, y poemas en que se le ve la herida (“Conozco al hombre, y lo he encontrado malo”).[78] No hay más que recordar la desgarradora “nada” que se le revela sin ulterior sentido, de las primeras páginas de El presidio político,[79] y este “Todo es […]” de los Versos sencillos, entre la visión que allí da la historia, la búsqueda enloquecida del oro que caracterizó a la Conquista, con su cohorte goyesca de llagas, cárceles y crímenes, y esta naturaleza de sus versos agrestes a toda mansa caricia amparadora. No siempre se le apareció la naturaleza bajo este aspecto diríamos “final”, de los Versos sencillos que es el que admira en Emerson.[80] Baste recordar aquí, la significativa crónica juvenil acerca de las inundaciones del Garona, en que la naturaleza aparecía no ya con un aspecto desolador sino aún terrífico. La ve como una “masa creadora maternal” que rueda “sin conciencia ni dolor” arrasando “plantas e hijos”, “campos y hombres”,[81] no como a una madre verdadera. No, no era posible: el hombre no podía ser hijo solo de la naturaleza.
No puede lo que crea ser hijo de lo que destruye: no puede lo que piensa brotar de lo que fatal y ciegamente adelanta y corre. El hijo tendrá inteligencia, porque la hubo del padre que lo creó […][82]
El hombre poseía un sentido moral, un espíritu, una conciencia.
Lo inteligente no nace de lo estúpido: el vivo bueno y noble no es el hijo de la masa bestial.[83]
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[49] JM: “El poema del Niágara”, ob. cit., p. 152.
[50] JM: “José de la Luz”, Patria, Nueva York, 17 de noviembre de 1894, no. 137, p. 2; OC, t. 5, p. 272.
[51] JM: “XXXIV”, Versos sencillos, ob. cit., p. 339.
[52] JM: Fragmentos, OC, t. 22, p. 202.
[53] JM: “‘Ostera’ y las Pascuas”, La Opinión Nacional, 1ro de mayo de 1882, OCEC, t. 9, p. 299.
[54] JM: “El poeta Walt Whitman”, ob. cit., p. 280.
[55] JM: “Guerra literaria en Colombia”, La América, Nueva York, julio de 1884, OCEC, t. 19, p. 281.
[56] JM: “Emerson”, OC, t. 19, p. 355.
[57] JM: “Con todos, y para el bien de todos”, ob. cit., p. 270. (La cursiva es de FGM).
[58] “La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella”. [JM: “Carta a Ricardo Rodríguez Otero”, Nueva York, 10 de mayo de 1888, OCEC, t. 29, p. 211).
[59] “De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella”. (JM: “Con todos, y para el bien de todos”, ob. cit., p. 269).
[60] JM: “Canto religioso”, Versos libres, ob. cit., p. 217.
[61] JM: “Con todos, y para el bien de todos”, ob. cit., p. 278.
[62] JM: “Carta a Gonzalo de Quesada”, Montecristi, 1o de abril de 1895, TEC, p. 34.
[63] JM: “Carta a José Dolores Poyo”, Santiago de los Caballeros, 19 de febrero de 1895, EJM, t. V, p. 72.
[64] JM: “Hombre del campo”, en Lourdes Ocampo Andina: José Martí: fabulación y construcción de la identidad continental, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2018, p. 370; OC, t. 19, p. 383.
[65] JM: “El tratado de comercio entre México y Estados Unidos”, La Nación, Buenos Aires, 1ro de abril de 1883, OCEC, t. 17, p. 53.
[66] JM: “Carta a José Dolores Poyo”, Key West, 20 de diciembre de 1893, EJM, t. III, p. 487.
[67] JM: “[Apuntes y fragmentos sobre Filosofía]”, [Guatemala, 1877-1878], OCEC, t. 5, pp. 206 y 213.
[68] JM: “Juan Carlos Gómez”, La América, Nueva York, julio de 1884, OCEC, t. 19, p. 271.
[69] “Por el amor se ve. Con el amor se ve. El amor es quien ve. Espíritu sin amor, no puede ver”. (JM: “Cuaderno de apuntes no. 18” [1894], OC, t. 21, p. 419).
[70] “Lo que es Cuba, para mí: La Isla natural. La Isla intelectual. Orgullo de ser cubano.
En invocación, condenación de las dictaduras:
Oh patria, salvarte de esto de España para verte caer en esto (dictaduras, Guat. Caracas, envilecimiento de los caracteres), piedra quiero volverme aquí, para castigo mío y ejemplo de los que me han de seguir, si a tanta vileza, con mis actos o con mi silencio, me prestase”. (JM: Fragmentos, OC, t. 22, p. 161).
[71] JM: “I”, “XXXIV” y “XLV”, Versos sencillos, ob. cit., pp. 299-301, 339 y 350-351, respectivamente.
[72] JM: “I” y “III”, Versos sencillos, ob. cit., pp. 299 y 300, y 303, respectivamente.
[73] JM: “XXX”, Versos sencillos, ob. cit., p. 335.
[74] JM: “I”, Versos sencillos, ob. cit., p. 299.
[75] JM: “I”, “II”, “IX”, “XXIV” y “XXXIV”, Versos sencillos, ob. cit., pp. 299, 302, 312, 329 y 339, respectivamente.
[76] JM: “I” y “XXIII”, Versos sencillos, ob. cit., pp. 299 y 328.
[77] JM: “Muerte de Emerson”, La Opinión Nacional, Caracas, 19 de mayo de 1882, OCEC, t. 9, p. 328.
[78] JM: “[Yo sacaré lo que en el pecho tengo]”, Versos libres, ob. cit., p. 223.
[79] JM: El presidio político en Cuba, ob. cit., p. 64.
[80] JM: “Muerte de Emerson”, ob. cit., pp. 330-333.
[81] JM: “Boletín. Inundación en Francia y Alemania”, Revista Universal, México, 17 de julio de 1875, OCEC, t. 3, p. 39.
[82] Ibíd., p. 40.
[83] Ídem.