JOSÉ MARTÍ
La vida del Apóstol cubano fue breve en el tiempo (1853-1895), pero la llenó de sentido humano, de tal suerte que biógrafos y críticos la estudian todavía.[1]
Estudió, sufrió, viajó, predicó la Revolución, juntó a los hombres, fundó un partido, preparó la guerra, vino a ella y cayó de los primeros en la contienda.
Inmensa fue su experiencia del mundo porque estaba dotado para penetrar las almas, en las cuales descubría aposentos de luz junto a las potencias maléficas.
Temprano decidió echar su suerte “con los pobres de la tierra”.[2] Escogió la vía del sacrificio,[3] es decir, renunció al disfrute de la existencia, para darse a una causa pública.[4] Lo hizo todo con perseverancia, sin desfallecimiento, sin odio.[5]
Peregrinó por el mundo mientras maduraba su plan y se afirmaba en los métodos con que iba a influir en la Historia. Era una fuerza que funcionaba para edificar. Creía en la realidad del bien. Creía en la eficacia del amor para vencer el poder de las tinieblas.[6]
Quiso con afecto filial a España,[7] “la España de allá”,[8] como él decía; y tanto, que lo testifica:
Amo la tierra florida,
Musulmana o española,
Donde rompió su corola
La poca flor de mi vida.[9]
Eso es. Dos palabras: “poca flor”, nos dicen que se privó de los goces del mundo y que si alguno experimentó, fue allá, en la tierra de su padre, el buen valenciano rudo, don Mariano.
En Madrid y Zaragoza hizo estudios universitarios.[10] Volvió graduado. Residió en México, en Centroamérica, en Venezuela, en los Estados Unidos. Estuvo en Santo Domingo, donde lo atraía Máximo Gómez, cuya voluntad rindió para que viniera por segunda vez a dirigir la Revolución.[11] A su paso por Haití, camino de la muerte, pues venía a Cuba, escribió un diario de viaje, publicado hace poco,[12] que exhibe la prosa más depurada y serena de su obra literaria.
Venía fatigado, doloroso, con la lucidez extraña que le da al hombre superior la proximidad del final.[13] El idioma, cuyos secretos aprendió leyendo en la biblioteca del Ateneo de Madrid, a Cervantes, a Quevedo, a Calderón, le franqueó, blando y sumiso sus registros, en esas páginas de crepúsculo. Nunca las había escrito tan bellas, ni aún en el elogio de Bolívar, o en el ensayo sobre Cecilio Acosta, o en el de Walt Whitman, o en el discurso de “Los pinos nuevos”.
Rubén Darío,[14] cuando supo la noticia de la muerte de Martí, exclamó: “¡oh Maestro, qué has hecho!”[15] La admirable página del poeta de Nicaragua se halla en su libro Los raros.[16]
Desde entonces empezó a vivir entre nosotros. Sí. Había la inefable sugestión de su ser. Los que se le acercaron en Tampa, en Cayo Hueso, en Nueva York se sintieron sobrecogidos ante el misterio de un hombre puro y avasallador.[17] Pero aquí, para nosotros, el caso era una leyenda y una larga fama cuyo resplandor iluminó a Dos Ríos. Los cubanos de acá no lo habían visto, al menos la generación del 95. Por eso, al difundirse su obra escrita, que es copiosa, empezó una nueva vida del Apóstol.[18] Su ideario ha ido rodando (no digo penetrando) en las conciencias. De todos modos, y aunque no prevalezca, se ha creado una atmósfera en torno a su memoria que no la genera ningún otro prócer de América. En algunos individuos es signo de conducta. Algo denota ya que prende en pocos la maravilla…
Estos hombres de misión espiritualizada no seducen sino a pocos. Encantan, sí, a los más, pero lo arduo es ceñirse, en lo cotidiano, a los módulos éticos del fundador. Su eticismo le hace enseñar que “la política virtuosa es la única útil y durable”.[19]
Se sitúan estos hombres en la esfera que corresponde a su estatura moral. Nuestra visión abarca el solemne conjunto de esas normas, pero la adhesión real, sacrificada, no se da. Los más de los hombres tienen como programa triunfar, llegar a una meta de bienestar práctico, y con frecuencia, sin reparar en los medios empleados. Entonces, luce raro Profeta allá en sus alturas…
Sin embargo, lo amamos, le sentimos la hechura divina, porque en todos hay elementos superiores que duermen mientras los instintos manden.
“¡Maestro, qué has hecho!”. Pero agrega Darío que la voz grave del caído le reprende…[20]
Hoy está Martí donde él contempló un día a los héroes, mudos, en reposo, con “los ojos de piedra, las manos de piedra”[21] … Su obra escrita gana devoción en América. A los cubanos nos va incitando como a los emigrados ayer. No importa, por ahora, que no prevalezcan los modos austeros del fundador.
Medardo Vitier: “José Martí”, Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, pp. 245-247.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “José Martí es un caso inexplicable y de orden mítico o milagroso en la historia de América. Cuanto más se le escudriña y estudia, más crece, y más impoluto y genial se nos revela. En él falla el refrán que afirma que no hay nadie grande para su ayuda de cámara. Él resiste el microscopio y hasta la ojeriza de los pícaros, los frívolos y los egoístas. No se le puede meditar largamente sin caer en la actitud reverente y en la terminología hagiográfica”. (Manuel Pedro González: “Contenido profético del epistolario martiano”, En torno a José Martí, Bordeaux, Editions Bière, 1973, p. 38).
“Comprobamos, en fin, que su poderoso amor a la expansión poética y revolucionaria lo está premiando, y que, como esas galaxias que la física astronómica descubre en proceso de explosión ininterrumpida, su obra crece y se expande cada día ante los ojos de sus más atentos escrutadores. Pero si otros pueden deslumbrarse con su obra, nosotros, además, hemos de sentir en su vida y en su verbo el calor vital, paternal y filial, que nuestra sangre necesita. Porque la deuda de los cubanos con Martí no es una deuda saldable por los caminos de la admiración ni del estudio, por muy necesario que este sea, sino una deuda del ser y una herencia inacabable”. (Cintio Vitier: “[Galaxia Martí]”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1988, no. 11, pp. 458-459).
[2] “Con los pobres de la tierra / Quiero yo mi suerte echar”. (JM: “Poema III”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 303). Véase también su artículo “Los pobres de la tierra” (Patria, Nueva York, 24 de octubre de 1894, no. 134, p. 1; OC, t. 3, pp. 303-305). [“Entre otras muchas formulaciones de esta toma de partido, recordamos sus palabras en el discurso de homenaje a Fermín Valdés-Domínguez: ‘Y juntos, probablemente, moriremos en el combate necesario para la conquista de la libertad, o en la pelea que con los justos y desdichados del mundo se ha de mantener contra los soberbios para asegurarla’”. (JM: “Discurso en honor de Fermín Valdés-Domínguez”, Salón Jaeger’s, Nueva York, 24 de febrero de 1894, OC, t. 4, p. 325). Nota 54 de “La irrupción americana en la obra de Martí” (1972), Cintio Vitier: Temas martianos. Segunda serie, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, pp. 31-32. Las cursivas son de CV].
[3] “En comunión con Dios vivía el hombre de corazón suave e inmenso; aquel hombre que aborreció el mal y el dolor, aquel amable león de pecho columbino, que pudiendo desjarretar, aplastar, herir, morder, desgarrar, fue siempre seda y miel hasta con sus enemigos. Y estaba en comunión con Dios habiendo ascendido hasta él por la más firme y segura de las escalas, la escala del Dolor. La piedad tenía en él un templo […]”. [Rubén Darío: “José Martí” (La Nación, Buenos Aires, 1º de junio de 1895), Antología crítica de José Martí, recopilación, introducción y notas de Manuel Pedro González, Universidad de Oriente, Publicaciones de la Editorial Cultura T. G. S. A., México, D. F., 1960, p. 4. (Las cursivas son del E. del sitio web)].
[4] “Estas cartas [a Estrázulas] recuerdan lo que había en Martí de buen disfrutador de vinos o de artes, de todos los dones legítimos de la vida, que hace más meritoria la renuncia que hizo de ellos. No fue Martí ese patriota enterizo y de una sola pieza que mucho ven nada más en él. Estas como almas varias y aun contrapuestas que en él se dieron se reflejan en los Versos sencillos, tan llenos de amor a lo natural como de amor al arte”. [Fina García-Marruz: “Las cartas de Martí” (1968), Temas Martianos. Primera serie (1969), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, p. 415).
[5] “En pueblos, solo edifican los que perdonan y aman. Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra. Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república. El odio no construye”. (JM: “Cartas de Nueva York. Francia.—Père Divorce.”, La Opinión Nacional, Caracas, 1o de junio de 1882, OCEC, t. 11, p. 219). Véanse, al respecto, los capítulos “La fuerza divisora del odio: consecuencias históricas”, “Amor y fundación” y “La guerra sin odios” de El amor como energía revolucionaria en José Martí, Albur, órgano de los estudiantes del ISA, año IV, número especial, La Habana, mayo de 1992, pp. 119-130, 130-138 y 139-145, respectivamente]; y el ensayo de Cintio Vitier: “La irrupción americana en la obra de Martí” (1972), Temas martianos. Segunda serie, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, pp. 15-16].
[6] Véase El amor como energía revolucionaria en José Martí, ob. cit..
[7] Véase el ensayo de Cintio Vitier: “España en Martí” (1994), Obras 7. Temas Martianos 2, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2005, pp. 166-186.
[8] JM: “Castillo”, La Soberanía Nacional, Cádiz, 24 de marzo de 1871, OCEC, t. 1, p. 50.
[9] JM: “Poema VII”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 310.
[10] El 25 y 27 de junio de 1874, Martí aprueba en el Instituto de Zaragoza los ejercicios del grado de Bachiller en Artes. Tres días después —el 30— en la Universidad Literaria de Zaragoza desarrolla el ejercicio correspondiente a la Licenciatura en Derecho Civil y Canónico. El 31 de agosto matricula en la Facultad de Filosofía y Letras, y el 24 de octubre del propio año alcanza el grado de Licenciado en esa especialidad.
[11] Véase la carta de Martí al general Gómez, fechada en Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, el 13 de septiembre de 1892, EJM, t. III, pp. 207-210.
[12] Parece referirse a Páginas de un diario, publicado en La Habana por Manuel Sanguily Arizti, en 1932. Comprende solamente los apuntes de Montecristi a Cabo Haitiano. Con texto introductorio y notas de Manuel Isidro Méndez se publicó en 1938 bajo el título Apuntes de un viaje. (La Habana, Publicaciones de la Secretaría de Educación, Dirección de Cultura).
La segunda parte del Diario (de Cabo Haitiano a Dos Ríos) apareció en 1940 como un apéndice del Diario de campaña del mayor general Máximo Gómez. (La Habana, Ed. Talleres del Centro Superior Tecnológico Ceiba del Agua, 1940, pp. 289-324). Al año siguiente se publicó otra edición con introducción, notas bibliográficas y pensamientos martianos de Gerardo Castellanos García.
En 1956 la Editorial del Libro Cubano publicó Diarios de José Martí con prólogo de Fina García-Marruz, quien los valoró encomiásticamente al igual que Cintio Vitier en “Visión de la naturaleza y el hombre nuestro” (Lo cubano en la poesía, 1958), y en “Diarios” (capítulo X) del libro Vida y Obra del Apóstol José Martí, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2004.
Véase Diarios de campaña. Edición anotada, investigación y apéndices de Mayra Beatriz Martínez, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2014.
[13] “Refrenaré mis emociones. Hasta hoy no me he sentido hombre. He vivido avergonzado, y arrastrando la cadena de mi patria, toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo. Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio”. (JM: “Carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín J. Guerra”, [Cerca de Baracoa] 15 [16] de abril [de 1895], EJM, t. V, p. 160).
“En estos campos suyos, únicos en que al fin me he sentido entero y feliz […] Ya entró en mí la luz, Estrada, y la salud que fuera de este honor buscaba en vano”. (JM: “Carta a Tomás Estrada Palma”, [Jurisdicción de Baracoa, 16 de abril de 1895], EJM, t. V, p. 166).
“Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo en mí propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriaga de dicha, con dulce embriaguez. Solo la luz es comparable a mi felicidad”. (JM: “Carta a Carmen Miyares y sus hijos”, Jurisdicción de Baracoa, 16 de abril de 1895, EJM, t. V, p. 167).
“Me siento puro y leve, y siento en mí algo como la paz de un niño”. (JM: “Carta a Carmen Miyares y sus hijos”, Cerca de Guantánamo, 28 de abril de 1895, EJM, t. V, p. 192).
[14] Rubén Darío Sarmiento (1867-1916).
[15] “[…] la sangre de Martí […] pertenecía a toda una raza, a todo un continente; pertenecía a una briosa juventud que pierde en él quizá al primero de sus maestros; pertenecía al porvenir! // […] Cuba quizás tarde en cumplir contigo como debe. La juventud americana te saluda y te llora, pero ¡oh Maestro, qué has hecho!” [R. Darío: “José Martí”, Antología crítica de José Martí, ob. cit., pp. 5 y 11, respectivamente. (N. del E. del sitio web)].
[16] Rubén Darío: “José Martí”, Los raros, Buenos Aires, Tipografía “La Vasconia”, 1896. (2da edición, aumentada, Barcelona, 1905).
[17] “Bien lejos de todo patriotismo, cuando hablo de José Martí, siento la misma emoción, el mismo temor, que se siente ante las cosas sobrenaturales”. (Julio Antonio Mella: “Glosas al pensamiento de José Martí” (1926), Siete enfoques marxistas sobre José Martí, La Habana, Editora Política, 1985, p. 5).
[18] En los momentos que se escribió este artículo estaban ya publicadas las siguientes ediciones de las Obras completas de José Martí:
- Obras de Martí, edición de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, La Habana, 1900-1919, 15 t. (El t. XV fue publicado por Angelina Miranda; los no. I, V y X, se imprimieron en Washington, Roma y Leipzig, respectivamente). Hay una segunda edición a cargo de Gonzalo de Quesada y Miranda y patrocinada por la Logia Unión Latina, La Habana, Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cía., 1923. En 1933 se publicó un nuevo volumen, el XVI, titulado Flores del destierro, con versos inéditos de Martí.
- José Martí: Obras completas, recopiladas y ordenadas por Néstor Carbonell, La Habana, La Prensa, 1918-1920, 8 t.
- José Martí: Obras completas, ordenación y prólogo de Alberto Ghiraldo, Madrid, Editorial Atlántida, 1925-1929, 8 t.
- José Martí: Obras completas, edición dirigida por Armando Godoy y Ventura García Calderón, París, Excelsior, 1926, 2 t.
En proceso de edición se encontraban las Obras completas a cargo de Gonzalo de Quesada y Miranda; prólogo de Emeterio S. Santovenia, La Habana, Editorial Trópico 1936-1958. En los 74 volúmenes de esa edición se incluyeron dos de Índice y una Guía para las Obras completas de José Martí.
Por otra parte, se habían publicado las siguientes obras escogidas, selecciones, compilaciones y antologías:
- José Martí. Flor y lava (antología), prólogo de Américo Lugo, París, Librería Paul Ollendorf, 1909.
- Páginas escogidas. José Martí, selección y prólogo de Max Henríquez Ureña, París, Editora Garnier, 1919.
- José Martí. Nuestra América, compilación y prólogo de Pedro Henríquez Ureña, Editorial Losada, 1939.
- Páginas selectas, selección, prólogo y notas de Raimundo Lida, Buenos Aires, Ángel Estrada y Cía., 1939.
- Estados Unidos, prólogo, selección y notas de Dardo Cúneo, Buenos Aires, Editorial Americalee, 1944.
[19] “En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí. La experiencia política así lo falla, no el mero sentimiento. ¡Urge ya, en estos tiempos de política de mostrador, dejar de avergonzarse de ser honrado! Los pícaros han puesto de moda el burlarse de los que se resisten a ser pícaros. La política virtuosa es la única útil y durable”. (JM: “Centenario de la Constitución de los Estados Unidos”, La Nación, Buenos Aires, 13 de noviembre de 1887, OCEC, t. 26, pp. 183-197).
[20] “Y paréceme que con aquella voz suya, amable y bondadosa, me reprende, adorador como fue hasta la muerte del ídolo luminoso y terrible de la Patria”. (R. Darío: “José Martí”, Antología crítica de José Martí, ob. cit., p. 11).
[21] JM: “Poema XLV”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, pp. 350-351.