Un Golpe de Dados Jamás

Abolirá el Azar

Poema

PREFACIO

     Me gustaría que no se leyera esta Nota o que, recorrida, incluso se la olvidase; enseña, al Lector hábil, poca cosa situada más allá de su penetración; pero, puede turbar al ingenuo antes de aplicar una mirada a las primeras palabras del Poema para que las siguientes, según están dispuestas, lo conduzcan a las últimas, todo sin otra novedad que un espaciamiento de la lectura. Los “blancos”, en efecto, asumen importancia, impresionan de entrada; la versificación los exigió, como silencio en torno, ordinariamente, al punto de que un trozo, lírico o de pocos pies, ocupa, en el medio, alrededor de un tercio de la hoja: no transgredo esta medida, solamente la disperso. El papel interviene cada vez que una imagen, por sí misma, cesa o vuelve a entrar, aceptando la sucesión de otras y, como no se trata, según la costumbre, de trazos sonoros regulares o versos—más bien, de subdivisiones prismáticas de la Idea, el instante de aparecer y que dura su concurso, dentro de cierta “mise en scene” espiritual exacta, es en sitios variables, cercal o lejos del hilo conductor latente, en razón de la verosimilitud, donde se impone el texto. La ventaja, si tengo derecho a decirlo, literaria, de esta distancia copiada que mentalmente separa grupos de palabras o las palabras entre sí, parece consistir tan pronto en acelerar como amortiguar el movimiento, escondiéndolo, convocándolo incluso según una visión simultánea de la Página: tomada esta por unidad como lo es por otra parte el Verso o línea perfecta. La ficción aflorará y se disipará, rápida, siguiendo la movilidad del escrito, en torno a las pausas fragmentadas de una frase capital a partir del título introducida y continuada. Todo sucede, por escorzo, en hipótesis; se evita el relato. Añádase que de este empleo al desnudo del pensamiento con retiradas, prolongamientos, huidas, o su dibujo mismo, resulta, para el que quiere leer en alta voz, una partición. La diferencia de los caracteres de imprenta entre el motivo preponderante, uno secundario y los adyacentes, dicta su importancia a la emisión oral y la posición, en medio, arriba, abajo de la página, señalará que sube o desciende la entonación. Solo ciertas direcciones muy audaces,(*) usurpaciones, etc., formando el contrapunto de esta prosodia, permanecen, en una obra a la que faltan precedentes, en estado elemental: no que yo estime la oportunidad de hacer ensayos tímidos; pero no me compete, fuera de una paginación especial o volumen mío, en un Periódico, por valeroso, gracioso e invitador que se muestre a las bellas libertades, actuar demasiado contrariamente al uso. De todos modos, habré indicado, del Poema adjunto, mejor que el esquema, un “estado” que no rompe en todos los puntos con la tradición; llevada su presentación en muchos sentidos tan lejos que no ofusque a nadie: suficientemente, para abrir los ojos. Hoy, o sin presumir el futuro que saldrá de aquí, nada o casi un arte, reconozcamos sin dificultad que la tentativa participa, con imprevisto, de búsquedas particulares y queridas a nuestro tiempo, el verso libre y el poema en prosa. Su reunión se cumple bajo una influencia, lo sé, extranjera, la de la Música oída en el concierto; habiéndome parecido que numerosos medios de ella pertenecen a las Letras, los retomo. El género, pues deviene uno como la sinfonía, poco a poco, al lado del canto personal, deja intacto el antiguo verso, al cual guardo un culto y atribuyo el imperio de la pasión y de los ensueños; en tanto que ahora sería el caso de tratar, de preferencia (como sigue) tales asuntos de imaginación pura y compleja o intelecto: que no queda ninguna razón para excluir de la Poesía—única fuente.

Stéphane Mallarmé

(*) La parte comprendida entre las palabras “Solo ciertas direcciones” … y “suficientemente para abrir los ojos” concernía más especialmente a la edición de este Poema dada por la revista Cosmopolis (mayo 1897), para la cual el Prefacio fue hecho. Este Prefacio, por lo demás, nos ha parecido de un interés bastante general y significativo del pensamiento del autor para ser reproducido aquí, a la cabeza de la edición definitiva, preparada por sus cuidados, tal como iba a aparecer en el momento en que la muerte lo sorprendió. La innovación principal establecida por él en este último “estado” de su obra, para retomar el término de que se sirve, nos parece consistir en que no existe página con anverso o reverso, sino que la lectura se hace sobre las dos caras a la vez, teniendo para ello en cuenta simplemente el descenso ordinario de las líneas.

(Nota del Editor)