República cesárea “México crece. Ha de crecer pa la defensa, cuando sus vecinos crecen pa la codicia. Ha de ser digno del mundo, cuando a sus puertas se va a librar la batalla del mundo. ¿Qué va a ser América: Roma o América, César o Espartaco? ¿Qué importa que el César no sea uno, si la nación, como tal una, es cesárea ¡Abajo el cesarismo americano! La tierra de habla española son las que han de salvar en Am.[érica] la libertad, las que han de abrir el continente nuevo a su servicio de albergue. La mesa del mundo está en los Andes”. [JM: “[De pronto, como artesa de siglos]”, [México, diciembre de 1876], OCEC, t. 4, p. 412].
“La silla de la presidencia le parecía caballo de montar; la nación regimiento; el ciudadano recluta. […] Concebía la grandeza cesárea, y quería entrañablemente a su país, como un triunfador romano a su carro de oro”. (JM: “Muerte de Grant”, La Nación, Buenos Aires, 20 de septiembre de 1885, OCEC, t. 22, p. 153).
“Para él [James G. Blaine)] no hay cumbre inaccesible, ni distancia que no mida con el ojo avariento, ni ardid a que no acuda para asegurar su presa; mas su mente cesárea no es de aquellas que los pueblos deben nutrir, porque se ejercen en su bien, sin más ambición personal que la natural y deseable que asegura la energía, sino de las que se han de temer, porque usan de su pueblo como de instrumento para el adelanto propio, y de sus problemas como de piezas de ajedrez que combina para el triunfo el jugador interesado”. (JM: “La presidencia de Estados Unidos”, La Nación, Buenos Aires, 22 de abril de 1888, OCEC, t. 28, p. 85).
“También él [John Sherman] quiere política cesárea, república aristocrática, mano alta con los pobres, y tender las alas del águila hacia el Norte,—¡y hacia el Sur!”. (Ibíd., p. 88).
“Y lo que se ve es que va cambiando en lo real la esencia del gobierno norteamericano, y que, bajo los nombres viejos de republicanos y demócratas, sin más novedad que la de los accidentes de lugar y carácter, la República se hace cesárea e invasora, y sus métodos de gobierno vuelven, con el espíritu de clases de las monarquías, a las formas monárquicas”. (JM: “En los Estados Unidos. Variedades”, La Nación, Buenos Aires, 28 de febrero de 1889, OCEC, t. 31, p. 41).
Véase Carmen Suárez León: “La república cesárea en el imaginario martiano”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2006, no. 29, pp. 47-53.