Sugerencias martiana

CERVANTES Y MARTÍ

Ha de tener mucho de Dios el que se viniere a contentar con ser pobre.
Don Quijote, 2da. parte, capítulo xliii.

Martí, al comentar las Seis Conferencias[1] de Enrique José Varona, traza uno de los más bellos retratos que se han hecho del autor de El Quijote.

     “Cervantes —escribe el Apóstol— es, en el estudio intachable del escritor de Cuba, aquel temprano amigo del hombre que vivió en tiempos aciagos para la libertad y el decoro, y con la dulce tristeza del genio prefirió la vida entre los humildes al adelanto cortesano, y es a la vez deleite de las letras y uno de los caracteres más bellos de la historia”.[2]

     Este retrato está logrado con el más simple procedimiento emotivo. El ritmo reposado de la prosa y su limpieza sintáctica, parecen de propósito para que, por suave deslizamiento, se halle el lector ante el gran panorama histórico del libro culminante.

     Martí suprime hasta el rasgo físico, breve y plástico, con que suele iluminar, de modo permanente, las figuras que pinta. La personalidad del escritor inmortal emerge bella y fuerte del parco bosquejo histórico; al aludir a sus cualidades morales, denuncia, por oposición, el menguado ambiente social y político de la Metrópoli. “Cervantes es aquel temprano amigo del hombre”, y el adjetivo temprano burila la época cervantina, en la que los humildes apenas contaban amigos.

     Colorea el vigoroso trazo anterior, la frase “en tiempos aciagos para la libertad y el decoro”, que enjuicia el reinado de los tres primeros monarcas de la dinastía austríaca que, en vida de Cervantes, tiranizaron a España, suplantando sus formas democráticas consuetudinarias de gobierno, con un absolutismo endurecido que asoló a la nación.

     Empero, donde el retrato alcanza solemnidad es al final, en el que por la emoción y la consonancia de su vida con la de Cervantes, dulce y triste, porque el genio no puede ser feliz en un mundo imperfecto, parece que se pinta el que también, “con la dulce tristeza del genio”, “con los pobres de la tierra”, quiso su “suerte echar”.[3]

Cultura Hispánica,
La Habana, 2 de octubre de 1947.

Manuel Isidro Méndez[4]

Tomado del Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1982, no. 5, pp. 275-276.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Seis conferencias. Libro de Enrique José Varona que compila seis conferen­cias leídas en La Habana, publicado por Gorgas y Cía., Barcelona, 1887. Comprende los siguientes textos: “Ideas de Mlle. Scudéry sobre la educación de las mujeres”, “Importancia social del arte”, “Cervantes”, “Víctor Hugo”, “Teoría sobre el amor (Platón y Michelet)” y “Emerson”. (Enrique J. Varona: Crítica literaria, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1979).

[2] JM: “Seis Conferencias por Enrique José Varona”, El Economista Americano, Nueva York, enero de 1888, OCEC, t. 28, p. 41.

[3] “Con los pobres de la tierra
Quiero yo mi suerte echar:
El arroyo de la sierra
Me complace más que el mar”.
(JM: “Poema III”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 303).

[4] Manuel Isidro Méndez nació en Navia, provincia de Asturias, el 15 de mayo de 1882; y falleció en La Habana, un 18 de abril, noventa años más tarde. Por tanto, 1982 —centenario de su nacimiento y primera década de su muerte— resulta particularmente apropiado para rememorar a este hombre caracterizado por la honradez y la bondad.

Heredero de la mejor España —de cuya fugaz y centelleante República fue un defensor— su vida transcurrió entre aquel país y Cuba, donde fue ganado definitivamente por el fervor martiano: autor de la primera biografía de José Martí —premiada en 1924 por el Real Consistorio Hispano Americano del Gay Saber, y publicada en París al año siguiente— obtuvo en 1939 un premio otorgado en Cuba por el Concurso Literario Interamericano que auspició la Comisión Central Pro-Monumento a Martí, con la obra Martí. Estudio crítico-biográfico, impresa en 1941, y de la cual poco después José Antonio Portuondo afirmó que era “el mejor estudio interpretativo de la vida y de la obra martianas entre nosotros” (Revista Bimestre Cubana, sept.-oct. de 1942). Aún hoy continúa siendo la mejor biografía extensa del héroe. Fue el compilador de unas Obras completas de Martí, en dos volúmenes que Lex editó en 1946 y reimprimió dos años más tarde: los leídos por Fidel en la prisión en que se le mantuvo después del asalto al Moncada.

El Anuario del Centro de Estudios Martianos publica en su entrega de 1982 una pequeña muestra de los artículos breves que con la designación genérica de “Sugerencias martianas” dio a conocer en publicaciones periódicas —con sistemáticas pruebas de lucidez y de pasión por Martí— este autor dignísimo a quien solía reverenciarse con el nombre de Don Isidro. (N. de la R.).