Manuel Sanguily Garritte (1848-1925)

Manuel Antonio Sanguily Garritte nació en La Habana, el 26 de marzo de 1848. Fue alumno del Colegio El Salvador, del sabio educador José de la Luz y Caballero, en el que más tarde ejerció el profesorado,[1] que alternaba con sus estudios de Derecho en la Universidad de La Habana. Lo abandonó todo cuando comenzó la guerra el 10 de octubre de 1868 y partió para Nassau, donde se sumó a la segunda expedición del vapor Galvanic, que desembarcó en Cuba en enero de 1869. Permaneció en la manigua redentora luchando hasta alcanzar los grados de coronel durante ocho años, pues en 1877 fue comisionado por el Gobierno de la República en Armas para tratar de conseguir recursos en el extranjero, y en esa misión, fuera del país, se firmó el Pacto del Zanjón.

     Terminada la guerra viajó a Europa, concluyó sus estudios de Derecho en la Universidad de Madrid, y retornó a La Habana, donde ejerció la carrera, el profesorado y conoció a José Martí. Colaboró en diversas publicaciones y se distinguió como elocuente orador.[2] Al estallar de nuevo la guerra en 1895, partió hacia los Estados Unidos, donde gestionó la libertad de su hermano Julio, quien guardaba prisión en Cuba, y colaboró en el periódico Patria hasta finalizada la contienda, fecha en que regresó a La Habana. Fue delegado a la Asamblea de Representantes (1898-1899), y en la República elegido senador, además de desempeñar altos cargos en el Gobierno. Falleció en La Habana, el 23 de enero de 1925.

     Martí lo estimó como “gran orador que pone a la vez en sus discursos la mente judicial y la estrofa arrebatada […]; que nutre el fuego de su oratoria, con avaricia infatigable, en la sabiduría verdadera del mundo”.[3]

     Véase el artículo de Medardo Vitier: “Manuel Sanguily”, Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, pp. 235-237.

[Tomado de EM, p. 234. (Nota modificada ligeramente por el E. del sitio web)].[4]


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] “Manuel Sanguily, discípulo agnóstico y polémico de José de la Luz […]; separatista y antimperialista militante, si bien admirador de Rafael Montoro y Antonio Sánchez de Bustamante […], adversarios de sus propias ideas políticas […]. Sanguily fue, ante todo, una personalidad, un temperamento, un carácter. Entrar en su obra es entrar en su persona, no solo en las ideas que sustentó. Y, sin embargo, pocos en nuestras letras manejaron un caudal de ideas tan objetivamente interesantes como él”. (Cintio Vitier: “La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano”, Obras 3. Crítica 1, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2000, p. 313).

[2] “Se dieron en Sanguily rasgos psicológicos que no son frecuentes en un mismo individuo. Era vehemente. Y era analítico. Lo primero comunica pasión a muchos pasajes de su oratoria, transida de patriotismo devoto. Lo segundo le lleva a inquirir las raíces y elementos de una obra literaria o de una doctrina filosófica o de un acontecimiento. Ve siempre el mérito ajeno, como vio y dijo en bellísimas páginas, el talento de Montoro, que como se sabe, pensaba de manera diferente sobre los problemas de Cuba”. (Medardo Vitier: “Manuel Sanguily”, Apuntaciones literarias, La Habana, Editorial Minerva, 1935, p. 135).

[3] JM: “Julio Rosas”, Patria, Nueva York, 11 de junio de 1892, no. 14, p. 3; OC, t. 5, p. 256.

[4] Bibliografía:

  • Manuel Sanguily: Discursos y conferencias, La Habana, Imprenta Rambla, Bouza, 1918.
  • “Sanguily y el imperialismo”, Lunes de Revolución, La Habana, 17 de octubre de 1960, no. 81, pp. 3-4.
  • Rafael Cepeda: Manuel Sanguily frente a la dominación yanqui, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1986.
  • La múltiple voz de Manuel Sanguily, Rafael Cepeda, compilador, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,
  • Cintio Vitier: “La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano”, Obras 3. Crítica 1, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2000, pp. 313-320.