Luis Amado-Blanco Fernández (1903-1975)
Nació en Riberas de Pravia, Asturias, el 4 de abril de 1903; a los dos meses la familia se trasladó a Avilés donde cursó sus primeros estudios e inició su vocación literaria en publicaciones regionales. En Madrid, se graduó como odontólogo en la Facultad de Medicina de San Carlos y un año antes del comienzo de la guerra terminó la licenciatura en esa especialidad. En 1934, fue enviado a Cuba como corresponsal del Heraldo de Madrid para reportar la situación en la Isla tras la caída del régimen de Machado.
El inicio de la Guerra Civil Española lo sorprendió veraneando en Asturias y en 1936 decidió trasladarse a Cuba, donde pudo acogerse a la ciudadanía cubana porque su padre, emigrado a principios de siglo, ya la tenía. A su llegada a Cuba se incorporó activamente a la vida cultural cubana. En 1937, visitó Colombia y Panamá, donde dictó conferencias en instituciones académicas. Fue presidente de la Sección de Cultura de Izquierda Republicana Española de La Habana. En 1938, hizo la reválida del título de Odontología en la Universidad de La Habana para poder ejercer su profesión.
De 1944 a 1959, fue redactor del periódico Información, uno de los más importantes de la capital cubana, con dos columnas semanales, una “Blancos” en la que hacía crónicas y artículos, y la otra “Guión” o “Escenario y Taller”, en la que abordaba la crítica cinematográfica, de teatro, ballet, de espectáculos y hacía crítica literaria y comentarios de libros. Por su labor periodística fue merecedor de los premios más importantes de la prensa cubana de la época.[1]
Se vinculó al desarrollo del teatro cubano a través de su relevante actividad en la Academia de Artes Dramáticas, fundada por José Rubia Barcia y se destacó además como director teatral. Su aporte al desarrollo de esta esfera de la cultura cubana es de un valor inestimable. En 1950, fue elegido presidente de la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos. Escribió un libreto para ballet y estimuló con sus comentarios y críticas la formación de la escuela cubana de este arte. A lo largo de su vida, impartió numerosas conferencias en diversas instituciones culturales de nuestro país.
En los primeros meses que siguieron al triunfo de la Revolución Cubana fue jefe del Departamento de Teatro, Música y Ballet de la Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación y, paralelamente, ejerció la docencia como profesor de Lengua Española y Literatura Española e Hispanoamericana en la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling. En 1961, estuvo seis meses como embajador en Portugal. A su regreso a La Habana, ocupó el cargo de jefe de la Sección Religiosa del Ministerio de Asuntos Exteriores. En 1962, fue designado Embajador ante la UNESCO y la Santa Sede. De 1969 y hasta su muerte, acaecida en Roma, el 9 de marzo de 1975, fue el Decano del Cuerpo Diplomático acreditado en el Vaticano.
A su pluma, debemos obras literarias como el libro de poemas Norte (1928), el libro de viajes 8 días en Leningrado (1932), Poema desesperado a la muerte de Federico García horca (1937), Claustro (1942), Un pueblo y dos agonías (1955), Doña Velorio: nueve cuentos y una nivola (1960), Ciudad Rebelde (1975) y Tardío Nápoles (1977), entre otras.
(Luis Amado Blanco: Juzgar a primera vista, prólogo de Gustavo Pita Céspedes, Centro de Investigación y desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y Oficina del Historiador de la Ciudad Ediciones Boloña, 2003, pp. 9-10).
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Entre otros destaca el Primer Premio Juan Gualberto Gómez (1953) por el artículo “Una hora de silencio por Martí”, publicado en el periódico Información, de La Habana, el 9 de mayo de 1953. (N. del E. del sitio web).