«los pobres de la tierra» “Con los pobres de la tierra / Quiero yo mi suerte echar”. (JM: “III”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 303). Véase también su artículo “Los pobres de la tierra” (Patria, Nueva York, 24 de octubre de 1894, no. 134, p. 1; OC, t. 3, pp. 303-305). “Entre otras muchas formulaciones de esta toma de partido, recordamos sus palabras en el discurso de homenaje a Fermín Valdés-Domínguez: ‘Y juntos, probablemente, moriremos en el combate necesario para la conquista de la libertad, o en la pelea que con los justos y desdichados del mundo se ha de mantener contra los soberbios para asegurarla’”. [JM: “Discurso en honor de Fermín Valdés-Domínguez”, Salón Jaeger’s, Nueva York, 24 de febrero de 1894, OC, t. 4, p. 325. (Cintio Vitier: “La irrupción americana en la obra de Martí” (1972), Temas martianos. Segunda serie (1982), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, nota 54, pp. 31-32. Las cursivas son de CV)].

“[…] El siglo XIX, el nuestro, fue creador desde su pobreza. Desde los espejuelos modestos de Varela, hasta la levita de las oraciones solemnes de Martí, todos nuestros hombres esenciales fueron pobres. Claro que hubo hombres ricos en el siglo XIX, que participaron del proceso ascensional de la nación. Pero comenzaron por quemar su riqueza, por morirse en el destierro, por dar en toda la extensión de sus campiñas un campanazo que volvía a la pobreza más esencial, a perderse en el bosque, a lo errante, a la lejanía, a comenzar de nuevo en una forma primigenia y desnuda. Sentirse más pobre es penetrar en lo desconocido, donde la certeza consejera se extinguió, donde el hallazgo de una luz o de una vacilante intuición se paga con la muerte y la desolación primera. Ser más pobre es estar más rodeado por el milagro, es precisar el animismo de cada forma; es la espera, hasta que se hace creadora, de la distancia entre las cosas. Las inmensas lentitudes de la extensión, que se hace creadora por la ley del árbol, son sorprendidas por el estilo de la pobreza, en una fulguración, donde la realidad y la imagen están perennemente a la altura de la mirada del hombre pobre. La suerte que se echa sobre los pobres, vista por quien más tenía para ver, gana de antemano el número sagrado y la batalla con la tumultuosa prole plutónica”. [José Lezama Lima: “A partir de la poesía” (1960), La cantidad hechizada (1970), La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2014 (edic. digital), p. 60].