Tanto en su Diario de Soldado, como en Ofrenda de hermano, Fermín publicó una serie de episo­dios que no se ajustan a la realidad, fantasías inexplicablemente crea­das por él, como lo demuestran do­cumentos que se han ido dando a conocer a través del tiempo.[7]

     Entre sus imaginarias narracio­nes relata que Martí, al terminar los estudios de Derecho, viajó con él hasta París —lo cual no ha sido comprobado y dudan de ellos va­rios— y allí, al despedirse, le cam­bió el pasaje a sus espaldas, que era de tercera clase, para uno de primera y que hiciera así la trave­sía con comodidad; sin embargo, está probado, de acuerdo al ma­nifiesto del barco que dio a cono­cer el historiador Carlos Ripoll, que Martí tomó el vapor Celtic, en Liverpool, Inglaterra, el 2 de enero de 1875, y que este no hacía esca­la en Francia, por lo que no pudo haberle cambiado el pasaje; ade­más, Martí realizó ese viaje como emigrante y músico italiano.

     También dijo que firmó con Martí la carta dirigida a Carlos de Castro y Castro, y que en el juicio cada uno se atribuyó la autoría de la carta para salvar a otro. Pero en los documentos judiciales de la causa, publicados por Raúl Rodrí­guez La O en Dolor infinito, se menciona a Martí como único firman­te, por lo cual fue condenado a seis años de presidio;[8] mientras Fermín, juzgado por el mismo tribunal militar, lo fue solamente a seis meses de arresto.

     En otra ocasión, cuando Martí estuvo en La Habana, de paso por Guatemala, Fermín anotó que su padre, que era guatemalteco, le dio carta de recomendación para el presidente Justo Rufino Barrios, Fermín, quien había sido discípulo suyo, y “le puso mil pesos en el bolsillo”. Considerando el valor de esa suma en aquellos tiempos, es de dudar que sea cierto, pues en las cartas que escribió Martí desde Guate­mala a su amigo Mercado por esos días, notificaba en varias de ellas que estaba endeudado, y que en cuanto saliera de ellas abandona­ría el país.

     A todo esto, hay que agregar que durante la corta estancia de Martí en La Habana—mencionada anteriormente—, Eusebio partici­paba junto a Martí en las veladas literarias que se celebraban en el Liceo de Guanabacoa, más hasta ahora no hay evidencia, en docu­mento alguno, que demuestre que Fermín se cartease con Martí o lo viera con frecuencia durante ese período.

     Obsérvese que en la cariñosa y conmovedora carta dirigida por Fermín, el 17 de marzo de 1887 (DJM, pp.184-186) a Martí en Nueva York, en con­testa a la que este le había remitido el 28 de febrero anterior, le cuenta que tuvo una hija que murió, de lo que se infiere que Martí ignoraba eso; además, le pide perdón a Mar­tí por no haber asistido a los funera­les de su padre, don Mariano, falle­cido el 2 de febrero de ese año.

     A propósito de don Mariano y aunque no guarde relación alguna con Fermín, hay otra pifia que he detectado en recientes publicacio­nes y quisiera aclarar por su im­portancia. Es sobre la llegada de don Mariano Martí a Cuba, cuya fecha datan en 1850, como parte de un refuerzo militar pedido a la metrópoli después del intento de invasión del general Narciso López. El conocido intelectual Antonio Iraizóz publicó un trabajo en el perió­dico El Mundo, de La Habana, el 27 de enero de 1957, en el que dio a conocer los datos más importantes de la carrera militar del padre de Martí, tomados de su expedien­te; ahí informa que don Mariano ingresó en el ejército español el 9 de diciembre de 1844, en Barcelo­na; y el 14 de febrero de 1845 em­barcó para Cuba, donde el 5 de mayo de ese año realizó el jura­mento de la bandera. Estos datos han sido confirmados plenamen­te y, a pesar de ello, se sigue co­metiendo el error.

     Volviendo a Fermín. Obsérve­se, en las líneas que le envió la es­posa de este, Consuelo Quintanó, a Martí, en marzo de 1887 (DJM, pp. 186-187), cómo le dice: “Su hijito desearía conocerlo, le envidio tenga V. ese goce de tener un hijo, yo tuve una y tuve el dolor de perderla”; lo que confirma que sus relaciones con Martí no eran frecuentes. Sin embargo, en una de sus narraciones Fermín expresó, refiriéndose a Martí: “Expulsado de Guatemala… vino a La Habana a vivir a mi casa, donde nació Pepito, el mismo día que nació mi hija”. En realidad, su hija vino al mundo residiendo en  la calle Empedrado número 39, el 11 de noviembre de 1878[9] y falle­ció el 26 de septiembre del año siguiente; mientras es sabido que Pepito nació el 22 de noviembre de 1878.[10]

     En otra ocasión, Fermín apuntó que la familia de Martí era muy “pobrecita”, más por las investigaciones realizadas por Juan Iduate y Andux, en el Archivo Nacional de Cuba, se sabe que don Mariano, además de su sueldo de celador, poseía algunos pequeños negocios y se dedicaba a la compra y venta de inmuebles, lo que le permitía cierta holgura económica.

     Fermín editó en enero de 1869 El Diablo Cojuelo, periódico revolucionario en el que Martí colabo­ró con su primer escrito político. Graduado de Medicina en Espa­ña, retornó a La Habana, donde consultaba gratuitamente a los pobres; en 1887 reivindicó a sus ocho condiscípulos de Medicina inocentemente fusilados por la su­puesta profanación de la tumba del periodista integrista español Gonzalo Castañón; en 1895 se incorporó a la expedición de los generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff, y permaneció durante toda la Guerra de Independencia, prestando a la Patria sus servicios como médico, méritos que le va­lieron el grado de Coronel del Ejér­cito Libertador.

     El único propósito de estas aclaraciones es el de erradicar de las biografías y otras obras sobre Martí, aquellos pasajes de su vida carentes de absoluta realidad, los cuales distorsionan por completo una parte de su historia. No hay intención, en lo más mínimo, de rebajar la grandeza de la figura de Fermín, cuyo noble gesto de rei­vindicar a los compañeros de es­tudio fusilados injustamente, lo consagró. Su patriotismo, recta conducta cívica y moral humanis­ta, le valen un lugar en nuestra bella historia.

Luis García Pascual[11]

 Tomado de El Caimán Barbudo, La Habana, enero-febrero de 2007, p. 5.


Notas:

[7] Véase Luis L. LeRoy y Gálvez: “Martí, Valdés-Domínguez y el 27 de noviembre de 1871” (conferencia en la Fragua Martiana, 27 de noviembre de 1969), Anuario Martiano, La Habana, Sala Martí de la Biblioteca Nacional, 1970, no. 2, pp. 449-477. (N. del E. del sitio web).

[8] Raúl Rodríguez La O: “La verdadera causa de la condena de José Martí a seis años de presidio”, Dolor infinito, presentación de Cintio Vitier, La Habana, Ediciones Abril, 2007, pp. 23-51.

[9] Consuelo Amparo fue bautizada en la parroquia de El Espíritu Santo, el 25 de febrero de 1879.

[10] Pepito fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de Monserrate, el 6 de abril de 1879.

[11] Véase Eusebio Leal Spengler: “A Luis García Pascual”, José Martí: documentos familiares, compilación y notas de Luis García Pascual, La Habana, Ediciones Abril, 2008, p. 5; y Enrique López Mesa: “Elogio de una leyenda”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2019, no. 42, pp. 187-193.