La veracidad de este último aserto de Valdés Domínguez, encuentra su comprobación documental, inobjetable, en el asiento existente en un libro de la antigua cárcel de la Habana; llamado Gubernativos, que abarca el intervalo 21 de noviembre de 1868 a 31 de julio de 1870. En dicho libro, en su página 372, se encuentra. con fecha 5 de octubre de 1869, el siguiente asiento:[37]
2169 D. FERMÍN VALDÉS DOMÍNGUEZ natural de la Habana, soltero de 17 años, estudiante, vecino de la Calle de la Industria, No. 122, hijo de D. Bernardo[38] y de Dña. Merced Quintanó. Sabe.
Queda dispn del E. S. G. Supr. Polit. Prev. 7 Octe 1869. Trasladado a la Cabaña para sufrir seis meses de arresto 31 marzo 1870.[39]
Este documento, por sí mismo, pone fin a cualquier controversia. Como las autoridades españolas no le tomaron en cuenta los seis meses que permaneció en prisión preventiva desde el 7 de octubre de 1869 hasta la condena en 31 de marzo de 1870, resulta que estuvo encerrado un año, que es lo que aparentemente, solo quedó grabado en los recuerdos de su mente siempre atormentada.
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La primera conmemoración del fusilamiento de los estudiantes se celebró en Madrid el 27 de noviembre de 1872. El acto se efectuó en casa del cubano Carlos Sauvalle Blaín. “Martí —narra Valdés Domínguez— acababa de operarse, y, pálido y demacrado, iba del brazo de su amigo, con su amable sonrisa en los labios y en su frente sombra de tristeza honda. A pesar de estar débil y enfermo, habló, y fue su oración —patriótica y enérgica— tan hermosa y arrebatadora, que en aquella sala no había corazón que no se agitara de pena, ni ojos que no lloraran, ni labios que no se abrieran nerviosos para aclamarlo. Detrás de él, a espaldas de la improvisada tribuna, colgado en la pared a la altura de su cabeza, estaba un mapa de Cuba; y cuando Martí, al terminar, evocó a la patria y habló en nombre de los que lo escuchábamos con religiosa unción, al decir: ‘¡Cuba llora!’… el mapa se desprendió de la pared y quedó sobre su cabeza, como si quisiera convertirse en corona de laurel para su frente”.[40]
De no abrigar el temor de que se nos juzgue irreverentes, diríamos que puede que esta escena no se haya producido exactamente así,[41] y que el final, con el simbolismo que señala el autor, se deba, en parte, a la tendencia a fantasear, que nos parece tan inherente a su modo de ser.
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Influencia de Martí en la obra de Valdés Domínguez
Sin que pueda formularse con hechos fehacientes la participación que debe haber tenido Martí en la obra de Valdés Domínguez sobre los estudiantes de 1871, creemos que existen suficientes elementos de juicio para postular, aunque solo sea en plano de hipótesis, que dicha influencia positivamente tuvo lugar.
Tanto Martí como Valdés Domínguez se hallaban en Madrid en 1873. Martí ya había publicado en la capital de España, en 1871, su vibrante folleto El presidio político en Cuba. Valdés Domínguez publicaba en 1873 el suyo titulado Los voluntarios de la Habana en el acontecimiento de los estudiantes de Medicina. Pero es de notar que el 27 de noviembre de 1872, en la conmemoración del primer aniversario del horrible asesinato perpetrado en los ocho estudiantes de medicina, circuló profusamente por Madrid una hoja impresa, de la que se conserva un ejemplar original en la Fragua Martiana, denunciando en la propia España el crimen cometido. Martí describe este episodio matritense en impresionantes palabras hablando de: “la madrugada fría, cuando de pie, como fantasmas justiciadores, en el silencio de Madrid dormido, a la puerta de los palacios y bajo la cruz de las iglesias, clavaron los estudiantes sobrevivientes el padrón de vergüenza nacional, el recuerdo del crimen que la ciudad leyó espantada”.[42] Esta hoja impresa que firmaban Pedro José de la Torre Núñez, y Fermín Valdés Domínguez, fue, sin embargo, escrita toda por José Martí, según lo manifiesta el propio Valdés Domínguez en el capítulo noveno de todas las ediciones de su libro El 27 de noviembre de 1871. Y en la edición de Madrid (1873) de su libro Los Voluntarios de la Habana en el acontecimiento de los estudiantes de Medicina, por uno de ellos condenado a seis años de presidio, se incluía al final del mismo la hermosa oda de Martí a los estudiantes fusilados, “en donde —expresa Valdés Domínguez— dejó todas sus lágrimas y todo su amor a la patria”.[43]
En contraposición a esta influencia martiana en la obra de Valdés Domínguez durante su estancia en Madrid —que si se enjuicia con todo rigor solo es de base conjetural se puede señalar otra, esta vez sustentada por documentos. Se trata de los comentarios y sugerencias que le hace Martí a Valdés Domínguez con motivo de la erección del monumento o mausoleo a los estudiantes del 1871 que habría de levantarse en el cementerio de Colón. Aquí la influencia no solo es manifiesta, sino que adopta la modalidad concreta de opiniones y sugerencias al efecto. Así vemos que en carta que le escribe a Valdés Domínguez desde Nueva York, el 7 de abril de 1887 expresa en uno de sus párrafos: “Mi Fermín:―no me gusta el proyecto de mausoleo[44] que, contando justamente con mi discreción, me ha dejado ver en fotografía un buen amigo. Algo de monumental lo recomienda: la figura de la mujer que señala el monumento es intencionada y propia; la palma dibujada en la columna indica el asunto con sencillez laudable; pero no produce el mausoleo en conjunto la impresión de tristeza irrevocable, de esperanza radiante, de juventud tronchada que este, símbolo de nuestra vida, debiera producir, con autoridad majestuosa. El templete, aunque poco solemne, no está mal imaginado; pero la columna acoronada en el remate,[45] ni explica nada con la cruz común que le da cima, ni responde con su carácter bizantino a aquellas pobres vidas nuevas que se llevó con toda su luz, el viento. No me digas entrometido, pero ¿por qué no he de decirte la verdad? ¿pues no estoy yo mismo, y no estamos todos, enterrados con esos huesos que tú sacaste de su primera sepultura? ¡Oh! ¡qué cosas se me ocurren, cuando pienso en ti, en el día en que ese u otro cualquier mausoleo, por la virtud pasmosa del martirio,―se levante para señalar, sin duda,―a no ser que se guíe mal lo que ahora puede ser guiado,―una era probable de justicia!―Mientras más medito en ello, más me entusiasma el pensar en lo que en Cuba te debemos”.[46]
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[37] Certificación del Auxiliar del Supervisor de la cárcel de la Habana, de fecha 14 de diciembre de 1929, que posee Gonzalo de Quesada y Miranda (Arch. Fragua Martiana).
[38] Se trata de un error. Bernardo era su abuelo paterno. Su padre se llamaba José Mariano Domínguez.
[39] La transcripción es: “Queda a disposición del Excelentísimo Señor Gobernador Superior Político. [Prisión] Preventiva. 7 octubre 1869. Trasladado a la Cabaña para sufrir seis meses de arresto. 31 Marzo 1870”.
[40] “Ofrenda de hermano”, ob. cit., pp. 21-22. Este episodio se encuentra narrado en igual forma en el manuscrito citado en la nota 30.
[41] En una carta que Martí dirige a Rafael Serra, fechada en [Nueva York, mayo de 1889], cuenta un suceso totalmente diferente: “¿Quién le dice que los mismos argumentos con que Vd. se opone a la creación de una mera Sociedad de Recreo, son exactamente los mismos con que derribé yo en Madrid el proyecto de un casino semejante, un casino de diversión, cuando nos moríamos en Cuba y nos pudríamos en las cárceles? No quedó más que un voto en pie, el del que quería ser Secretario; pero esta vez, el Secretario está del lado del desinterés, que es la virtud que funda y salva, sin la cual es pernicioso el talento, temible el valor y abominable el genio. Recuerdo que en la sesión de los casinistas empecé un arranque en algo como ‘Cuba llora’, y desde entonces me quedó el apodo entre los cubanos madrileños: ‘Cuba llora’”. [JM: “Carta a Rafael Serra”, EJM, t. II, p. 107. (N. del E. del sitio web)].
[42] JM: “Los pinos nuevos” (discurso en conmemoración del 27 de noviembre de 1871), Liceo Cubano, Tampa, 27 de noviembre de 1891, OC, t. 4, p. 285.
[43] “Ofrenda de hermano”, ob. cit., p. 26.
[44] El proyecto al que se refiere no fue el que se erigió finalmente, en marzo de 1890, en la necrópolis habanera. Desde febrero de 1887, Valdés-Domínguez presidía una comisión que logró la exhumación de los restos de los ocho estudiantes el 9 de marzo, y que cinco días después se aceptase la revisión y revocación de los estudiantes, aunque nunca se efectuó.
[45] No era este proyecto el del artístico y monumental de Vilalta Saavedra que está en el Cementerio. (Nota de F. V. D.). Consignada en la edición.
[46] JM: “Carta a Fermín Valdés-Domínguez”, Nueva York, 7 de abril de 1887, OCEC, t. 25, p. 371.