
Libro confeccionado artesanalmente
en los talleres de la Ballena Codorniz.
Tamaño aproximado: 22x30cm
Presentación y notas:
Gustavo Pita Céspedes
Traducción, edición,
diseño y maquetación:
José Adrián Vitier
Ilustraciones:
Ítalo Expósito
Grabado de la tela de cubierta:
Nara Miranda
Aun cuando hayas arreglado un gran desacuerdo,
este dejará un rastro de rencor;
¿cómo puede resultar de esto algo bueno?
Para ello el Sabio toma la parte que le toca del acuerdo,
y no exige nada de las otras personas.
Quien tiene virtud vigilará sus propios compromisos,
quien no tiene virtud vigilará los compromisos ajenos.
El Tao del Cielo no tiene parientes predilectos,
pero acompaña siempre al que tiene virtud.
Este pequeño texto es uno de los tratados de sabiduría más impresionantes de la humanidad, sólo comparable con los libros que están en la base de las gran des religiones. Expone la naturaleza y misterio del Tao (literalmente “camino”), y aborda asimismo sus manifestaciones y resonancias, acogidas bajo el concepto de Te (“virtud”). La presente traducción, las ilustraciones, el prólogo, y las notas, han sido hechos expresamente para esta edición.


Según diversas leyendas, Lao Tzu fue concebido por una estrella fugaz, pasó sesenta y seis años en el vientre de su madre, y nació con cabeza de hombre adulto y cabello cano. Luego de haber vivido doscientos años, cabalgó a lomos de un búfalo hacia los desiertos del oeste o hacia la India, haciendo, antes de desaparecer, una parada en la frontera para escribir el Tao Te Ching y dejar tras de sí su sabiduría. En realidad, los estudiosos no se han puesto de acuerdo sobre si alguna vez existió un individuo llamado Lao Tzu. Su nombre significa literalmente “Viejo Maestro”, y bien podría no ser más que una manera de personificar el desconocido origen de esta colección de versículos que ha dado en llamarse el Tao Te Ching.
Una tradición sostiene que Lao Tzu trabajó como archivero o bibliotecario de la corte en Loyang, en la provincia de Hunan, y que fue contemporáneo de Confucio, aunque veinte años mayor. El historiador Ssu-ma Chien narra que cierta vez Confucio visitó a Lao Tzu para que este lo guiase en el estudio de los maestros de los ritos cuyas obras se guardaban en la biblioteca de Chow. Permanecieron juntos varios días discutiendo de muchos temas. Al regresar junto a sus propios discípulos, Confució declaró: “Los pájaros vuelan, los peces nadan y los animales corren. El que corre puede ser detenido por una trampa, el que nada por una red, y el que vuela por una flecha. En cuanto al dragón, que se eleva hacia el cielo llevado por el viento y las nubes, yo no sé cómo se le puede coger. Hoy he visto a Lao Tzu; él se parece al dragón”.