Viejo de la barba blanca Que contemplándome estás Desde tu marco de bronce En mi mesa de pensar: Ya te escucho, ya te escucho: Hijo, más, un poco más: Piensa en mi barba de plata, Fue del mucho trabajar: Piensa en mis ojos serenos, Fue de no ver nunca atrás: Piensa en el bien de mi muerte Que lo gané con luchar. Piensa en el bien de[2] Que lo gané con penar:[3] Yo no fui de esos ruines Viejos turbios, que verás Hartos de logros impuros Perecer sin reparar: Vamos, pues, yo voy contigo Sé que muriendo vas: Pero el pensar en la muerte
Ya es ser cobarde! A pensar, Hijo, en el bien de los hombres, Que así no te cansarás! El llanto a la espalda: el llanto Donde no te vean llorar: ¿Hay tanta lágrima afuera, Y vienes a darnos más? Marino que echa agua al barco Cuando lo ve zozobrar. Quejarse es un crimen, hijo: Calla: date ¡un poco más!— La barba muerta me tiembla, Hijo, de verte temblar.— Recojo el cuerpo deshecho, Cierro los labios amargos.
[Ms. en CEM]
Tomado de José Martí: “[Viejo de la barba blanca]”,[4]Poemas en hojas sueltas, OCEC, t. 16, pp. 199-200.