Tiene Centroamérica, allá en sus volcanes, allá en las faldas fragantes y matizadas de sus volcanes, más maravillas lindas de oro y rosa, que ostenta soberano el tallo en flor; y así, del brazo de su poeta, verde la seda entre el velo de encajes, paseaba en el baile de la Beneficencia, recién llegada de Washington, la compañera de Román Mayorga Rivas: ¿qué mucho que sean como rosa y oro los versos del poeta nicaragüense? De su intenso y fiel amor a nuestros países, a nuestro país de América, dio él buena prueba en los volúmenes donde puso, con raro desinterés, cuanto de bueno tiene lo pasado y lo actual de la misma literatura centroamericana, que posee en él tan delicado poeta, y tan gallardo prosista. Él sirve la imagen en copa hecha a cincel, y apretada de perlas. Él ajusta y burila la prosa.