/Memoria de presidio/
Sí! yo también, desnuda la cabeza
De tocado y cabellos, y al tobillo
Una cadena lurda, heme arrastrado
Entre un montón de sierpes, que revueltas
Sobre sus vicios negros, parecían
Esos gusanos de pesado vientre
Y ojos viscosos, que en hedionda cuba
De pardo lodo lentos se revuelcan!
Y yo pasé, sereno entre los viles,
Cual si en mis manos, como en ruego juntas,
Sus anchas alas púdicas abriese
Una paloma blanca. Y aún me aterro
De ver con el recuerdo lo que he visto
Una vez con mis ojos. Y espantado,
Póngome en pie, cual a emprender la fuga!—
¡Recuerdos hay que queman la memoria!
¡Zarzal es la memoria: mas la mía
Es un cesto de llamas! A su lumbre
El porvenir de mi nación preveo:
Y lloro: Hay leyes en la mente, leyes
Cual las del río, el mar, la piedra, el astro,
Ásperas y fatales: ese almendro
Que con su rama oscura en flor sombrea
Mi alta ventana, viene de semilla
De almendro; y ese rico globo de oro
De dulce y perfumoso jugo lleno
Que en blanca fuente una niñuela cara,
Flor del destierro, cándida me brinda,
Naranja es, y vino de naranjo:—
Y el suelo triste en que se siembran lágrimas
Dará árbol de lágrimas. La culpa
Es madre del castigo.
No es la vida
Copa de mago que el capricho torna
En hiel para los míseros, y en férvido
Tokay para el feliz. La vida es grave,—
Porción del Universo, frase unida
A frase colosal, sierva ligada
A un carro de oro, que a los ojos mismos
De los que arrastra en rápida carrera
Ocúltase en el áureo polvo,—sierva
Con escondidas riendas ponderosas
A la incansable Eternidad atada!
Circo la tierra es, como el Romano;
Y junto a cada cuna una invisible
Panoplia al hombre aguarda, donde lucen
Cual daga cruel que hiere al q. la blande,
Los vicios, y cual límpidos escudos
Las virtudes: la vida es la ancha arena,
Y los hombres esclavos gladiadores,—
Mas el pueblo y el rey, callados miran
De grada excelsa, en la desierta sombra.
Pero miran! Y a aquel que en la contienda
Bajó el escudo, o lo dejó de lado,
O suplicó cobarde, o abrió el pecho
Laxo y servil a la enconosa daga
Del enemigo, las vestales rudas
Desde el sitial de la implacable piedra
Condenan a morir, pollice verso,
Y hasta el pomo ruin la daga hundida,
Al flojo gladiador clava en la arena.
¿Veis los esclavos? Como cuerpos muertos
Atados en racimo, a vuestra espalda
Irán vida tras vida, y con las frentes
Pálidas y angustiadas, la sombría
Carga en vano halaréis, hasta que el viento
De vuestra pena bárbara apiadado,
Los átomos postreros evapore!
¡Oh, qué visión tremenda! ¡oh qué terrible
Procesión de culpables! Como en llano
Negro los miro, torvos, anhelosos,
Sin fruta el arbolar, secos los píos
Bejucos, por comarca funeraria
Donde ni el sol da luz, ni el árbol sombra!
Y bogan en silencio, como en magno
Occeano[4] sin agua, y a la frente
Llevan, cual yugo el buey, la cuerda uncida,
Y a la zaga, listado el cuerpo flaco
De hondos azotes, el montón de siervos!
¿Veis las carrozas, las ropillas blancas
Risueñas y ligeras, el luciente
Corcel de crin trenzada y riendas ricas,
Y la albarda de plata suntuosa
Prendida, y el menudo zapatillo
Cárcel a un tiempo de los pies y el alma?
¡Pues ved que los extraños os desdeñan
Como a raza ruin, menguada y floja!notas[5]
[Ms. en CEM]
Tomado de José Martí: “Pollice verso” [A], Versos libres, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2007, t. 14, pp. 90-93.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Frase en latín que significa: “Con el pulgar hacia abajo”. De este poema existen tres versiones manuscritas, sin que pueda determinarse con exactitud el orden de las mismas: la presente, identificada con la letra A, y las que se publican a continuación con las letras B y C. Este manuscrito, subtitulado “Memoria de presidio”, aparece en tres hojas de libreta rayadas, escritas por las dos caras (salvo la última hoja) con tinta negra; sus bordes están chamuscados, lo que puede explicar la apariencia de mayor antigüedad en relación con los otros manuscritos. En el margen superior izquierdo de la primera hoja se lee: “Flores del cielo”, “Pomona”, “Isla famosa”.
[2] Tachada al comienzo de esta palabra una “a”.
[3] Se añade el signo de admiración.
[4] En los escritos martianos, la palabra océano suele aparecer como “occeano”, aunque el Diccionario de Autoridades había establecido ya, en el siglo XVIII, como única forma correcta océano.
[5] Véase Ángel Augier: “‘Pollice verso’”, Bohemia, La Habana, 30 de mayo de 1980, pp. 10-13; y Emilio de Armas: “Tres momentos en la modernidad de los Versos libres: ‘Pollice verso’, ‘Canto de otoño’ y ‘Estrofa nueva’”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1989, no. 12, pp. 213-234. (N. del E. del sitio web).