xxxiii [1] De mi desdicha espantosaSiento, oh estrellas, que muero:Yo quiero vivir, yo quieroVer a una mujer hermosa. El cabello, como un casco,Le corona el rostro bello:Brilla su negro cabelloComo un sable de Damasco. ¿Aquella?… Pues pon la hielDel mundo entero en un haz,Y tállala en cuerpo, y hazUn alma entera de hiel! ¿Esta?… Pues esta infelizLleva escarpines rosados,Y los labios colorados,Y la cara de barniz. El alma lúgubre grita:“¡Mujer, maldita mujer!”¡No sé yo quién pueda serEntre las dos la maldita! Tomado de José Martí: Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 338. Nota:Véase Abreviaturas y siglas[1] Véase la versión de este poema en “Versos sencillos en Cuadernos de apuntes”, OCEC, t. 14, p. 355.