xlii
En el extraño bazar
Del amor, junto a la mar,
La perla triste y sin par
Le tocó por suerte a Agar.
Agar, de tanto tenerla
Al pecho, de tanto verla
Agar, llegó a aborrecerla:
Majó, tiró al mar la perla.
Y cuando Agar, venenosa
De inútil furia, y llorosa,
Pidió al mar la perla hermosa,
Dijo la mar borrascosa:
“¿Qué hiciste, torpe, qué hiciste
De la perla que tuviste?
La majaste, me la diste:
Yo guardo la perla triste”.[1]
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Nótese la similitud temática con el poema “La perla de la mora”, La Edad de Oro, Nueva York, agosto de 1889, OCEC, t. 15, p. 172 y el fragmento siguiente: “Porque él [Peter Cooper] entendía el modo verdadero de educar a las mujeres, que es habilitarlas para vivir con honradez, de labores naturales a su sexo hermoso, sin quitarles la gracia de reinas y el encanto, y la fuerza pública, de sus cualidades femeninas: y quien quiera matar a un pueblo, eduque a las mujeres como a hombres:—la animalidad y el egoísmo son los enemigos del mundo:—se necesita crear en los pueblos el ala y el desinterés:—ay de Zoraida, que echó la perla al mar, y luego se pasó la vida en la orilla llorando por la perla!” [“De Nueva York. La política extranjera de Uncle Sam”, La Nación, Buenos Aires, 2 de agosto de 1889, OCEC, t. 32, p. 182. (N. del E. del sitio web)].

