CARTA DE NUEVA YORK

EXPRESAMENTE ESCRITA PARA

LA OPINIÓN NACIONAL

OSCAR WILDE

Continuación

     Oíd ahora a Wilde hablar de otro armoniosísimo poeta,[86] William Morris,[87] que escribió El Paraíso Terrenal, y hacía gala de su belleza suma y condición sonora de sus versos, vibrantes y transparentes como porcelana japonesa.[88] Oíd a Wilde decir que Morris creyó que copiar de muy cerca a la naturaleza[89] es privarla de lo que tiene de más bello, que es el vapor, que,[90] a modo de halo luminoso, se desprende de sus obras. Oídle decir que a Morris deben las letras de Inglaterra aquel modo preciso de dibujar las imágenes de la fantasía en la mente y en el verso, a tal punto, que no conoce poeta alguno inglés,[91] que haya excedido, en la frase nítida y en la imagen pura,[92] a Morris. Oídle recomendar la práctica de Teófilo Gautier, que creía que no había libro más digno de ser leído por un poeta que el diccionario. “Aquellos reformadores,[93]—decía Wilde—,[94] venían cantando cuanto hallaban de hermoso, ya en su tiempo[95] ya en cualquiera de los tiempos de la tierra”. Querían decirlo todo, pero decirlo bellamente.[96] La hermosura era el único freno de la libertad. Les guiaba el profundo amor de lo perfecto.[97] No ahogaban la inspiración, sino le ponían ropaje bello. No querían que fuese desordenada por las calles, ni vestida de mal gusto, sino bien vestida. Y decía Wilde: “No queremos cortar las alas a los poetas;[98] sino que nos hemos habituado a contar sus innumerables pulsaciones, a calcular su fuerza ilimitada, a gobernar su libertad ingobernable”.[99] Cántelo todo el bardo, si cuanto canta es digno de sus versos. Todo está presente ante el bardo. Vive de espíritus, que no perecen. No hay para él forma perdida, ni[100] asunto caducado. “Pero[101] el poeta debe, con la calma de quien se siente en posesión del secreto de la belleza, aceptar lo que en los tiempos halle de irreprochablemente hermoso, y rechazar lo que no ajuste a su cabal idea de la hermosura”.[102] Swinburne, que es también gran poeta inglés, cuya imaginación inunda de riquezas sin cuento sus rimas musicales, dice que el arte es la vida misma, y que el arte no sabe nada de la muerte. No desdeñemos lo antiguo, porque acontece que lo antiguo refleja de modo perfecto lo presente, puesto que la vida, varia en formas, es perpetua en su esencia, y en lo pasado se la[103] ve sin esa “bruma de familiaridad” o de preocupación que la anubla para los que vamos existiendo en ella.[104] Mas no basta la elección de un adecuado asunto para conmover las almas: no es el asunto pintado en un lienzo lo que encadena a él las miradas, sino el vapor de[105] alma que surge del hábil empleo de los colores:[106] así el poeta, para ser su obra noble y durable, ha de adquirir ese arte de la mano, meramente técnico, que da a sus cantos ese perfume espiritual que embriaga a los hombres. ¡Qué importa que murmuren los críticos![107] El que puede ser artista no se limita a ser crítico, y los artistas,[108] que el tiempo confirma, solo son comprendidos en todo su valer[109] por los artistas.[110] “Nuestro Keats decía que solo veneraba a Dios, a la memoria de los grandes hombres y a la belleza”.[111] A eso venimos los estetas, a mostrar a los hombres la utilidad de amar[112] la belleza, a excitar al estudio de los que la[113] han cultivado, a avivar el gusto por lo perfecto, y el aborrecimiento de toda fealdad,[114] a poner de nuevo en boga la admiración, el conocimiento y la práctica de todo lo que los hombres han admirado como hermoso. ¿Mas[115] de qué vale que ansiemos coronar la reforma dramática que intentó nuestro poeta Shelley, enfermo de amar al cielo en una tierra donde no se le ama? ¿De qué vale que persigamos con ahínco la mejora de nuestra poesía convencional[116] y de nuestras artes pálidas, el embellecimiento de nuestras casas, la gracia y propiedad de nuestros vestidos? No puede haber gran arte sin una hermosa vida nacional, y el espíritu comercial de Inglaterra la ha matado. No puede haber gran drama sin una noble vida nacional, y esa también ha sido muerta por el espíritu comercial de los ingleses! [117]—Aplausos calurosos animaron en este enérgico pasaje al generoso lector, objeto visible de la curiosidad afectuosa de su auditorio.

     Y decía luego Oscar Wilde a los norteamericanos: “Vosotros[118] tal vez, hijos de pueblo nuevo, podréis lograr aquí lo que a nosotros nos cuesta tanta labor lograr allá en Bretaña. Vuestra carencia de viejas instituciones sea bendita, porque es una carencia de trabas;[119] no tenéis tradiciones que os aten[120] ni convenciones seculares e hipócritas con que os den los críticos en rostro. No os han pisoteado generaciones hambrientas. No estáis obligados a imitar perpetuamente un tipo de belleza,[121] cuyos elementos ya han muerto. De vosotros puede surgir el esplendor de una nueva imaginación,[122] y la maravilla de alguna nueva libertad. Os falta, en vuestras ciudades,[123] como en vuestra literatura, esa flexibilidad y gracia que da la sensibilidad a la belleza.[124] Amad todo lo bello por el placer de amarlo. Todo reposo y toda ventura vienen de eso. La devoción[125] a la belleza,[126] y a la creación de cosas bellas,[127] es la mejor de todas las civilizaciones: ella hace de la vida de cada hombre un sacramento, no un número en los libros de comercio. La belleza es la única cosa que el tiempo no acaba. Mueren las filosofías, extínguense los credos religiosos; pero lo que es bello vive siempre, y es joya de todos los tiempos, alimento de todos y gala eterna![128] Las guerras vendrán a ser menores cuando los hombres amen con igual intensidad las mismas cosas, cuando los una una común atmósfera intelectual. Soberana poderosa es aún, por la fuerza de las guerras, Inglaterra; y nuestro renacimiento quiere crearle tal soberanía, que dure,[129] aun cuando ya sus leopardos amarillos estén cansados del fragor de los combates, y no tiña la rosa de su escudo la sangre derramada en las batallas. Y vosotros también, americanos, poniendo en el corazón de este gran pueblo este espíritu artístico que mejora y endulza, crearéis para vosotros mismos tales riquezas, que os harán olvidar[130] por pequeñas[131] estas que gozáis ahora[132] por haber hecho de vuestra tierra una red de ferrocarriles, y de vuestras bahías el refugio de todas las embarcaciones que surcan los mares conocidos a los hombres!”.[133]

     Esas nobles y juiciosas cosas dijo en Chickering Hall el joven bardo inglés,[134] de luenga cabellera y calzón corto. ¿Mas[135] qué evangelio es ese, que ha alzado en torno de los evangelistas tanta grita? Esos son nuestros pensamientos comunes: con esa piedad vemos nosotros las maravillas de las artes;[136] no la sobra, sino la penuria[137] del espíritu comercial[138] hay en nosotros. ¿Qué peculiar grandeza hay en esas verdades, bellas[139] pero vulgares y notorias, que, vestido con ese extraño traje, pasea Oscar Wilde por Inglaterra y los Estados Unidos? ¿Será maravilla para los demás,[140] lo que ya para nosotros es código olvidado? ¿Será respetable ese atrevido mancebo, o será ridículo? ¡Es[141] respetable! Es cierto que, por temor de parecer presuntuoso, o por pagarse más del placer que da[142] la contemplación de las cosas bellas, que del poder moral y fin trascendental de la belleza, no tuvo esa lectura que extractamos[143] aquella profunda mira y dilatado alcance,[144] que placerían a un pensador. Es cierto que tiene algo de infantil predicar reforma tan vasta, aderezado con un[145] traje extravagante[146] que no añade nobleza ni esbeltez a la forma humana, ni es más que una tímida muestra de odio a los vulgares hábitos corrientes.[147] Es cierto que yerran los estetas en buscar,[148] con peculiar amor, en la adoración de lo pasado y de lo extraordinario de otros tiempos, el secreto del bienestar espiritual en lo porvenir. Es cierto que deben los reformadores vigorosos perseguir el daño en la causa que lo engendra, que es el excesivo amor al bienestar físico, y no en el desamor del arte, que es su[149] resultado. Es cierto que,[150] en nuestras tierras luminosas y fragantes,[151] tenemos[152] como verdades trascendentales esas que ahora se predican a los sajones como reformas sorprendentes y atrevidas.[153]—Mas,[154]¡[155] con qué amargura no ve ese hombre joven;[156] cómo parece aletargado en los hijos de su pueblo ese culto ferviente de lo hermoso, que consuela de las más grandes angustias, y es causa de placeres inefables! ¡Con qué dolor no ha de[157] ver perdida para la vida permanente la tierra en que nació, que paga culto a ídolos perecederos! ¡Qué energía no ha menester para sofocar la censura de dibujantes y satíricos,[158] que viven de halagar los gustos de un público que desaman[159] a quien le echa en cara sus defectos! ¡Qué vigor y qué pujanza no son precisos para arrostrar la cólera temible,[160] y el desdén rencoroso,[161] de un pueblo frío, hipócrita[162] y calculador! ¡Qué alabanza no merece, a pesar de su cabello luengo y sus calzones cortos, ese gallardo joven que intenta trocar en sol de rayos vívidos, que hiendan y doren la atmósfera, aquel opaco globo carmesí,[163] que alumbra a los melancólicos ingleses! El amor al arte aquilata el[164] alma y la enternece: un bello cuadro, una límpida estatua, un juguete artístico, una modesta flor en lindo vaso, pone sonrisas en los labios donde morían tal vez, pocos momentos ha, las lágrimas. Sobre el placer de poseer lo hermoso,[165] que mejora y fortifica, está el placer de poseer lo hermoso[166] que nos deja contentos de nosotros mismos. Alhajar la casa, colgar de cuadros las paredes, gustar de ellos, estimar sus méritos, platicar de sus bellezas, son goces nobles,[167] que dan valía a la vida, distracción a la mente,[168] y alto empleo al espíritu. Se siente correr por las venas una savia nueva cuando se contempla una nueva obra de arte. Es como encadenar lo fabuloso.[169] Es como tener de presente lo venidero. Es como beber en copa de Cellini[170] la vida ideal.

     Y ¡qué pueblo tan rudo,[171] aquel que mató a Byron![172] ¡Qué pueblo tan reacio,[173] como hecho de piedra, aquel que segó los versos en los labios juveniles del abundoso Keats! El desdén inglés hiela, como hielan[174] los ríos y los lagos ingleses el aire frío de las montañas. El desdén cae como saeta,[175] despedida de labios fríos y lívidos. Ama el ingenio, que complace,[176] no el genio[177] que devora. La luz excesiva le daña, y ama la luz tibia. Gusta de los poetas elegantes, que le hacen sonreír; no de los poetas geniosos, que le hacen meditar y padecer. Opone siempre las costumbres, como escudo ferrado, a toda voz briosa que venga a turbar el sueño de su espíritu. A ese escudo lanzan sus clavas los jóvenes estetas; con ese escudo intentan los críticos ahogar en estos labios ardientes las voces generosas. Selló ese escudo, antes que la muerte, los labios de Keats. De Keats viene ese vigoroso aliento poético,[178] que pide para el verso música y espíritu, y para el ennoblecimiento de la vida el culto al arte. De Keats vino a los bardos de Inglaterra aquel sutil y celoso amor de la forma, que ha dado vida perdurable[179] a los sencillos pensamientos griegos. En Keats nace esa lucha dolorosa de los poetas ingleses, que lidian, como contra ejército invencible,[180] por despertar el amor de la belleza impalpable y de las dulces vaguedades espirituales[181] en un pueblo que rechaza todo lo que no hiera, adule o adormezca sus sentidos. ¿Adónde ha de ir en aquella tierra un poeta,[182] sino al fondo de sí mismo? ¿Qué ha de hacer, sino plegarse en su alma, como violeta herida de casco de caballo?[183] En Keats[184] las ideas, como aguas de mar virgen, se desbordaban de las estrofas aladas y sonantes. Sus imágenes se atropellaban, como en[185] Shakespeare: solo que Shakespeare las domaba,[186] y jugueteaba con ellas;[187] y Keats era a veces arrebatado por sus imágenes. Aquel sol interior calcinó el cuerpo. Keats, que adoraba la belleza, fue a morir a su templo: a Roma. ¡Pueda[188] su fervoroso discípulo,[189] que,[190] con desafiar a sus censores,[191] da prueba[192] de majestuosa entereza, y con sus nobles versos invita a su alma a abandonar el mercado de las virtudes, y cultivarse en triste silencio,—[193] avivar en su nación[194] preocupada y desdeñosa[195] el amor al arte, fuente de encantos reales[196] y de consuelos[197] con que reparar al espíritu acongojado de las amarguras que acarrea la vida!

Nueva York, enero 1882[198]

José Martí

 La Opinión Nacional, Caracas, 11 de febrero de 1882.
[Mf. en CEM]

GQA,[199] t. 13 pp. [115]-128.

 La América, Madrid, 8 de noviembre de 1882.
[Fotocopia en CEM]

La Nación, Buenos Aires, 10 de diciembre de 1882.
[Fotocopia en CEM]

Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2004, t. 9, pp. 234-247.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[86] Se añade coma siguiendo las lecciones de GQA, LA (Madrid) y LN.

[87] Pleca en LA (Madrid) y en LN.

[88] En LA (Madrid) finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración. (Nótese la similitud temática con el texto “Mis versos”, donde José Martí expone brevemente su credo poético y afirma: “Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el sol, se rompe en alas”. [OCEC, t. 14, p. 81. (Nota modificada por el E. del sitio web)].

[89] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[90] Sin coma en LON y en GQA. Se añade coma siguiendo las lecciones de LA (Madrid) y LN.

[91] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[92] Se añade coma siguiendo las lecciones de GQA, LA (Madrid) y LN.

[93] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[94] Sin pleca en LA (Madrid) y en LN.

[95] Se añade coma siguiendo las lecciones de GQA, LA (Madrid) y LN.

[96] En LA (Madrid) finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración.

[97] En GQA finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración.

[98] Coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[99] Sin esta comilla en GQA, en LA (Madrid) y en LN. En LA (Madrid) abre comilla delante de “Cántelo”.

[100] En GQA: “sí”.

[101] En GQA, en LA (Madrid) y en LN no abre comilla.

[102] En LN finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración. En GQA no cierra comilla.

[103] En GQA: “le”.

[104] En LA (Madrid) finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración.

[105] En LN: “del”.

[106] Punto y seguido en GQA.

[107] Se añaden los signos de admiración siguiendo la lección de GQA. En LA (Madrid) y en LN, entre signos de interrogación; en LON sin signos.

[108] Sin coma en LN.

[109] En LA (Madrid): “valor”.

[110] Sin comilla en GQA.

[111] Sin comilla en GQA.

[112] En GQA y en LN: “amar a la belleza”.

[113] Se añade esta palabra siguiendo las lecciones de LA (Madrid) y LN.

[114] Punto y coma en GQA.

[115] Coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN; después abre el signo de interrogación en las tres.

[116] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[117] Sin signo de admiración y con comilla de cierre en GQA.

[118] Coma en GQA.

[119] Coma en LON. Se siguen las lecciones de GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[120] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[121] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[122] Sin coma en GQA.

[123] Sin coma en LN.

[124] En LA (Madrid) finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración.

[125] Errata en LA (Madrid): “devolución”.

[126] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[127] Sin coma en GQA.

[128] Sin signo de admiración en GQA.

[129] Sin coma en LA (Madrid) y en LN.

[130] Coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[131] Coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[132] Coma en GQA.

[133] Sin signo de admiración en GQA.

[134] Sin coma en LA (Madrid) y en LN.

[135] Coma en GQA. En GQA, en LA (Madrid) y en LN el signo de interrogación abre delante de “qué”.

[136] Dos puntos en LN.

[137] Coma en LA (Madrid).

[138] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[139] Coma en GQA.

[140] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[141] En LON y en LN no abre signo de admiración.

[142] En GQA y LN: “de”.

[143] Errata en LA (Madrid): “extratamos”.

[144] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[145] En LN: “el”.

[146] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[147] En GQA finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración.

[148] Sin coma en LA (Madrid) y en LN.

[149] En GQA: “un”.

[150] Sin coma en GQA.

[151] Sin coma en GQA.

[152] Coma en LA (Madrid).

[153] En LA (Madrid) y en LN finaliza el párrafo aquí y el próximo comienza con la siguiente oración. Sin pleca en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[154] Sin coma en LA (Madrid) y en LN.

[155] En LA (Madrid), después del signo de admiración: “y”.

[156] Sin punto y coma en LA (Madrid) y en LN.

[157] Omitida esta palabra en GQA y en LN.

[158] Sin coma en GQA.

[159] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[160] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[161] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[162] En LA (Madrid) y en LN omitida esta palabra.

[163] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.
[164] En GQA: “al”.

[165] Sin coma en LA (Madrid) y en LN.

[166] Coma en GQA.

[167] Sin coma en GQA.

[168] Sin coma en GQA.

[169] Esta oración no aparece en GQA, ni en LA (Madrid), ni en LN.

[170] Benvenuto Cellini.

[171] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[172] Alusión a la salida de Byron de Inglaterra, en 1816, tras el rechazo a su persona en los medios sociales, provocado por el escándalo que siguió a la separación de su esposa y los rumores de su conducta incestuosa con su hermanastra.

[173] En GQA: “necio”.

[174] En GQA, LA (Madrid) y LN: “hiela”.

[175] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[176] Punto y coma en GQA.

[177] Coma en GQA.

[178] Sin coma en GQA, en LA (Madrid) y en LN.

[179] Estas dos últimas palabras omitidas en GQA.

[180] Se añade coma siguiendo las lecciones de GQA, LA (Madrid) y LN.

[181] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[182] Sin coma en GQA y en LN.

[183] En LON falta signo de interrogación.

[184] Coma en GQA.

[1185] Omitida esta palabra en GQA.

[186] Sin coma en GQA.

[187] Coma en LA (Madrid) y LN.

[188] En GQA: “puede”.

[189] Pleca en LA (Madrid) y en LN.

[190] Sin coma en LON y en GQA. Se añade coma siguiendo las lecciones de LA (Madrid) y LN.

[191] Sin coma en GQA y en LN.

[192] En GQA: “pruebas”.

[193] [1] Sin pleca en GQA.

[194] Coma en LA (Madrid).

[195] Coma en LA (Madrid).

[196] Coma en LA (Madrid) y en LN.

[197] Coma en LA (Madrid).

[198] En GQA y en LN aparece: “Nueva York, 1882”; en LA (Madrid) no aparece nada.

[199] Martí [Obras], edición de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, La Habana, 1900-1913, 16 tomos.