EL LIBRO DE UN CUBANO

Ya ha salvado los mares la noticia del libro monumental[1] que se prepara a presentar al público el naturalista cubano don Felipe Poey. No hay periódico de Europa que no alabe afectuosamente al sabio ictiólogo. Por los Estados Unidos corre ahora, con igual celebración, un extracto de esta obra mayor de análisis y paciencia, que ha requerido para llevarse a cabo todo el vigor de clasificación de un severo filósofo, y toda la bondad que atesora el alma de un sabio.

     A una se maravillan todos los periódicos, de la riqueza del mar antillano que rivaliza con la de la tierra de las Antillas,—y del número sorprendente de averiguaciones propias, y especies descubiertas por el observador cubano.

     Cuando descanse al fin de sus convulsiones—necesarias todas, pero de término seguro—la América que habla castellano—¡qué semillero de maravillas no va a salir a la luz del Sol! Nuestras tierras son tan fecundas en oradores y en poetas, como en sabios.—Ya va siendo notabilísimo en los poetas y oradores de nuestra raza el afán de hacerse hombres de ciencia. Y hacen bien! Heredia debe estar templado de Caldas.

La América, Nueva York, marzo de 1883.

Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, t. 18, p. 29.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Se trata de la obra Ictiología cubana, que no se publicó completa hasta el año 2000. Eduardo Torres-Cuevas argumentaba que esta obra “es a las Ciencias Naturales cubanas lo que la Historia de la esclavitud de [José Antonio] Saco es a nuestras Ciencias Sociales, monumentos fundadores de las ciencias y con­ciencia cubanas, fundamentos racionales de la idea cubana”. (“El legado común de Félix Varela y de José Martí”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008, no. 31, p. 213).