EL EVENING TELEGRAPH DE FILADELFIA

UNA ENTREVISTA SOBRE CUBA
...continuación 2

     Eso manda hacer el Partido Revolucionario Cubano; y como es de gentes honradas, eso se hace. Suelen salirle a la política sus parricidas y ladrones, que se ponen de representantes del ideal que aborrecen, y con la autoridad y los recursos de él lo minan y descomponen, para ofrecer luego a un postor apetecible su cadáver. Como traidores se mirarían sin duda los representantes del Partido Revolucionario, y traidores serían, si de público, y por su código expreso, prometiesen al país “no precipitar inconsideradamente la guerra en Cuba, ni lanzar a toda costa al país a un movimiento mal dispuesto y discorde”, y en privado, con las fuerzas y el crédito obtenidos por esta declaración, preparasen el modo de “precipitar inconsideradamente la guerra en Cuba”. No cabe la isla en un puño; ni las revoluciones son obra de joyería, que salen a hora fija, con todos sus tornos y lustres, del troquel del joyero; ni la guerra que la isla se diese, o decidiera ella precipitar, podría o debería dejarse sola, ni se quedaría sola. Mas la guerra que el Partido Revolucionario Cubano tiene el deber de encaminar de modo que se acomode a la realidad del país, y componga sus elementos a fin de que convivan en la guerra y después de ella en equidad y concordia, esa no saldrá en diarios, ni se echará a la mar con bocinas, a que la traiga del narigón un barco ajeno, ni caerá en un rincón de monte, donde el enemigo preparado la acorrale, ni se alzará hasta que no la aclamen y respeten los mismos que pudieran combatirla. De modo que cuando el opinante se entretenía en suponer que pudiera estarse favoreciendo expediciones “cuyo resultado no puede ser más que el derramamiento inútil de sangre, y un régimen más terrible”, el periódico Patria, repitiendo las afirmaciones del Partido desde su aparición, y reasumiendo las declaraciones del Delegado del Partido en las ciudades mismas denunciadas como el sitio de la expedición, decía el día 6 de agosto:

     “Pero esta curiosidad de que los vigilantes más celosos del porvenir de Cuba pudiesen ser, precisamente, los que lo comprometiesen con una intentona parcial y gloriosa; esta maldad de que los que quieren ahorrar a Cuba dolores y sangre innecesarios fueran, precisamente, los que sin consejo ni derecho ni oportunidad abriesen a la loca las fuentes de sangre; esta nimiedad de que los que conocen hombre por hombre el país cubano, y saben cuán difícil es adelantar con alguna ventaja su composición, fueran, precisamente, los que, por un renombre histórico que ya no necesitan, o por una veleidad de gloria a que no tiene derecho un cubano honrado, precipitasen el país a la descomposición de que, solos en el desconcierto político y en las varias formas de la cobardía patriótica, pretenden salvarlo; esta niñez de que los revolucionarios probados de Cuba, empeñados hoy en gran mayoría en la nueva revolución, arriesgarán su obra de conjunto,—la obra de fundar por una guerra imprescindible una república viable,—con la calaverada marcial, o la racha ambiciosa, de una expedición insuficiente y vocinglera,—solo puede ocurrir, en verdad, a un buscapárrafos callejero de la prensa noticiosa, o a los agentes que España tiene a sueldo para levantarnos dificultades por el mundo, o a los cubanos culpables, en las cosas de la patria, de ceguera voluntaria o de candor supino”.[5]

Pero, ¿a qué tomar, en verdad, tanto espacio para castigar esta entrevista? El Evening Telegraph comienza diciendo que es de “un amigo fiel de España”.

[José Martí]

Patria, Nueva York, 13 de agosto de 1892, no. 23, p. 2; OC, t. 2, pp. 107-112.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[5]JM: “Las expediciones, y la Revolución”, Patria, Nueva York, 6 de agosto de 1892, no. 22, pp. 1-2; OC, t. 2, pp. 95-96.