De pronto, como artesa de siglos, de edades, la tierra se abre a los pies, honda, verdeada, serpeada a cuartones, a fajas verdes, verdeoscuro, amarillo de oro, con su verdor crespo en la tierra negruzca, con su hilo de techos y árboles por lo largo del camino, y los montes alrededor, prendida la sombra de un pico a otro, o cogida de un hombro, como si de cada uno fuese a asomarse al valle la naturaleza. La india, de rebozo azul, ofrece por la ventanilla un cesto de granados.
Por los cortes rojos (la locomotora)[2]
El cerro de los pinos, como—cabeza de chino, que se pelan a cuadros.
Por los cortes rojos va bajando, sujetando el aliento, la locomotora. Un ave parda cruza en lo alto el abismo. Por una caída,—como cosida a pespunte, está la tierra cultivada.
Por entre las laderas empieza a verse el valle plomizo. A una vuelta, la hermosura.
De Esperanza a lo primero, la cuchilla enorme.
Al salir de Esperanza; en lo alto de la sombra de un cerro, un golpe de oro, que verdea, que negrea, que amarillea de nuevo, que se entra por el bosque oscuro, corona del cerro inmediato.
Se encoge el corazón de tanta hermosura. Los ojos queman. Se juntan las manos, en gracias y en plegaria.
¿Y quiénes son los dueños de esta tierra? Una raza canija, de vasta distancia entre el poder de idear y el de la voluntad,—entre el bello discurso y la bella acción?
I—Belleza.
II—Pregunta: acción?
III=Los peligros q. la cercan ¡Ah México &.
IV—Sí: descripción de lo que veo. México crece. Ha de crecer pa la defensa, cuando sus vecinos crecen pa la codicia. Ha de ser digno del mundo, cuando a sus puertas se va a librar la batalla del mundo. ¿Qué va a ser América: Roma o América, César o Espartaco? ¿Qué importa que el César no sea uno, si la nación, como tal una, es cesárea ¡Abajo el cesarismo americano! La tierra de habla española son[3] las que han de salvar en Am.[érica] la libertad, las que han de abrir el continente nuevo a su servicio de albergue.[4] La mesa del mundo está en los Andes.[5]
De la cumbre comba, por cuya brusca ladera crecen a trechos pinos dorados, bajan, muy tendidos al valle, los jalones selvosos. Ya hay cerros de basalto, que baja el agua turbia.
La iglesia de Maltrata, que luce blanca, rodeada de tejados, entre arboledas negras.
Al salir de los túneles, el sol tiene color de llama. Pinos, hojas negras, piedra caliza.
Por entre las laderas, veteadas y musgosas, estribadas, grietas pardas, como arrugas de viejo, el tablero del valle, sus tajos de calles, sus cercados y tufos de verdeoscuro, su iglesia rodeada de techos rojos,—de tejados rojos.—
Como ejército en marcha; por la cresta del monte, pegados unos tras otros, procesión de pinos.
1ro.: El tablero
2do.: Las fajas de verdes-claros
3ro.: El verdor crespo.
¡Ah México querido! Ah Méx[ico], adorado, ve los peligros que te cercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de ti! Por el Norte un vecino avieso se cuaja: por el Sur &. &.—Tú te ordenarás: tú entenderás: tú te guiarás: yo habré muerto, oh Méx[ico], por defenderte y amarte, pero si tus manos flaqueasen, y no fueras digno de tu deber continental, yo lloraría, debajo de la tierra, con lágrimas que serían luego vetas de hierro para lanzas,—como un hijo, clavado a su ataúd, que ve q. un gusano le come a la madre las entrañas.
Maltrata:—Ah! qué grandeza! Como que algo se cae dentro del pecho, y se arrodilla.
¿Y los dueños de esta tierra, la dejarán morir, decaer, (caer en mano extraña?)?[6] La hermosura de un pueblo ¿no es el deber de utilizarla? La inteligencia de un hombre ¿qué es más que el deber de emplearla? ¿Creerán que basta morir a última hora, sin la fuerza de la vigilancia anterior, contra un enemigo más fuerte por más vigilante? ¿Qué es la capacidad de morir sin la superior de ordenar?
[Diciembre de 1876][7]
[Ms. en CEM]
Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, t. 4, pp. 411-413.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1]En OC (t. 19, pp. 20-22) este apunte sin título figura, bajo el de “México”, con la siguiente acotación: “Parece que estas notas fueron tomadas por Martí en el viaje de Veracruz a Ciudad de México (1875)”. Aparte del tono de despedida que tiene el apunte, la dirección del viaje —de Ciudad de México a Veracruz— está indicada por el hecho de mencionarse, primero Esperanza (en el estado de Puebla), cuya estación de ferrocarril se encuentra, siguiendo esa dirección, antes que la estación de Maltrata, en el estado de Veracruz. Puede conjeturarse que este apunte fue escrito en diciembre de 1876, por las siguientes razones: 1. Es evidente la correspondencia de la descripción del paisaje con la que aparece en la carta de Martí a Manuel A. Mercado, fechada en Veracruz el 1ro de enero de 1877, en la que insiste en los rasgos pictóricos que pudieran inspirar a Manuel Ocaranza. 2. En esa fecha, México —además de la convulsión producida por el derrocamiento del gobierno de Lerdo de Tejada— estaba, en efecto, amenazado por un doble peligro: el del “vecino avieso” del Norte, acerca de cuyas maniobras publicitarias con motivo de incidentes en la frontera, Martí había escrito en la Revista Universal varios artículos y gacetillas que pueden verse en los tomos 2 y 4 de OCEC; y, “por el Sur”, el de las pretensiones de Guatemala de anexarse el departamento de Soconusco y otras porciones del estado de Chiapas, para lo cual había apoyado en alguna medida el movimiento porfirista. 3. La alusión a “un hijo que no nació de ti” corresponde sin duda al espíritu que le dictó su artículo “Extranjero” en El Federalista, el 16 de diciembre de 1876 (véase en OCEC, t. 2, pp. 298-300). En cuanto a la hipótesis de que este apunte haya sido escrito durante el último viaje de Martí a México (julio de 1894), deben tenerse en cuenta las siguientes consideraciones: 1. Si bien es cierto que la idea de “ordenación” (presente en frases como “¿Qué es la capacidad de morir sin la superior de ordenar?”), según observa Paul Estrade en “Martí: orden y revolución” (Anuario del Centro de Estudios Martianos, 1979, no. 2, pp. 75-95), fue preocupación suya sobre todo a partir de los años 1891 y 1892, también es cierto que en “Alea jacta est” (El Federalista, 7 de diciembre de 1876, OCEC, t. 2, pp. 291-292), se duele de que un pueblo que había demostrado su capacidad para morir, desde los aztecas hasta los tiempos de Hidalgo y Morelos, un pueblo que convirtió “en dardos flamígeros” sus brazos para derrotar la invasión extranjera, hubiera sucumbido ante “un grupo de voluntades desordenadas”, lo que implica el aprecio de la capacidad de ordenarse y no solo de morir (nótese también la semejanza de la imagen de los brazos convertidos en “dardos flamígeros” con la de las lágrimas en “venas de hierro” para lanzas).
2. Durante el último viaje de Martí a México, después de sus crónicas sobre la Conferencia Internacional Americana (1889-1890), donde recoge las expresiones de los propios poetas, políticos y pensadores estadounidenses acerca del destino imperial de Estados Unidos, y después de su artículo sobre “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”(mayo de 1891), la pregunta de este apunte: “¿Qué va a ser América, Roma o América, César o Espartaco?”, resulta una pregunta tardía. Situada en diciembre de 1876, en cambio, es una coherente y típica anticipación martiana, como lo parece el señalamiento de que a las puertas de México “se va a librar la batalla del mundo”, con lo que apunta al sentido último de la batalla definitiva que tendrá que librar Cuba, no solo contra España, sino para fijar el equilibrio continental y del mundo, según el espíritu del Manifiesto de Montecristi y otros textos, incluyendo la carta final a Mercado. Esa afirmación, sin embargo, por su aparente inminencia, junto con rasgos estilísticos que aparecen muy próximos al Diario de campaña, obligan a mantener un margen de duda acerca de la fecha de este apunte.
[2]Sin punto en el manuscrito.
[3]Así, plural en el manuscrito.
[4]A continuación, palabra ininteligible.
[5]La frase “mundo está en los Andes”, escrita en el margen izquierdo.
[6]Así, los dos signos de interrogación en el manuscrito.
[7]Véase la valoración que hace Fina García Marruz de este texto martiano, en Textos antimperialistas de José Martí, con selección, presentación y comentarios de nuestra relevante poeta y ensayista, 2da edic. corregida, La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1996, pp. 1-4. (N. del E. del sitio web).