AL GENERAL ANTONIO MACEO[1]

N. York, 20 de julio de 1882

Sr. Gral. Antonio Maceo

Sr. y amigo:

La súbita salida de mi amigo Flor Crombet no me deja tiempo para explicar a Vd. con la claridad y minuciosidad que deseo, la importancia y estado actual de los trabajos recientemente emprendidos para rehacer las fuerzas revolucionarias, mover en Cuba de un modo unánime y seguro los ánimos en nuestro sentir, y preparar en el exterior, con la unión cariñosa y conducta juiciosa de los bravos y buenos en quienes aún tiene fe Cuba, una guerra rápida y brillante que pueda ser siempre tenida como un honor, y no como un delito, por los que tienen parte en ella.—No conozco yo, General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que V.—Ni comprendería yo que se tratase de hacer,—como ahora trato y tratan tantos otros,—obra alguna seria en las cosas de Cuba, en que no figurase V. de[2] la especial y prominente manera a que le dan derecho sus merecimientos. No puedo entrar, mal que me pese, por falta de tiempo, a explicar a V. cómo es forzoso,—ya que a despecho nuestro se han creado en Cuba después de la guerra elementos que no son nuestros—traerlos hábilmente a nuestro lado, pto.[3] que ahora muestran deseos de venir; y aprovecharnos de ellos, ya que prescindir fuera, sobre injusto, imposible.—No puedo entrar a explicarle cómo, inquieto ya de nuevo el país, y vueltos sus ojos a los que hayan de ser sus salvadores, busca otra vez a sus constantes defensores, que andan hoy fuera de habla, tan grandes como silenciosos, apartados, aislados, y por esto impotentes. Mientras no llamaba el país, parecía un acto de insensatez y violencia forzarlo a verter una sangre que se negaba a verter. Pero cuando el país llama, es necesario responderle, so[4] pena de que olvide—con justicia—a los que no le[5] responden, y llame a otros que le parezcan mejores.—No tengo tiempo de explicarle cómo ya se reúnen sin esfuerzo al grupo revolucionario activo, los revolucionarios arrepentidos, y los nuevos[6] hombres de Cuba que creyeron que podían prescindir de la Revolución. Ni tengo tiempo de decirle, General, cómo a mis ojos no está el problema cubano en la solución política, sino en la social, y cómo esta no puede lograrse sino con aquel amor y perdón mutuos de una y otra raza, y aquella prudencia siempre digna y siempre generosa de que sé que su altivo y noble corazón está animado. Para mí es un criminal el que promueva en Cuba odios, o se aproveche de los que existen. Y otro criminal el que pretenda sofocar las aspiraciones legítimas a la vida de una raza buena y prudente que ha sido ya bastante desgraciada.—No puede V. imaginar, la especialísima ternura con que pienso en estos males, y en la manera, no vociferadora, ni ostensible—sino callada, activa, amorosa, evangélica de remediarlos. Tendría, General Maceo, placer vivísimo en que, en vez de escribirle yo estas cosas frías, las hablásemos. Estimo sus extraordinarias condiciones, y adivino en V. un hombre capaz de conquistar una gloria verdaderamente durable, grandiosa y sólida.

     En carta siguiente[7] le explicaré todo lo que llevamos hecho,[8] y pensamos hacer, que gira todo sobre eso que le llevo dicho, y en respuesta a lo cual, y a lo que Flor Crombet tiene[9] encargo de explicarle, espero que me diga si no aplaude y comparte estas ideas, y esta reaparición de manera seria y ordenada,—de todos los hombres importantes, y verdaderamente fieles, de nuestra causa, sincera y calurosamente reunidos, sin necesidad de jurar obediencia ciega a un grupo aislado o a un hombre solo, para[10] aprovechar con cordura y sin demora los elementos ya hirvientes, y cada día más imponentes, de la guerra en Cuba. Mucho va ya hecho. Mucho se desea esta reaparición formal[11] y pública. Pero yo he venido conteniendo, por mi parte, todo trabajo aislado y pequeño que no responda[12] a la obra grandiosa que esperan de nosotros. Heroicos hemos de parecer, puesto que nos quieren heroicos. Si nos ven de menor tamaño que aquel de que esperan vernos—esto será como darnos muerte.—Mas yo no estimo legal ni poderosa, por mucho que la soliciten y la apoyen, manifestación alguna revolucionaria, que no lleve el asentimiento, y vaya aconsejada y dirigida, de los hombres valerosos y buenos que han adquirido este especial derecho con sus méritos. Imagine V. si aguardaré con impaciencia, teniendo que enfrenar a los impacientes, y a los que creen que con callar se pierde ya tiempo precioso,[13]—la respuesta de Vd. acerca de estos pensamientos que le muestro, y de su opinión sobre esta nueva forma de nuestra obra, encaminada hoy a preparar activa y racionalmente, con toda la firmeza,—y habilidad que requiere problema tan grave y cosa tan extraordinaria, el modo de crear, por una guerra pronta de triunfo posible, un país[14] en que, a pesar de estar muy trabajado de odios, entren desde su fundación a gozar de verdaderos derechos, y en verdaderas condiciones de larga y quieta vida, todos sus diversos elementos.—Yo sé que no está V. cansado de hacer cosas difíciles. Y que su juicio claro no se ofusca como el de la gente vulgar, y abarca toda la magnitud de nuestra tarea y de nuestra responsabilidad.—

     Tal vez, por mi odio a la publicidad inútil, ignore V. quien le escribe esta carta. Flor Crombet se lo dirá. Y yo le digo que se la escribe un hombre que sabe cuanto V. vale, y lo tiene en tanto.

     Con impaciencia espera su respuesta, y queda afectuosamente a sus órdenes.

                                          Su amigo y servidor,

José Martí

324 Classon Avenue
Brooklyn
L.I.[15]

[Ms. en CEM]

Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2010, t. 17, pp. 323-325.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Papel con cuño seco: Goetting Mills. Esta carta y la escrita al general Máximo Gómez (OCEC, t. 17, pp. 326-330), de la misma fecha, forman parte del proceso de reactivación de las actividades conspirativas promovidas por José Martí desde Nueva York, el cual se vio alentado por la visita del general Flor Crombet a esa ciudad. A la partida de este para Honduras, donde se hallaban Gómez y Maceo, Martí lo hizo portador de sendas cartas para ellos, que ambos respondieron con fecha 8 de octubre y 19 de noviembre de 1882, desde San Pedro Sula y Puerto Cortés, respectivamente. (Nota modificada ligeramente por el E. del sitio web).

[2] Esta palabra escrita sobre “es”.

[3] Abreviatura: puesto.

[4] La “o” escrita sobre “í”.

[5] La “e” escrita sobre “o”.

[6] Esta palabra escrita sobre otra de rasgos ininteligibles.

[7] Se desconoce el destino de esa carta. (N. del E. del sitio web).

[8] Esta palabra añadida encima de la línea. Por lapsus, se conserva la coma en “llevamos”.

[9] Esta palabra añadida sobre “lleva”.

[10] Esta palabra añadida sobre “de”.

[11] La primera sílaba de esta palabra escrita sobre rasgos ininteligibles.

[12] La “a” escrita sobre “e”.

[13] La “o” escrita sobre “a”.

[14] Las palabras a continuación, hasta “estar”, añadidas encima de la línea.

[15] Long Island. Esta era la dirección de la pensión para familias de Manuel Mantilla y Carmen Miyares, donde entonces se alojaba Martí.