A ELOY ESCOBAR[1]

—A Orestes—
Pílades          

No sabe el sol cdo. asoma
Cuántas tristezas alumbra;
Ni el amigo cdo. pasa
Callado por mi vetusta
Puerta —cuánta devorante
Pena recia mi alma enluta,—
Ni cuánta del mar revuelto
Viene al labio amarga espuma.
     No tiene su querellosa
Flautilla cdo. modula
Más que quejas de la tierra,
Memorias del cielo augustas,—
Son más triste q. el q. mueven
Dentro del ánima turbia
Remembranzas del pasado
Bien, q. en ruinas se sepulta,
Y la tibia frente orean
Con el aire de las tumbas.
Ni sabe Orestes ingrato
Cómo a Pílades conturban
De una niña que se queja
Cerca de él, las voces puras,—
Cuando las pálidas[2] manos[3]
De las que amantes las buscan,
—Temerosa[4] de q. el vuelo—
Al cielo le estorben, hurta!—
     Oh! No sabe el excelente
Varón q. el solar ilustra
Dónde en el cráter de un mundo
Otro mundo se derrumba,—
Cuánto el q. a la falda llega
Del monte verde, en penurias
De alma se aflige, y solloza
Con voces de fiera angustia,
Que muerde más, por callada,
Y por sola, más asusta.
     No de bellaco injuicioso
El triste Pílades cura;—
Ni de cabos, ni de condes,
Que el hado resuelto encumbra;
Ni de esas aves viajeras
Que con blanda estrofa arrullan,
Cuando al casto sol de gloria
O al vivo[5] sol de fortuna—
Cual en torno al mástil suelen
En los mares blancos sulas—
Del glorioso o rico entorno
En corte espesa se juntan,
Para volar con los soles
Donde nuevas albas luzcan.
Mas si de Petrus in cunctus[6]
Y[7] de fascinables turbas,
Y de máximos señores
Vivo en venturosa incuria,
No así de la noble estima
Del varón de ánima justa
Que con alta lengua y hechos
El solar nativo ilustra.—
     Llegue el triste, del más triste
A alegrar la casa oscura:
Llegue con su barba luenga
Y su rica fabla culta,
Que va mansa, cual de oro
Arroyo en cuyas espumas
Rozasen las pintadillas
Alas mariposas fúlgidas.
     Suelta den al padre hidalgo
El coro alegre de puras
Hijas que con invisibles
Besos, le cercan y escudan,—
Y a su paso atentas vierten
De melancólicas urnas,
Blandas esencias de flores
Que la atmósfera perfuman.
     Deje la jaula dorada:
Venga a la de hierro dura:
Entienda las que no salen
A la faz lágrimas turbias:
Riendecilla traigo de oro                     Bridas tráigase de seda[8]
Con su rica fabla culta,
Que el rebelde tigre embriden
Que en mí clava garra ruda.
     Y cuando el zaguán estrecho
Trasponga de la vetusta
Casa q. de Dios lo ha sido
Y del Dios q. hoy priva y cura,
Y de tristes bardos muertos,
Y bardos, de[9] muerte[10] en busca[11],
Se abrirán de los naranjos
Del patio añejo en la cúpula
Blancos jazmines, gemelos
De los que adornan mi pluma,
Ora que el alma encamino
Al varón de tierra[12] fúlgida.[13]

[Ms. en CEM]

Tomado de José Martí: “A Eloy Escobar”, Poemas en hojas sueltas, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2007, t. 16, pp. 150-153.

Otro texto relacionado:

  • JM: “Eloy Escobar”, El Economista Americano, Nueva York, febrero de 1888, OCEC, 28, pp. 91-94.

Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Manuscrito en tinta negra.

[2] Esta palabra añadida encima de: “manos”.

[3] Tachado a continuación: “pequeñas”.

[4] Esta palabra escrita encima de, tachado: “Tímida”.

[5] La “o” añadida sobre: “az”.

[6] En latín: “Pedro en todo”.

[7] Tachado al inicio de este verso: “Vivo”. La “Y” escrita sobre una “e”.

[8] Este verso añadido encima de la primera versión.

[9] Esta palabra escrita encima de, tachado una “q”.

[10] Esta palabra escrita encima de la “b” de “busca”.

[11] Tachada una “n” al final de esta palabra.

[12] Sobre esta palabra rasgos ininteligibles.

[13] Al dorso de la hoja se lee, escrito con otra tinta negra, el poema: “A un joven muerto”, que aparece en la página siguiente.