Mi musa? Es un diablillo
Con alas de ángel.
¡Ah, musilla traviesa,
Qué vuelo trae!
Yo suelo, caballero
En sueños graves,
Cabalgar horas luengas
Sobre los aires.
Me entro en nubes rosadas,
Bajo a hondos mares,
Y en los senos eternos
Hago viajes.
Allí asisto a la inmensa
Boda inefable,
Y en los talleres huelgo
De la luz madre:
Y con ella es la oscura
Vida, radiante,
Y a mis ojos los antros
Son nidos de ángeles!
Al viajero del cielo
¿Qué el mundo frágil?
Pues ¿no saben los hombres
Qué encargo traen?
¡Rasgarse el bravo pecho,
Vaciar su sangre,
Y andar, andar heridos
Muy largo valle,
Roto el cuerpo en harapos,
Los pies en carne,
Hasta dar sonriendo
—¡No en tierra!—exánimes!
Y entonces sus talleres
La luz les abre,
Y ven lo que yo veo:
¿Qué el mundo frágil?
Seres hay de montaña,
Seres de valle,
Y seres de pantanos
Y lodazales.
De mis sueños desciendo,—[2]
Volando vanse,
Y en papel amarillo
Cuento el viaje.
Contándolo, me inunda
Un gozo grave:—
Y cual si el monte alegre,
Queriendo holgarse
Al alba enamorando
Con voces ágiles,
Sus hilillos sonoros
Desanúdase,
Y salpicando riscos,
Labrando esmaltes,
Refrescando sedientas
Cálidas cauces,
Echáralos risueños
Por falda y valle,—
Así, al alba del alma
Regocijándose,
Mi espíritu encendido
Me echa a raudales
Por las mejillas secas
Lágrimas suaves.
Me siento, cual si en magno
Templo oficiase;
Cual si mi alma por mirra
Vertiese al aire;
Cual si en mi hombro surgieran
Fuerzas de Atlante;[3]
Cual si el sol en mi seno
La luz fraguase:—
Y estallo, hiervo, vibro,
Alas me nacen!
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Véase la versión de este poema en “Cuaderno de Ismaelillo”, OCEC, t. 14, pp. 55-60.
[2] En la edición príncipe punto. Se sigue la lección del manuscrito, OCEC, t. 14, p. 56.
[3] Atlante. En la mitología griega, hijo del titán Jápeto y de la ninfa Clímene. Luchó con los titanes en la rebelión contra las deidades olímpicas, y después de su derrota fue castigado a cargar para siempre en sus espaldas la Tierra y el Firmamento, y en sus hombros la gran columna que los separaba. Dio su nombre a la cadena de Atlas y al océano Atlántico.