A JOSÉ FRANCISCO MARTÍ ZAYAS-BAZÁN
[Montecristi] 1ro de abril de 1895[1]
Hijo:
Esta noche salgo para Cuba: salgo sin ti, cuando debieras estar a mi lado. Al salir, pienso en ti. Si desaparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina[2] que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo.
Tu
José Martí
[Cotejado por manuscrito original en el Centro de Estudios Martianos].
Tomado de José Martí: Testamentos. Edición crítica, presentación de Salvador Arias, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2016, p. 17.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] En Familia de Martí, Ezequiel Martínez Estrada, considera que “el 1o de abril de 1895, Martí escribe al hijo, que ya no es Ismaelillo sino José Francisco Martí Zayas, la carta más desolada, árida y fría de su epistolario: él, tan cariñoso, gentil, desbordante de amor, cuyas despedidas bíblicas o islámicas solían proyectar el saludo a los familiares y a la casa, o como la bendición de los apóstoles al finalizar las epístolas a los fieles y a las iglesias. ¿Qué familia, qué casa tiene él que saludar ahora?” (La Habana, Editorial Nacional de Cuba, Cuadernos de la Casa de las Américas, 1962, p. 47). Sin embargo, Fina García-Marruz asevera que esa “carta, que algunos creen fría, […] yo creo que es lacónica y dolorosa”. [“Iluminaciones 2: Cintio y Fina, sobre Medardo Vitier”. Entrevista de Rosa Miriam Elizalde (08-06-2006). Tomado de www.lajiribilla.cu (24-09-2021). Véase, al respecto, el artículo de Pedro Pablo Rodríguez: “El padre”, De todas partes. Perfiles de José Martí, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2012, pp. 21-22. (N. del E. del sitio web)].
[2] Martí se refiere a la leontina que el 19 de marzo de 1878 le obsequiaron sus alumnos de la Escuela Normal de Guatemala y que en la actualidad atesora el Museo Casa Natal de José Martí. Existe la versión de que el suegro de Martí, Francisco Zayas-Bazán, de conocida fidelidad a la metrópoli, luego del Pacto del Zanjón, le regaló al nieto un reloj que tenía grabado los símbolos de la Corona española para que cada vez que el niño mirase la hora recordase que era español. (Véase Blanche Zacharie de Baralt: El Martí que yo conocí, 3ra edición, La Habana, Centro de Estudios Martianos/Editorial de Ciencias Sociales, 1990, p. 83).