A FRANCISCO GÓMEZ TORO

[Nueva York, 30 de agosto de 1894][1]

Hijo Pancho:

Tienes que ceder a deberes mayores. No te puedo escribir,—contestar tu carta hermosa,[2]—decirte que todos los días te busco y deseo. Mírame de lejos, lo mismo que me viste, como el mulo de mi tierra. Y gozo porque ya tú conoces de cerca a sus hijos. Adiós ahora. Alguna carta mía te llegará y no la olvidarás. Ni acá te olvida nadie. Ni por las tierras que vimos.[3] Abraza a tu casa.—Y piensa siempre, con todo tu cariño, en este pobre mulo.[4]

Tu

Martí

Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1986, no. 9, p. 32.[5]


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] En el Archivo Nacional de Cuba, Fondo Archivo Máximo Gómez, Legajo 18, no. 36, se hallan tres cuadernos de copias de cartas mecanografiadas, cuyos originales Rufino Pérez Landa acredita que se encuentran en su archivo. De uno de esos cuadernos hemos tomado esta nota, posiblemente inédita. En el extremo inferior izquierdo de la página, después de la firma de Martí, leemos: “Al dorso, plegado en forma de sobre, Para Pancho/ de su M.”, de lo que se deduce que fue adjunta a otra comunicación enviada seguramente a su padre. Debido a que en esta dice que nadie lo olvida “por las tierras que vimos”, y en la carta precedente de 30 de agosto de 1894, dirigida a su padre expresa: “Y preguntarle a la larga por este Pancho leal y discreto, por el que me preguntan con mucho interés cuantos en el camino le conocieron”, suponemos que fueron enviadas juntas, por eso consideramos estas líneas con igual fecha. Además, en la carta al general Gómez de 8 de septiembre del propio año dice: “y Panchito no me escribió” para referirse a la respuesta a estas líneas, la cual llegó a sus manos días después, pues el 23 de ese mes volvió a escribirle a Panchito, a quien señala que recibió su breve carta. (EJM, t. IV, p. 239).

[2] Se desconoce el destino de esta carta.

[3] El general Máximo Gómez llegó a Nueva York el 8 de abril de 1894 para coordinar con José Martí algunos asuntos organizativos de la inminente contienda, incrementar los fondos monetarios y salvar las últimas diferencias de principio que existían entre ambos dirigentes. El 21 de abril regresó a República Dominicana. Su hijo Panchito, que lo acompañaba en este viaje, quedó al lado de Martí, para que lo secundara, en representación suya, en una gira de proselitismo revolucionario que iban a emprender por Costa Rica, Panamá y Jamaica, del 5 al 26 de junio de 1894. (N. del E. del sitio web).

[4] José Martí se remite, también, en cartas al general Serafín Sánchez y a Fermín Valdés-Domínguez al “mulo simbólico y realísimo […], animal heráldico de la resistencia” (C. Vitier), de menor alzada y porte más discreto que el del caballo, paciente e infatigable como pocos, que desafía inexorablemente los más escarpados senderos. Lezama Lima en su Rapsodia para el mulo pondera la seguridad de su paso en el abismo.

“Todo lo tengo que hacer, como un mulo de noria. Y no me importaría, si me alcanzase el cuerpo deshecho pa. todo”. (“Carta al general Serafín Sánchez”, [Nueva York, 17 de febrero de 1894], EJM, t. IV, p. 52).

“De la maluquera, y el quehacer de que voy halando como un mulo, me he dado un salto a N. York, a mil cosas”. (“Carta a Fermín Valdés-Domínguez”, [Nueva York, mayo de 1894], EJM, t. IV, p. 128).

“Con qué seguro paso el mulo en el abismo”. (José Lezama Lima: “Rapsodia para el mulo”, Diez poetas cubanos. 1937-1947, antología, prólogo y notas de Cintio Vitier, La Habana, Ediciones Orígenes, 1948, pp. 42-46).

[5] Véase la nota “Carta a Panchito Gómez Toro” que precede a la publicación de esta carta, en ACEM, ob. cit., pp. 30-32.