José Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera (1762-1835)

Teólogo, filósofo y pedagogo habanero. Natural de La Habana. Estudió en el Real y Conciliar Seminario de San Carlos y San Ambrosio, donde se ordenó como sacerdote en 1781. Se encargó de la cátedra de Filosofía de dicha institución, desde la cual se opuso al escolasticismo y explicó a Locke, Descartes y Condillac.[1] Fue su director (1794) y secretario sustituto (1796). Tuvo allí como discípulos a Varela, Saco y su sobrino Luz y Caballero.

     Se doctoró en Teología en la Universidad de La Habana y tuvo una activa participación en la publicación del Papel Periódico de La Habana, del cual fue redactor. Colaboró también en el Diario de La Habana, El Observador Habanero y El Lince. Laboró en la Sección de Ciencias y Artes de la Sociedad Económica de Amigos del País, de la cual fue miembro. Inició la labor de renovación de la Filosofía en Cuba que continuaría Félix Varela. Sus ideas al respecto están contenidas en sus Lecciones de Filosofía Electiva, Ciencias y Artes, La Crítica en Cuba a fines del siglo XVIII y otras obras no menos importantes.

     Hizo esfuerzos por renovar el sistema educativo, sobre todo en la enseñanza superior, para lo que presentó una “Memoria” a la Sociedad Económica en 1795. También elaboró un plan para la fundación de escuelas públicas gratuitas. Fue traductor del latín, el inglés y el francés al español.

     Miembro destacado de la Sociedad Económica Amigos del País, auspició numerosos proyectos de instrucción pública gratuita y fue uno de los primeros en criticar el régimen esclavista, al considerar a “la esclavitud la mayor maldad civil que han cometido los hombres”.[2]

     Celebrado por sus contemporáneos como orador sagrado,[3] no es esta su más importante faceta,[4] sino la de continuo luchador por la reforma de la enseñanza superior, por lo cual ha sido calificado como “el primer revolucionario universitario que hubo en Cuba”. Como orador se destacan sus discursos en homenaje a los restos de Cristóbal Colón cuando fueron trasladados a La Habana, y a don Luis de Las Casas. Años después de su muerte se dio a conocer el proyecto de autonomía que redactó para Cuba.

     José Martí afirmó que el “sublime Caballero” había sido el “padre de los pobres y de nuestra filosofía”, y que “había declarado, más por consejo de su mente que por el ejemplo de los enciclopedistas, campo propio y cimiento de la ciencia del mundo el estudio de las leyes naturales”.[5] 

[Tomado de César García del Pino: Mil criollos del siglo xix. Breve diccionario biográfico, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2013, p. 46; y OCEC, t. 31, p. 258 (Texto modificado por el E. del sitio web)].[6]


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] “Caballero fue entre nosotros el que descargó los primeros golpes al coloso del escolasticismo, que después acabó de derrocar y pulverizar en la misma arena el Hércules de sus discípulos [Félix Varela], con su robusta maza. Caballero fue el primero que hizo resonar en nuestras aulas las doctrinas de los Locke y de los Condillac, de los Verulamios y los Newtones; Caballero fue el primero que habló a sus alumnos sobre experimentos y física experimental; Caballero fue el primero entre los escogidos para fundar el cuerpo patriótico. La fama de sus luces y de sus virtudes eminentes salvó los muros del Seminario […]”. [José de la Luz y Caballero: “A la memoria del doctor don José Agustín Caballero” (Diario de La Habana, 20 de abril de 1835), Obras. Escritos sociales, científicos y literarios (vol. IV), presentación de Alicia Conde Rodríguez, La Habana, Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, La Habana, p. 315].

[2] José Agustín Caballero: “En defensa del esclavo”, Papel Periódico de la Havana, 5 y 8 de mayo de 1791, en Obras, ensayo introductorio (“José Agustín: el espíritu de los orígenes”), compilación y notas de Edelberto Leiva Lajara, Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos no. 5, La Habana, Ediciones Imagen Contemporánea, 1999, p. 200.

[3] “Antes que Varela, antes que Luz y antes que González del Valle brillasen en la ciencia de Platón, se veía discurrir, grave y modesto, por los claustros de un edificio que nosotros nunca debemos olvidar, al presbítero José Agustín Caballero. Sabio para aquellos tiempos y para nuestro suelo, sabio lo habrían proclamado también cualquier otra edad y todos los países civilizados [sic]. Su discurso pronunciado ante las reliquias de Cristóbal Colón, palpita con los férvidos arrebatos oratorios en que hubieran prorrumpido Demóstenes y Cicerón, si hubieran tenido la dicha de saber, atónitos, que en los confines del dilatado mar occidental se extendían el continente y las islas de la América”. (Anselmo Suárez y Romero: “Prospecto para una biblioteca de escritores cubanos” (1868), Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, año 113, quinta época, La Habana, enero-junio de 2022, p. 174. Las cursivas son del autor).

“Ya a fines del siglo XVIII, se ofrece una muestra de la plenitud de la palabra. Son las oraciones del presbítero Caballero. Obligaron tanto a la prosa como al verso a cualificarse, por primera vez se oía en la palabra cubana un acento alto, majestuoso, irreprochable. Hay una elegante madurez en la expresión”. [José Lezama Lima: “Prólogo a una antología” (Antología de la poesía cubana, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1965, 3 t.), La cantidad hechizada, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2014 (edic. digital), p. 287].

[4] “Lo que comúnmente se conoce más del P. Caballero es el relieve que alcanzó como orador sagrado. […] En menor número están los conocedores de su Proyecto de reforma política para la isla de Cuba y redactado en 1811; y fuera de los eruditos, muy pocos han notado el hecho curioso de que quince años antes, en 1795, había presentado el P. Caballero un proyecto de reforma universitaria. Ni este ni el político se realizaron, no obstante, la certera visión del iniciador. / […] uno de los fundadores de la nacionalidad cubana […]”. (Medardo Vitier: “José Agustín Caballero”, Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, p. 205).

[5] JM: “Antonio Bachiller y Morales”, El Avisador Hispanoamericano, Nueva York, 24 de enero de 1889, OCEC, t. 31, pp. 73-74.

[6] Bibliografía:

  • José de la Luz y Caballero: “A la memoria del doctor don José Agustín Caballero”(Diario de La Habana, 20 de abril de 1835), Obras, presentación de Alicia Conde Rodríguez, La Habana, Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, La Habana, vol. IV (Escritos sociales, científicos y literarios), pp. 310-321.
  • Francisco Calcagno: Diccionario biográfico cubano,New York, Imprenta Ponce de León, 1878, pp. 132-136.
  • Alfredo Zayas: “El Presbítero D. José Agustín Caballero: su vida y sus obras”, Revista Cubana,La Habana, Imprenta de Álvarez y Cía, 1891.
  • Emilio Roig de Leuchsenring: “El centenario de la muerte de José Agustín Caballero y Rodríguez”, Homenaje al ilustre habanero pbro. Dr. José Agustín Caballero y Rodríguez en el centenario de su muerte: 1835-1935, Cuadernos de Cultura Habanera, no. 1, La Habana, Municipio de La Habana, 1935, pp. 7-22.
  • Medardo Vitier: “El P. José Agustín Caballero”, Revista de la Universidad de La Habana, año VII (1943), pp. 78-89.
  • Medardo Vitier: “José Agustín Caballero”, Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, pp. 205-207.
  • Medardo Vitier: Las ideas en Cuba. La filosofía en Cuba,palabras liminares de Cintio Vitier, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2002, pp. 53-55, 146-147 y 260-267.
  • Roberto Agramonte: José Agustín Caballero y los orígenes de la conciencia cubana, La Habana, Universidad de La Habana, 1952.
  • Edelberto Leiva Lajara:José Agustín Caballero: el espíritu de los orígenes, ensayo introductorio a Obras de José Agustín Caballero, La Habana, Imagen contemporánea, 1999, pp. 1-98.
  • Edelberto Leiva Lajara: “José Agustín Caballero y el pensamiento ilustrado cubano en la frontera de los siglos XVIIIy XIX”, Revista de la Sociedad Cultural José Martí, La Habana, 2009, no. 25, pp. 5-13.
  • Rita MaríaBuch: “De Caballero a Martí. Trayectoria de la Filosofía cubana electiva en el siglo XIX”, Revista de la Sociedad Cultural José Martí, La Habana, 2009, no. 25, pp. 49-62. Véase el epígrafe “Caballero: fundador de la filosofía electiva e iniciador de la reforma filosófica en Cuba”, pp. 49-53.