Johann Wolfgang Von Goethe (1749-1832)
Poeta, novelista, dramaturgo, filósofo y científico alemán; una de las figuras señeras de la literatura alemana. La importancia de la obra de Goethe puede ser juzgada por la influencia que sus escritos críticos, su amplia correspondencia, su poesía, sus dramas y sus novelas ejercieron sobre los escritores de su época y sobre los movimientos literarios que él inauguró y de los que fue la figura principal. Según el crítico inglés Matthew Arnold, Goethe debe ser considerado no solo “el centro indiscutible de la literatura alemana, sino una de las figuras más versátiles de la literatura universal”.
El poema filosófico Fausto (cuya primera parte fue publicada en 1808 y la segunda, póstumamente, en 1832), fue su libro más ambicioso y relevante que, a juicio de José Martí, que lo calificó de “sublime”,[1] “es […] la mejor obra del hombre después de Prometeo”.[2] Otras obras destacadas son las novelas Las desventuras del joven Werther (1774) y Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796), el drama en prosa Ifigenia en Tauris (1787), los dramas Egmont (1788) y Torquato Tasso (1790) y una colección de magníficos poemas, Diván de Oriente y Occidente (1819).
En opinión de la crítica especializada en la literatura de viajeros, Goethe fue el inventor del concepto moderno del relato de viajes, pues con su libro Viaje a Italia (1786) definió el canon de este género literario.[3] También escribió tratados científicos como Metamorfosis de las plantas, y Teoría de los colores.
Aunque algunos autores, como Arnold Hauser, reprochan “la inclinación intelectualmente aristocrática de Goethe y sus ambiciones cortesanas, su olímpico egocentrismo y su indiferencia política”;[4] otros, como Gastón Baquero, piensan que “Goethe vino al mundo para servir [a] una misteriosa misión: quiso, en el fondo, salvar al Espíritu en y por la naturaleza hecha arte, frente a los modos asonantes de una ciencia desprovista de luz // […] fue el maestro del crecimiento interior. // Por eso Goethe es el Libertador […], señor de las estrellas, límpido y marmóreo augur del universo”.[5]
Véase el ensayo de Cintio Vitier: “Lejanía de Goethe” (1949), Obras 4. Crítica 2, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2001, pp. 46-49.
[Tomado de Pedro Araya: “Notas explicativas”, EUP (1891-1892), p. 1617 y OCEC, t. 22, p. 370. (Nota modificada por el E. del sitio web)].
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] JM: “Cuaderno de apuntes no. 1”, OC, t. 21, p. 38. —“¿Qué es el Fausto, más que una colosal tentativa para resolver el problema del mundo, entrar en lo desconocido, ver como se elabora la naturaleza, como anima el espíritu la forma, como lo inexplicable se aclara por el estudio de las tentativas hechas para explicarlo, y en estas, en la reunión y naturaleza de estas, el secreto de él?” (JM: “Cuaderno de apuntes no. 18” [1894], OC, t. 21, p. 382).
[2] JM: “Byron”, OC, t. 15, p. 356.
[3] Félix Julio Alfonso López: “Alejandro de Humboldt en La Habana: la mirada ilustrada y científica”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, Quinta época, a. 113, La Habana, enero-junio de 2022, no. 1, p. 37.
[4] Arnold Hauser: “Alemania y la ilustración”, Historia social de la literatura y el arte, La Habana, Edición Revolucionaria, 1966, p. 119. [Martí tampoco pasó por alto algunos rasgos negativos de la personalidad de “Goethe, estirado, formal, vano, robusto; un Narciso de mármol” (OCEC, t. 25, pp. 123-124). Esto no impidió, en absoluto, que reconociera su gran genio literario, para situarlo “allá en el cielo alto” junto a Calderón, Shakespeare, Esquilo y Schiller (OCEC, t. 3, p. 186). Consideraba que “con su prosa serena” (OC, t. 12, p. 112), su “moderación […] constante e invisible” (OCEC, t. 13, p. 481), “Goethe hizo tal vez todo lo que había que hacer en la poesía moderna” (OC, t. 21, p. 159)].
[5] Gastón Baquero: “Introducción al bicentenario de Goethe” (1949), La fuente inagotable, Valencia, Pre-Textos, 1995, pp. 125, 126, 127 y 129, respectivamente.

