Sr. Don Ezequiel Martínez Estrada
Casa de las Américas
Ciudad
Muy estimado compañero y amigo:
Leí hace días una porción sustanciosa de su carta[2] a Nicolás Guillén sobre la necesidad de conocer a Martí por sus obras, según el dictado bíblico; y me parece obligado, ya que aparezco aludido en su misiva, decir algunas razones sobre el caso.
Creo que su carta, que tan buenas cosas establece, contiene aspectos injustos, determinados por la más noble de las impaciencias. Su deseo de que tengamos los cubanos y los latinoamericanos, y los españoles naturalmente, cuanto escribió nuestro héroe elocuente lo hace ver con exageración dificultades y obstáculos que no pueden ser superados a la velocidad que quisiéramos. Comparto su ansiedad, pero no su amargura.
Estimo, desde luego, que nuestro extraordinario escritor es de aquellos que deben conocerse en todas y cada una de sus páginas, cosa que no ocurre con todos los primados en la letra. Muchos, trabajaron con tiento y perspectiva, cuidando de sumar en trabajos fundamentales las más singulares virtudes y dejando para la ocasión habitual un decir menos sorprendente. Martí, ya lo sabemos, es un escritor en permanente calidad porque para él la escritura es un servicio que fluye por la pluma, y siempre le sale estrellado de excelencias. Por ello, lo mejor de su obra no está siempre en el ensayo, la crónica, el poema, o la estampa de más anchura y propósito sino, en mil ocasiones, en la carta breve, en el recado ocasional, en la anotación al vuelo y hasta en la postdata al desgaire.[3] Donde menos se piensa, salta la geniada. De ahí que debamos ofrecerlo todo, porque mientras no se dé íntegramente, quedarán ignoradas muchas de sus adivinaciones fugaces.
Está claro pues, que debemos de dar todo Martí; pero veremos cuándo hemos de darlo y cómo hemos de leerlo.
Existen, en verdad, dos obstáculos de mucha cuenta: la obra que no tenemos, por no haberse realizado las gestiones, indispensables, y el ocultamiento torpe de algunos textos, acaparados por la avidez más o menos letrada. Lograr lo primero no es cosa de un día y requiere voluntad, organización y dinamismo. En ello ha de actuar la acción oficial, regida hoy por el más limpio propósito. El Ministerio de Educación, la Dirección Nacional de Cultura u otra entidad a que la función corresponda, deben ordenar de inmediato la localización, traducción y acopio de cuanto anda desperdigado en periódicos y revistas fuera de Cuba. Disponiendo bien las cosas, todo puede obtenerse en tiempo no muy largo.
En cuanto a lo otro, a traer a luz lo que anda oculto por culpa de la minúscula avaricia, las autoridades deben actuar con rapidez y energía. Parece obligado que todos los grandes hombres padezcan, luego de su muerte, estos eclipses temporales. Mire usted lo que ocurre con su paisano Aníbal Ponce. Más de una vez he instado a nuestro Héctor. P. Agosti a emprender la tarea de ofrecernos las Obras completas del autor de Educación y Lucha de Clases. Tales Obras completas no pueden darse íntegramente porque un hermano de Ponce, que en nada se le parece, se empeña en no soltar lo que logró por herencia inmerecida. Siempre he dicho al querido y admirado Agosti que este accidente familiar no debe detener la publicación de todo lo que tengamos en la mano. Y lo he urgido a que venga a Cuba y permanezca entre nosotros el tiempo indispensable para dejar organizadas aquí las Obras de su maestro y camarada. ¿No podría apadrinar esta iniciativa la Casa de las Américas?
Pero, no debe creerse que poseyendo todo Martí se puede ir, sin más, a una cabal edición crítica de su obra prodigiosa. Para ello, usted lo sabe bien, hay que juntar muy claras voluntades, muy afinados criterios y, sobre todo, mucha laboriosidad silenciosa y puntual. No de otro modo se han hecho las ediciones definitivas de escritores insignes. Vea usted lo que ha pasado con Santa Teresa de Jesús. Solo ahora, a los tres siglos de ida la maravillosa mujer, tenemos su escritura ordenada, comentada, explicada, ambientada de modo insuperable. De manera que han pasado trescientos años para poseer redonda y entera a la autora de Las Moradas. Y ello ha sido posible por el desvelo de los frailes de la Congregación de la Santa que, si por lo común no andan sobrados de talento, no hay dudas de que andan anchos de tiempo.
Nuestro pueblo repite mucho que lo mejor es enemigo de lo bueno, y el dicho encaja aquí a maravilla. Debemos trabajar sin descanso por la edición insuperable, pero dar, de inmediato, la buena edición posible. Por entenderlo así, la Editora Universitaria comenzará a publicar, a partir del próximo enero, unas Obras completas[4] de Martí que constituirán parte central de su actividad inmediata. Vamos a esta tarea conociendo sus dificultades y confesando sus manquedades. Ofrecemos lo que dio Trópico y algunas cosas que se han logrado después. Algo quedará fuera y no todo lo ofrecido estará impecablemente depurado; pero poseeremos de inmediato, lo más de lo escrito por Martí y, no hay dudas, lo mejor de su pluma. Todo cubano tendrá lo que hoy no tiene: el mayor acopio de obra martiana, recogida con responsabilidad y vigilancia. Las ediciones anteriores están agotadas y la que vamos a ofrecer satisface una necesidad inaplazable conjugando, hasta donde es posible, la urgencia con la excelencia.
Como, por otra parte, la edición universitaria estará en curso de publicación por lo menos dos años, durante ese tiempo podrá accecionársele (sic) lo que vaya obteniéndose en nuestra isla y fuera de ella.
El trabajo de la edición crítica debe impulsarse sin pérdida de tiempo, pero es cosa que no cabe a las universidades sino a otros organismos. Y como promete usted a Guillén que, antes de marchar a su tierra, podría dejarnos un programa de trabajo, es obligado pedirle que nos deje el programa y que, además, no se marche. Mucho le debemos los martianos y sabemos que la deuda crece con los días, y es natural que tengamos la ambición de que nos deje cosas grandes sobre nuestro libertador. En la Comisión de las Obras completas definitivas debe estar su esfuerzo y la tal edición no debe producirse sin él. Ello servirá, por otra parte, para retenerlo por más tiempo en la Cuba revolucionaria, que ha servido usted tan largamente. Quédese con nosotros y con Martí, mientras el gran pueblo argentino se libere de gorilas, espadones y otras lepras.
Desde luego que José Martí necesita de otras ediciones. Por lo menos, hay dos que parecen necesarias. Una, que yo llamaría para extranjeros, para no enterados. Porque ocurre que afirmamos al que llega que poseemos un escritor de mucha grandeza, pero no es fácil probarlo en términos hábiles, ya que no es cosa de cargar al transeúnte con el fardo de sesenta gruesos tomos. Por otro lado, no es cosa imposible sumar en un volumen lo mejor de Martí, aún aceptando que puede haber cosa de mucha valía en lo que no se ha recuperado. Algo se ha avanzado en este campo de la selección estricta y con poco esfuerzo podría mejorarse lo realizado.
La otra edición que digo sería la de encerrar en tres o cuatro tomos gruesos unas Obras escogidas [5] de Martí que ofrecieran al lector medio y aun al preocupado lo fundamental de su escritura. Ello podría hacerse con una selección clasificada concebida en grandes parcelas y con anotaciones y comentarios de alguna extensión. También en esto poseemos antecedentes valiosos, aunque perfectibles.
En todo este largo esfuerzo puede sernos útil su aporte, y estamos seguros de contar con él.[6] Convengo con usted en que el conocimiento de Martí es cosa vital para la Cuba nueva, y yo diría que para toda la gente de su dominio idiomático, es decir, para la América Latina, que fue su desvelo primordial y para España, madre de su letra.[7] Desde luego que la Cuba revolucionaria de ahora necesita más de su palabra y de su ejemplo; por lo cual debemos entregarlo en cuerpo y alma, sobre la marcha y sin espera.
No creo, como usted afirma, que ande Martí desconocido entre nosotros, aunque debiera conocerse más y mejor. Si hay monopolio en el goce de su obra, quebrántese el monopolio y póngase lo que escribió en manos de todos, y no deje de perseguirse la última página que recoja su pensamiento y su gracia. Si hay guardia montada, desarmemos la guardia; pero divulguemos sin cansancio lo que tenemos del lado de acá, que es lo más y lo mejor.
Le estrecha la mano su admirador y amigo,
Bohemia, La Habana, 13 de noviembre de 1962.
Tomado del Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2013, no. 36, pp. 295-298.
Otros textos relacionados:
- Juan Marinello: “Martí en su obra. Introducción a sus Obras completas” [1963], 18 ensayos martianos, La Habana, Ediciones UNIÓN y Centro de Estudios Martianos, 1998, pp. 269-281; OC, t. 1, pp. 9-20.
- Juan Marinello: “Las Obras completasde José Martí” [1966], Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2013, no. 36, pp. 298-299.
- Juan Marinello: “Sobre una tarea valiosa y necesaria”, prólogo a José Martí: Epistolario, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1993,5 t., I, pp. VII-VIII.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “Ya se sabe que para este año de 2013 circulan veinticuatro tomos de la edición crítica de las obras de José Martí, y que nuestro equipo, en el Centro de Estudios Martianos, trabaja incansablemente con la experiencia, ya acumulada, en los tomos restantes, lo cual supone la continuación del desafío inicial, con las complejidades específicas de esta zona de su escritura producida aproximadamente durante los últimos diez años de su vida, donde está lo más recio, dramático e intenso de su labor conspirativa, la organización del Partido Revolucionario Cubano y su heroica peregrinación que culmina con su caída en combate. // Estos documentos que presentamos aquí, atesorados por la Biblioteca Nacional José Martí en el Fondo Juan Marinello, el primero de ellos dado a conocer en la revista Bohemia (La Habana), en su número de 13 de noviembre de 1962; y el segundo, cuya probable aparición en la prensa cubana no se ha localizado, constituyen preciosos testimonios de la pluma de quien presidió la comisión editorial que se encargó entre 1962 y 1966 de preparar las Obras completas que tan bien nos han servido durante décadas. Contienen estos documentos datos precisos, al mismo tiempo que la expresión del agradecimiento y el respeto que merecen todas las personas que han construido una hermosa tradición de gratitud y trabajo incesante por conservar y promover la lectura de todo lo escrito por el mayor de los cubanos. (Carmen Suárez León: “Dos documentos acerca de la edición revolucionaria de las Obras completas de José Martí”). (Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2013, no. 36, pp. 294-295).
[2] Según Nicolás Guillén refiere fue publicada el 29 de septiembre de 1962 en el periódico Hoy. [“Don Ezequiel” (Hoy, 10 de noviembre de 1964), Prosa de prisa, selección de Ángel Augier, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1987, p. 280. (N. del E. del sitio web)].
[3] “¿Cómo se podrá escribir de las cartas de Martí? ¿Por dónde empezar, cómo acabar nunca de hablar de ellas? ¿Dónde vimos antes, en qué literatura, en qué himnario, en qué declaración de amor, silencios y palabras, comienzos y despedidas, como estas? Imposible apresar en unas líneas el incomparable hechizo. No se puede contar, describir, analizar, un hechizo: es preciso participar. Y esto es lo primero que estas letras de pulso febril piden de nosotros: una participación. Huir, ya no es posible. Quedamos comprometidos desde el primer instante y para siempre. Se explica que un hombre así haya arrastrado a un pueblo. ¿Qué hay en las cartas de Martí que no hallamos en ningún otro epistolario, por ilustre que sea? ¿De dónde procede esa fuerza suya para implicarnos en seguida en el halo cálido de su argumentación, de su entusiasmo o de su pena? ¿En qué nos conciernen estas efusiones dichas a otros, estas tareas de un pasado ya histórico, que, de pronto, parece que nos enfrentan con nuestro propio tiempo, como demandándonos algo que hubiéramos olvidado, o que estuvieran dirigidas directamente a cada uno de nosotros?” [Fina García Marruz: “Las cartas de Martí” (1968), Temas martianos. Primera serie (1969), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, pp. 404-405. (N. del E. del sitio web)].
[4] Obras completas, prólogo de Juan Marinello (“Martí en su obra. Introducción a sus Obras completas”), La Habana, Editorial Nacional de Cuba, 1963-1973, 28 tomos. (El tomo 28 fue publicado por la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro).
[5] Véase Páginas escogidas de Martí, selección y prólogo de Roberto Fernández Retamar, 2 t., La Habana, Editora Universitaria, 1965. Existen otras ediciones de las Páginas… de años posteriores, correspondientes a varias editoriales cubanas y extranjeras. La última de las varias selecciones y compilaciones que Retamar realizó es Martí en su universo: una antología, que apareció en la colección de Clásicos de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, publicada en Madrid por la Editorial Alfaguara, en el 2021. Debemos destacar que, un lugar preferente en este ámbito lo merecen los Cuadernos Martianos en cuatro tomos (1995-1997), debidos a la autoría de Cintio Vitier, destinados a la educación primaria, secundaria básica, preuniversitaria y universitaria. (N. del E. del sitio web).
[6] Véase Ezequiel Martínez Estrada: “Martí revolucionario”, Lunes de Revolución, número especial (Todo Martí), La Habana, 30 de enero de 1961, no. 93, pp. 4-5; Familia de Martí, La Habana, Editorial Nacional de Cuba, Cuadernos de la Casa de las Américas, 1962; Martí: el héroe y su acción revolucionaria, Ciudad de México, Siglo XXI Editores, 1966; y Martí revolucionario, 2da edición, prólogo de Roberto Fernández Retamar, La Habana, Casa de las Américas, 1974, 618 p. Primera edición: Casa de las Américas, 1967. (N. del E. del sitio web).
[7] Véase Fina García Marruz: “Un domingo de mucha luz”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1988, no. 11, pp. 253-282 y “El problema español”, El amor como energía revolucionaria en José Martí (1973-1974), Albur, órgano de los estudiantes del Instituto Superior de Arte, núm. especial, La Habana, mayo de 1992, pp. 145-161; y Cintio Vitier: “España en Martí” (1994), Obras 7. Temas Martianos 2, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2005, pp. 166-186. (N. del E. del sitio web).
[8] Juan Marinello (1898-1977). Poeta, ensayista y orador. Dedicó en gran medida su vida a la lucha revolucionaria y al estudio del pensamiento martiano. Su obra literaria abarca varios clásicos de la crítica literaria en América Latina, tales como Poética: ensayos en entusiasmo (1933) y Martí, escritor americano (1958).

