ANTORCHAS ENCENDIDAS: IMAGEN REFULGENTE

DE LA VIGENCIA MARTIANA[1]

José Martí, el Apóstol de la libertad de Cuba, tiene una imagen extraordinaria que es la del preso político 113.  Esa es una imagen que todos conocemos de memoria. Al mismo tiempo, cuentan que lo acompañó durante sus últimos años de vida un anillo de hierro con el nombre de la patria, con el nombre de Cuba.

     ¿Cómo se pudiera explicar en armonía la conjunción entre imagen y símbolo, cuando tenemos precisamente en una serie poética, en la serie de poemas “Homagno” de los Versos libres que consta de cuatro poemas? El primer “[Homagno]” es la presentación del personaje; el segundo “[Yugo y estrella]”, ambos son poemas completamente elaborados; el tercero ya no tiene ese carácter, porque es “[Homagno audaz]”, que es un poema en elaboración que tiene cuatro manuscritos. Y cierra el ciclo “La muerte de Homagno”, que es un párrafo, solo un párrafo, donde están delineadas las temáticas fundamentales con que esta serie iba a concluir.

     ¿Qué es homagno?

     Es una palabra inventada, es decir, una palabra inventada por el Apóstol para poder denominar al hombre magno, es decir, al hombre que está en su plenitud moral. Y la plenitud moral de homagno se logra, según Martí, cuando somos capaces de dominar nuestros propios defectos morales, como un fin permanente de transformación humana, porque cuando dominamos nuestros defectos, lo que les entregamos a los demás, son nuestras propias virtudes.

     Es por esa razón que cuando un hombre se decide a ser revolucionario, lo primero que tiene que transformar de la realidad es a sí mismo, y eso es lo que hace Homagno [primer poema].

     En el segundo poema, “[Yugo y estrella]”, tenemos la tipificación de un conflicto moral. El conflicto moral se da muchas veces a lo largo de la vida, y ante un conflicto tenemos que hacer una decisión moral. Es por eso que Homagno tiene que decidir entre el yugo y la estrella.

     Son dos símbolos diferentes y tienen que elegir uno. Ya podemos decir que un yugo pequeño lo tuvo en el anillo de bronce, con el nombre de Cuba en su dedo anular. La selección de Homagno no se da en la estrella:

—Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.

     Muchas veces se dice que Martí selecciona la estrella, no es así. “Dame el yugo” porque es muy fácil brillar como una estrella más; lo difícil de la vida es llevar la luz de la transformación social, de la renovación humana, allí donde están todas las sombras, allí donde los yugos de cualquier esclavitud, empezando por la esclavitud del pensamiento y del sometimiento, existen. “Dame el yugo, oh mi madre, de manera que puesto en él de pie…” y así tenemos la fotografía del joven en el presidio, de pie; en su pie derecho, el grillete… para que “luzca en mi frente mejor la estrella que ilumina y mata”. En la fotografía el joven recluso se ha quitado el sombrero y ha dejado la frente a la estrella.

     El tercer poema es “[Homagno audaz]”. ¿Cómo es posible que un hombre en una plenitud moral extraordinaria sea, además, un partícipe de la audacia colectiva? Aquí, en este tercer poema aparece el personaje de Jóveno, que es el símbolo de toda la juventud. Un joven asume a Homagno como guía y como maestro. Muchos homagnos han tenido sus respectivos jóvenos.

     José de la Luz y Caballero fue jóveno de un homagno: Félix Varela. Rafael María de Mendive fue jóveno de otro ya convertido en homagno: José de la Luz y Caballero. Y ya, por último, José Martí siguió a Rafael María de Mendive en su plenitud como educador. Ese es el joven que va a responder por defender sus ideales. Y este joven a su vez se convirtió en el homagno más grande de Cuba, en el guía espiritual principal de todo nuestro pueblo.

     Cierra la serie de Homagno con la muerte física de aquel. Martí dice que Homagno parece que muere muchas veces, pero luego resucita. Pero llega un momento en que la muerte física… Jóveno llega hasta el cuerpo sin vida y trata por todos los medios de lograr que resucite, y en ese momento es cuando Jóveno percibe que el alma de Homagno impacta en el cielo como un ave blanca, y se convierte en un cielo estrellado, porque en el mundo están los grandes ejércitos guiados por el amor.

     En “[Homagno audaz]”, pregunta Jóveno cuál es la llave de la vida, y Homagno le responde que es el amor el sol de la vida. Indudablemente que el 19 de mayo de 1895 muere físicamente Homagno, pero deja en la tierra grande ejércitos guiados por el amor a la patria. El último de esos ejércitos asaltó el Moncada el 26 de julio de 1953. Era la generación del centenario del natalicio de José Martí.

     Fue el 26 de noviembre del año 2016, y llegué a la Fragua Martiana, había elegido con antelación que ese sería el lugar donde iba a acudir cuando físicamente otro Homagno, Fidel Castro, no viviera ya sobre la tierra. Me abrió las puertas de la Fragua, un joven martiano. Y abrazados, juntos, fuimos a depositar nuestras lágrimas en las canteras de San Lázaro para saber que el misterio queda develado, cuando las lágrimas, como la sangre pueden convertirse en fuego, fuego como el de las antorchas en 1953 en el mismo lugar. Porque esos somos nosotros, jóvenos y homagnos. Somos antorchas encendidas.

Jorge Lozano Ros (1960-2022)

Tomado de Martillando, La Habana, abril-junio de 2022, no. 39, pp. 2-3.

Otro texto relacionado:

  • Jorge Juan Lozano Ros: “El homagno cubano: perfil moral de José Martí”, Nuevo Amanecer Cultural, Managua, Nicaragua, 8 de febrero de 1992.
  • Jorge Lozano Ros: “Antorchas encendidas: imagen refulgente de la vigencia martiana”, Martillando, La Habana, abril-junio de 2022, no. 39, pp. 2-3.

Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Intervención del maestro Jorge Lozano Ros en la edición VII del Coloquio Preso 113, del Museo Fragua Martiana (primera edición en formato digital). La Habana, 21 y 22 de octubre de 2020.