INFORME A LA COMISIÓN MONETARIA

DE LAS REPÚBLICAS DE AMÉRICA

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     La persistencia del metal como moneda en los mercados del mundo, la necesidad patente que hay de él, por la producción escasa de oro, y el mismo carácter popular que asume, como el vehículo de uso mayor entre las masas, acercan más cada día la moneda de plata y la de oro. La nación que más la combatía, ya la acepta a medias. La producción inconsiderada es un obstáculo a la relación fija, pero los productores impacientes habrán de ceder por su interés ante el daño que su tenacidad causa a su propio producto. Otro obstáculo es el tipo vario de la relación entre el oro y la plata en diversos países; pero se nota una disposición creciente a unificar el tipo, y es para la Comisión motivo de complacencia que sea una república hermana, la República de México, el país que haya dado el último ejemplo de esta sensata actitud, proponiendo en su nuevo plan monetario que la relación de la plata y oro sea de 15½ a 1, en vez de 16½ a 1, como era; lo que deja [a] la moneda de plata a mucha mejor luz. Ya el bimetalismo no es la “utopía” de Goschen, ni un suceso práctica y materialmente irrealizable; y es de desear que se cumplan los votos que hace por su establecimiento la delegación de los Estados Unidos. La América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y de abominar todo lo que los aparte. En esto, como en todos los problemas humanos el porvenir es de la paz.

     En lo que difiere un tanto la Comisión de estudio, por razón de oportunidad, de las proposiciones de la delegación de los Estados Unidos, es en la de invitar a las potencias del mundo a una conferencia monetaria en Londres o en París, para estudiar el bimetalismo, la relación de la plata y el oro y la asimilación universal y circulación legal internacional de tipos monetarios. La Comisión acata, como es de justicia rudimentaria, el principio de someter a todos los pueblos del Universo la proposición de fijar las substancias y proporciones de la moneda en que han de comerciar los pueblos todos. Jamás pudiera llegar la locura de una nación hasta prescindir, al fijar la moneda que le sirve para tratar, de las naciones con que ha de hacer los tratos. Sueño sería también, impropio de la generosidad y grandeza a que están obligadas las repúblicas, negarse, directa o indirectamente, con violación de los intereses naturales y los deberes humanos, al trato libérrimo con los demás pueblos del globo.

     Las puertas de cada nación deben estar abiertas a la actividad fecundante y legítima de todos los pueblos. Las manos de cada nación deben estar libres para desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su naturaleza distintiva y a sus elementos propios. Los pueblos todos deben reunirse en amistad y con la mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema del acercamiento universal, por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos. Pero, en este caso concreto, cree firmemente la Comisión que no existiendo condiciones nuevas, ni nuevos argumentos, con que influir de un modo natural en el ánimo de una conferencia de los países del mundo, sobre puntos que se debatieron, por peritos en gran parte vivos, en dos conferencias recientes, se correría el peligro, con una invitación no bastante justificada, de alarmar con temores, no por infundados menos ciertos, a los poderes que pudiesen ver en la convocatoria cierto empeño, aunque hábil y disimulado, de precipitarlos a una solución a que de seguro llegarán antes por sí propios, caso que quieran llegar, que si se les excita la suspicacia, o se lastima su puntillo, con una insistencia que no tendría la razón de allegar al problema un solo factor nuevo de importancia, ni un solo dato desconocido.

     Con este espíritu y con cordial aprecio del que visiblemente anima las proposiciones de la delegación de los Estados Unidos, la Comisión de estudio, conservando íntegras la primera y segunda de ellas, y alterando solo la tercera, tiene el honor de someter a la Comisión Monetaria, en cumplimiento de su encargo, las siguientes proposiciones:

I

     Que reconociendo plenamente la gran conveniencia e importancia que vendría al comercio de la creación de una moneda o monedas internacionales, no se cree por ahora oportuno recomendarla, vista la actitud de algunos de los grandes poderes comerciales de Europa hacia la plata, como uno de los metales en curso, y los diversos tipos de relación establecidos entre el oro y la plata por los varios países representados en la Comisión.

II

     Que muchas de las dificultades para el establecimiento de una moneda o monedas internacionales podrían desaparecer con la adopción del bimetalismo y el establecimiento de una relación común entre el oro y la plata por los grandes poderes comerciales.

III

     Que sería conveniente que se reuniese, en Londres o en París, una Conferencia Monetaria Universal, con asistencia de los países americanos; y que la Comisión recomienda la asistencia a ella de todas las repúblicas.

 P. Lazcano
Miguel Cedin
Salvador de Mendonça
Julio Rengifo
José Martí

     Washington, 30 de marzo de 1891

Tomado de José Martí: Cónsul de la República Oriental del Uruguay, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2016, pp. 78-84.