Harmenszoon Van Rijn Rembrandt (1606-1669)

Pintor y grabador holandés. Reconocido uno de los más excelsos pintores de todas las épocas. Se le destaca principalmente por un cuidadoso estudio de los efectos de la luz, los claroscuros dramáticos y el realismo de sus figuras. Fue también un retratista afamado. Entre sus obras famosas pueden citarse: La lección de anatomía del profesor Tulp (1632), cuadro que lo hace famoso, La ronda nocturna (1642), Tobías y su familia, El samaritano, Los discípulos de Emaús (1648) y numerosos autorretratos y retratos. Al dibujo y al grabado le dispensó tanta importancia como a la pintura.

     En la carta a Gonzalo de Quesada del 1ro de abril de 1895, considerada su “testamento literario”, José Martí se refiere a El Dorador,[1] un artículo aún no encontrado, al parecer dedicado a una obra del pintor holandés, que le aconseja incluir en una muy estricta edición de sus obras, a publicarse después de su muerte. Martí consideraba a Rembrandt un “genio”, que veía “lo eterno en lo accidental”,[2] “que desdeñaba la luz del sol, y envolvía sus figuras en luz mística”,[3] y “podía interpretar los rasgos del alma sin desfigurar el cuerpo que la albergaba”.[4]

[OCEC, t. 7, p. 507. (Nota modificada por el E. del sitio web)].


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Debe referirse a un cuadro de Rembrandt, el cual Martí menciona con ese nombre al hablar de una exposición de pintura en la crónica “Un mes de vida norteamericana” (OCEC, t. 25, pp. 170-177), publicada en La Nación, de Buenos Aires, el 15 de abril de 1887. Según el investigador y ensayista David Leyva González en “el listado en castellano de los cuadros del pintor holandés no existe ninguno bajo el título El Dorador”. De acuerdo con su investigación debe tratarse del Retrato de Herman Doomer, “el más reconocido inventor de marcos, dorador, y tallista de ébano de la época de Rembrandt”, que mantuvo con él “una relación de amistad y trabajo”. Además, Leyva González, añade que con el título “El Dorador de Rembrandt”, se publicó una crónica de José Martí en un número aún no encontrado de La América de Nueva York, en marzo de 1887. Él sostiene la hipótesis, con argumentadas razones, de que El Dorador pudiera ser, efectivamente, una crónica escrita para La Nación de Buenos Aires, pero al no encontrar cabida en sus páginas, tal vez fue publicada en algún número, hasta hoy desconocido, de El Economista Americano, correspondiente a los meses de febrero, marzo o abril de 1887. [Véase David Leyva González: “‘El Dorador’: una crónica perdida”, en Notas de un poeta al pie de los cuadros, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2016, pp. 211-219. (Nota modificada por el E. del sitio web)].

[2] JM: “Repertorios, revistas y mensuarios”, La América, Nueva York, febrero de 1884, OCEC, t. 19, p. 93.

 [3] JM: “Francia.—El invierno en París”, La Opinión Nacional, Caracas, 23 de enero de 1882, OCEC, t. 11, p. 41.

[4] JM: “Los viejos maestros en Leavitt” (traducción), The Hour, Nueva York, 5 de junio de 1880, OCEC, t. 7, p. 84.