V

“¿Qué soy después de todo sino un niño,
Complacido con el sonido de mi propio nombre,
Repitiéndolo sin cesar,
Apartándome de· los otros para oírlo,
Sin que me canse nunca?”

Escribo en la arena la palabra horizonte
Y unas mujeres altas vienen a reposar en ella.
Dialogan sonrientes y se esfuman tranquilas.
Yo no puedo seguirlas, el sueño me detiene, ellas van por mis brazos
Buscando el camino tormentoso de mi corazón.
El horizonte guarda los amigos perdidos, las naves naufragadas.
Las puertas de ciudades que existieron cuando existió David.
Yo no comprendo nada, yo soy un inocente.

Pero los dejo irse temblando por el camino de los brazos,
Sangre adentro, centellas silenciosas,
Ahora los escucho platicar por las venas,
Fieles, suntuosamente humildes, vencidos de antemano.
Hablan de las antiguas ciudades, hablan de mujeres esfumadas,
      gritan y corren apresurados.

Esta mano de un rey me pertenece.
Esta Iglesia es mi casa. Son mis ojos
Quienes la hacen alta y luminosa. Aquel torso
Que sirve de refugio a un bienamado pueblo de palomas
Escapado ha de mí. Han escrito una letra de mi nombre
En las tibias espaldas de aquel árbol. ¿Quién es esta mujer?
La oigo mis verdades. Ella conoce el preciado alimento.
Va inscribiendo mi nombre sobre sepulcros olvidados.
Ella conoce la destreza de amor con que se yergue
Dentro de mí un cuerpo esplendoroso. Ella vive por mí.
¿Cómo responde cuando soy llamado? ¿Cómo alcanza
A su terrible boca el alimento que deparado fuera a mis entrañas?
Ahora comprendo que su cuerpo es el mío.
Yo no termino en mí, en mí comienzo.
También ella soy yo, también se extiende,
Oh muerte, oh muerte, mujer, alma encontrada,
Qué vigilas cuando todos duermen?
Oh muerte, feliz inicio, campo de batalla,
Donde las almas solas, puras almas, ya no se mueren nunca,
También se extiende hacia su extraña playa de deseos
Esta frente que en mí es destruida por ardientes deseos de otra
      frente.

Bajo ese murmullo de guerreros por dentro de las venas
Pienso en los tristes rostros de los niños.
Pienso en sus conversaciones infantiles y en que van a morirse.
Y pienso en la injusticia de que sean niños eternamente.
Y una voz me contesta:
Eres el más inocente de los inocentes.
Apresúrate a morir. Apresúrate a existir. Mañana sabrás todo.
A su oído infantil, a su inercia, a su ensueño,
Bufón, rojo anciano, sabio dominante, le dirás la verdad.
Diciendo tus verdades, bufón, anciano dominante, sabio de
      Dios, alerta.

Mañana sabrás todo. Mañana. Duerme, niño inocente, duerme
      hasta mañana.
Le mostrarás el polvoriento camino de la muerte, anciano dominante,
Bufón de Dios, poeta.

To-morrow, and to-morrow, and to-morrow.
Creeps in this petty pace from day to day,
To the last syllable of recorded time;
And all our yesterdays have lighted fools
The way to dusty death. Out, out, brief candle!

Bufón de Dios, arrójate a las llamas, que el tiempo es el maestro de
      la muerte.
Tú no estás, ya nadie te recuerda el cuerpo ni la sombra,
Hoy eres el bufón, que se levanta y ríe, padre de sus ficciones, sabio
      dominado.
Levántate sobre la última silaba del tiempo que recordamos,
levántate, terrible y seguro, imponiendo tu sombra a la luz de
      la vida.

Life’s but a walking shadow, a poor player
That struts and frets his hour upon the stage,
And then is heard no more; it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing.

                                                                    Mañana sabrás todo.
                                                                       Vuelve a dormirte.
La vida no es sino una sombra errante,
Un pobre actor que se pavonea y malgasta su hora sobre la escena,
Y al que luego no se le escucha más, la vida es
Un cuento narrado por un idiota, un cuento lleno de furia y de sonido,
Significando nada.
                                                                      Vuelve a dormirte.

VI

Estoy soñando en la arena las palabras que garabateo en la arena
con el sueño índice:
Amplísimo amor de inencontrable ninfa caritativo muslo de sirena.
Estas son las playas de Burma, con los minaretes de Burma, y
      las selvas de Burma.
El marabú, la flor, el heliógrafo del corazón.
Los dragones andando de puntillas porque duerme San Jorge.
Soñar y dormir en el sueño de muerte los sueños de la muerte.
Danos tiempo para eso. Danos tiempo. Tú eres quien sueña
      solamente.

No. Yo no sueño la vida,
es la vida la que me sueña a mí,
y si el sueño me olvida,
he de olvidarme al cabo que viví.

VII

Andan caminando por las seis de la mañana.
¿Querría usted hacer un poco de silencio?
La tierra se encuentra cansada de existir.
Día tras día moliendo estérilmente con su eje.
Día tras día oyendo a los dioses burlarse de los hombres.
Usted no sabe escucharla, ella rueda y gime.
Usted cree que escucha las campanas y es la tierra quien gime.
Recoja sus manos de inocente sobre la playa.
No escriba. No exista. No piense.
Ame usted si lo desea, ¿a quién le importa nada?
No es a usted a quien aman, compréndalo, renuncie gentilmente.
Piense en las estrellas e invéntese algunas constelaciones.
Hable de todo cuanto quiera pero no diga su nombre verdadero.
No se palpe usted el fantasma que lleva debajo de la piel.
No responda ante el nombre de un sepulcro. Niéguese a morir.
      Desista. Reconcilie.
No hable de la muerte, no hable del cuerpo, no hable de la belleza.
Para que los barcos anden,
Para que las piedras puedan moverse y hablar los árboles.
Para corroborar la costumbre un poco antigua de morirse,
Remonten suavemente las amazonas el blanco río de sus cabellos.