Enrique Loynaz del Castillo (1871-1963)

El 10 de julio de 1870, su padre, que había participado en la guerra que entonces se libraba en Cuba por la independencia, contrajo matrimonio en Nueva York; poco después los recién casados embarcaron para Santo Domingo y se asentaron en Puerto Plata, donde tuvo lugar su nacimiento, el 5 de junio de 1871.

     A los veinte años de edad, como agente de una compañía de seguros en la que trabajaba, viajó a Nueva York, donde conoció a José Martí. Más tarde regresó a su país, se trasladó para Camagüey, ciudad en la que vivían sus padres. En abril de 1894, como socio de una naciente compañía de tranvías eléctricos, embarcó hacia Nueva York para adquirirlos, y allí, de acuerdo con Martí, escondieron 200 rifles y cerca de 48 000 cápsulas, debajo de los asientos de los carros que introdujeron en Cuba.[1] Descubierto el cargamento por una delación, tuvo que huir y partió de regreso a Nueva York, desde donde Martí lo envió a Costa Rica, junto al general Antonio Maceo. Semanas después a la salida de un teatro, el general fue atacado por una turba de españoles, y él, que lo acompañaba, se batió a tiros con los provocadores —uno de ellos resultó muerto—, por lo que se vio obligado a abandonar el país y volvió a Nueva York.

     Al estallar la guerra en Cuba, en 1895, se hallaba en Cayo Hueso y se unió a la expedición de los generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff, que desembarcó en la Isla el 24 de julio de ese año. Pasó a luchar bajo las órdenes del general Maceo como ayudante, y lo acompañó a Occidente, ocasión en que compuso el Himno Invasor. Tomó parte en los más importantes combates de la guerra y alcanzó el grado de general del Ejército Libertador.

     Contrajo matrimonio con María Mercedes Muñoz y Sañudo, de cuya unión le nacieron cuatro hijos: Dulce María, Enrique, Carlos y Flor. Se casó en segundas nupcias, pero no tuvo descendencia. Posteriormente volvió a casarse con Carmen Loynaz y Escarrrás, con la que tuvo cuatro hijos: Enrique, Máximo, Carmen y Belinda.

     En la República además de ministro, fue embajador de Cuba en distantes países y en riesgosas y delicadas misiones. En la madrugada del 31 de diciembre de 1958 lo llamaron para integrar un gobierno provisional contrarrevolucionario, pero rechazó semejante propuesta.[2] Falleció en La Habana, el 10 de febrero de 1963.

     En la dedicatoria de un retrato, Martí escribió: “Al valor abnegado y discreto de Enrique Loynaz: de la familia de mi corazón. / Su / José Martí”. (OC, t. 28, p. 504). Al celebrar su regreso a Nueva York, en noviembre de 1894, procedente de Costa Rica, Martí sentenció: “Él es de los que clava, la pluma al sol, y pone el pecho a mantenerla”.[3] Unos meses después, Loynaz del Castillo reciproca el elogio: “Amamos a Martí como a la bandera de seda que bordó una virgen”.[4]

[Datos facilitados por la destacada poetisa Dulce María Loynaz, su hija. Tomado de EM, p. 146. (Nota modificada por el E. del sitio web)].


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Véase la carta abierta de Enrique Loynaz del Castillo al Director de El País “sobre la introducción de armas y pertrechos al Camagüey”, publicada en Patria, Nueva York, el 11 de mayo de 1894, no. 111, pp. 1-2.

[2] Véase Eusebio Leal: “El favor del destino”, Opus Habana, La Habana, 1996, no. 1, p. 10.

[3] JM: “Enrique Loynaz del Castillo”, Patria, Nueva York, 24 de noviembre de 1894, no. 138, p. 3. (No aparece publicado en las Obras completas).

[4] Enrique Loynaz del Castillo: “La patria es Martí”, Patria, Nueva York, 4 de febrero de 1895, no. 147, p. 2.