VENERAR PARA CRECER
Con admirable sentimiento filial, se ha querido honrar el sesquicentenario del natalicio de José Martí, dando a la imprenta este número de Opus Habana, cuyo primer trabajo recoge valiosos e incomparables testimonios de algunos que le conocieron en vida.
Quienes le escucharon expresarse en la tribuna pública o leyeron sus intensas epístolas, no vacilaron en llamarle Apóstol, singularizando en él los rasgos y virtudes que lo distinguieron entre los padres y libertadores de América.
Su cometido de liberar la patria fue la misión de su apostolado; a él se dedicó con la sobriedad y el carisma que, según los griegos, era capaz de encender un fuego inextinguible en los corazones y la conciencia de los demás.
De ahí que sus ideas y ejemplo pervivan sobre la muerte y el olvido. Mi verso crecerá: bajo la yerba / Yo también creceré (…),[1] escribió una vez, como si previera su impronta sobre generaciones y generaciones que acuden a lo que dijo y escribió, o a lo que sobre él expresaron sus contemporáneos.
Al venerarle hoy en estas páginas, lo hacemos en su toda su dimensión de hombre. Gran error sería empezar a reunir oro y a tallar cornucopias para, con una aureola de santo, colocarle en el altar. Sus virtudes serían entonces inimitables.
Ellas, sencillamente, nos obligan a crecer.
Opus Habana, La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad, 2003.
Nota:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] JM: “Antes de trabajar”, Versos libres, OCEC, t. 14, p. 240.