El tratado de París fue firmado el 10 de diciembre de 1898, para poner fin a la guerra entre Estados Unidos y España, sin la presencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, países directamente implicados en la misma. “De este modo se legitimaba la ocupación militar y a la vez era anulado el triunfo de la Revolución cubana, pues no hubo cambios en las estructuras del viejo orden, tanto en lo político como en lo económico […]”,[1] y se cumplía así la previsión martiana: “La colonia continuó viviendo en la república”. (Nuestra América. Edición crítica, ob. cit., p. 12).


Nota:

Véase Abreviatuas y siglas

[1] Ibrahim Hidalgo Paz: Cuba 1895-1898. Contradicciones y disoluciones, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2004, p. 317.