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     El perfume de tus castos pensamientos mantendrá siempre joven y alegre el corazón de tu amoroso padre, ya viejo y gastado en una vida llena de dolores morales causados por las contrariedades y desengaños.

     Acá en la tierra tú serás mi ángel de consuelo para endulzar los últimos días de mi amarga existencia.

     Si te quedas sola, ni te aflijas, ni llores, pues que yo entonces desde las regiones de lo desconocido, velaré por ti hasta que te reúnas conmigo.

     En todas las alegrías y tribulaciones, jamás te olvides ni de tus padres, ni de Dios, ese solo pensamiento, en la alegría te hará más respetuosa y feliz; y en la adversidad, más digna, sufrida y valiente.

     Tu papa te besa

M. Gómez.

El álbum de Clemencia 2

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     Yo debo ser para ti, la llave de los secretos de tu alma.

     Jamás me ocultes ni tus alegrías, ni tus dolores. Ninguna amiga hay como yo.

     Yo quiero siempre reír cuando tú ríes, y llorar cuando tú lloras; nadie, solo yo en el mundo, tiene ese derecho.

     Si yo muero primero que tú y quedas sola en el mundo, no te aflijas pues nos entenderemos desde el cielo.

     Para las almas que se comprenden no hay espacio ni tiempo, ellas viven eternamente en el infinito.

     Entonces mira a lo alto y sentirás la presencia de Dios, y la mía, junto a tu corazón, y no habrá lágrimas en tus ojos, ni tristeza en tu alma.

     Tu queredora,

Mamá.

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     Clemencia:

     Quiero verte crecer en la hermosura de las virtudes que en tu tierna edad descubrí; quiero que seas tan feliz como yo fui.

     Ama a Dios, búscalo siempre, que Él te descubrirá sus encantos. Si cantas y ríes, Él bendice tu alegría, y en tus penas te acompañará.

     Tu tía que te quiere,

                                                                                       María de Jesús Gómez.

Kingston, 12 de Julio de 1885.

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     Clemencia:

     Querer mucho a sus padres y hermanos es una felicidad. En la tierra ámalos con Dios; pídele ese amor que es sincero, piadoso, alegre, ameno, fuerte, paciente, fiel, prudente, magnánimo, heroico. Su amor es circunspecto, humilde y recto; no es regalado ni liviano; no atiende a cosas vanas, es sobrio, casto, constante, tranquilo y recogido.

     Aunque uno se halle fatigado, no se cansa; angustiado no se abate; aterrorizado, no se turba.

     Y si te vieres atribulada, como tantas veces me he visto yo, llámalo, que si sufres y lloras, él viene con dulces consuelos.

     Quiere muchísimo a tus padres, pues es el más grande tesoro que tenemos en la vida. Cuida mucho a tus hermanitos.

     Tu tía y madrina que te ama,

Regina Gómez.

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     A mi hermana Clemencia:

     En los montes de nuestra adorada patria vinimos al mundo; en los cañaverales de dulcísimas cañas; allá entre las guerras en donde nacimos, bajo la bandera cubana, allá donde el sol es de tanta luz, allá donde nuestro padre se batió contra la bandera española; ¡y Cuba siempre esclava!; allá donde nuestros padres sufrieron tantas angustias.

    Tu hermano,

Máximo Gómez.

Kingston, 18 de Agosto de 1886.

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     Bajo los montes de Cuba donde nuestra madre vivió, yo no los puedo pintar. Bajo la bandera cubana nuestro padre se batió para darnos la vida, peleando por nuestra patria.

Urbano Gómez.

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A mi hermana Clemencia.

     Allá en el suelo paternal de Cuba nacimos. Allá en los campos de batalla donde vimos la luz de la estrella solitaria y donde nuestro padre  se batió tan valiente y sufrió tanto para conseguir la libertad de nuestra esclava patria, de la patria de nuestra madre: ¡para que sea en vano, para después venir a andar rodando, separados unos de otros!

     Yo te deseo una vida feliz aunque yo creo que no la tendremos hasta que no volvamos a pisar el suelo de nuestra Cuba.

     Tu hermano

Francisco Gómez.

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A Clemencia Gómez.

     Conozco tu infancia, soy amigo de tus padres y os debo un consejo:

     Con virtuosa habilidad deslumbra la mancha que empequeñece la Patria mía; no seáis como aquella juventud indiferente a los clamores de la madre esclava; imitad a los grandes, que de grandes habéis nacido; vuestra cuna es la libertad. El derecho y la libertad se cotizan a buen precio, cuando la humanidad entera se beneficia sin detrimento de uno solo de sus miembros; no quieras para otro lo que no deseas para ti. El cielo de los placeres se abre para el que abusa de sus semejantes; pero cuando se presenta el estertor de la agonía, la naturaleza cierra sus puertas a los que han faltado a las leyes humanas que nos rigen; esos seres monstruosos de otra época no tienen cabida en el cielo de los justos.

            Un amigo.

Patria, Nueva York, 29 de abril de 1893, no. 59, p. 3.

     Como dato curioso se reproduce aquí la dedicatoria de Martí que se publicó por primera vez en Papeles de Martí, (Archivo de Gonzalo de Quesada), III, Miscelánea. Recopilación, notas y apéndices, por Gonzalo de Quesada y Miranda. Academia de la Historia de Cuba, La Habana, 1935.

     “La única verdad de esta vida, y la única fuerza, es el amor. En él está la salvación, y en él está el mando. El patriotismo no es más que amor. La amistad no es más que amor. Y la única almohada en que se descansa de la pena y fealdad que se ve es el hogar donde la modestia se ha puesto la corona de la honra, y solo hay sonrisas para la abnegación y la sinceridad.

     “El que ha andado la vida y visto reyes, sabe que no hay palacio como la casa de familia donde se desdeña la pompa impura, y resplandecen los ojos, como para que se vea crecer el universo, cuando se habla de libertad y de virtud. El que piensa en pueblos, y les conoce la raíz, sabe, Clemencia, que no puede ser esclavo el hombre que vea centellear en tus ojos el alma heroica de la patria, ni el pueblo que tiene de raíz una casa como la tuya.

José Martí

En La Reforma, República Dominicana, 12 de Septiembre 1892”.

Tomado de José Martí: Obras completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1991, t. 5, p. 21.