EL LIBRO DEL SR. VALDÉS DOMÍNGUEZ
Los pueblos no deben olvidar. Pueden los gobiernos, para quienes las más de las veces la justicia es arma al servicio de sus pasiones, dejar impunes los atropellos más tremendos a la humanidad y al derecho; pero la conciencia pública cuando al cabo se erige en tribunal reparador debe imponer estigma indeleble sobre las frentes de cuantos han teñido sus manos en sangre de víctimas. La indignación de un pueblo abruma; y pesa en ocasiones más que la cadena del galeote. El Sr. D. Fermín Valdés Domínguez, al referir, en toda su trágica sencillez, el drama abominable de que fue teatro La Habana, el 27 de noviembre de 1871, no solo ha servido a los intereses de la historia —que son de orden puramente abstracto— sino que ha servido a las más alta de las causas, a la de la justicia social, reavivando en el corazón de los cubanos la memoria de uno de los episodios más sangrientos del terrible período de sangre y abominaciones que componen la década revolucionaria, y designando a su execración eterna a los verdugos de sus hermanos y a sus cómplices cobardes.
Es hermoso en todo tiempo decir la verdad y santificar la inocencia; pero lo es más cuando se da con ello ejemplo, para que comiencen a referir al mundo los dolores sin medida y las injurias sin tamaño y sin nombre que cayeron sobre el pueblo cubano, y que aún llenan de secreto horror los corazones, así en la choza del campesino en medio de los bosques como en el hogar del habitante de las ciudades. Este libro no debe ser sino el primer capítulo de una obra de reparación de dignidad y patriotismo.
Revista Cubana, La Habana, abril de 1887.
Tomado de Fermín Valdés-Domínguez: El 27 de noviembre de 1871, 3ra ed., Santiago de Cuba, Imprenta de Juan E. Ravelo, 1890, pp. 23-24.