Abogado, crítico y escritor cubano; controvertida[2] e influyente figura en el panorama político y literario nacional.[3] Domingo María de las Nieves del Monte y Aponte nació el 4 de agosto en Maracaibo, Venezuela, y a los seis años su familia se trasladó a Cuba.[4] Estudió en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, en La Habana, donde fue discípulo del padre Félix Varela y de Justo Vélez. El 23 de abril de 1827 se graduó de Licenciado en Derecho Civil, en la Universidad de La Habana.
Mantuvo una profunda amistad con el poeta José María Heredia. Entre 1827 y 1828 viajó por Estados Unidos y Europa. Llegó a dominar varias lenguas y leyó en sus idiomas originales a una gran cantidad de clásicos antiguos y modernos. De regreso a Cuba publicó sus artículos en La Moda. Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, participó en el intento fallido de constituir la Academia Cubana de Literatura.
Convirtió a la Revista Bimestre Cubana[5] en la mejor publicación de esta naturaleza escrita en español. Fue un gran animador cultural y literario. Famosas fueron sus tertulias, primero en Matanzas y luego en La Habana, por las que transitaron los más prominentes intelectuales cubanos de la época en busca de orientación y consejo. Desde sus salones se gestionó económicamente la compra de la libertad del poeta esclavo Juan Francisco Manzano. Sostuvo una copiosa correspondencia con importantes intelectuales cubanos y extranjeros, recogida en su Centón Epistolario.
Después de una intensa y fecunda actividad social (de 1829 a 1843), en que se convierte en el “centro de la vida cultural del país, animador de revistas y tertulias, enemigo velado del absolutismo colonial, paladín del reformismo”[6] y partidario de la abolición gradual de la esclavitud,[7] Delmonte, a raíz de los sucesos de La Escalera, con los que no parece estar directamente relacionado, se ve obligado a partir al exilio.
Siguiendo el curso de la afirmación de José Martí de que el “pulcro Domingo Delmonte” es “el más real y útil de los cubanos de su tiempo”,[8] Fina García Marruz asevera: “No fue Delmonte ni ‘el mejor’ ni ‘el más sabio’ […], pero sí el que recoge una suma mayor de inquietudes diversas, el más contradictorio y múltiple”.[9]
Murió en Madrid el 4 de noviembre de 1853.
Véase el ensayo de Fina García Marruz: “El elogio de Martí”, Estudios delmontinos, ob. cit., pp. 37-41.
[Tomado de OCEC, t. 31, pp. 258-259. Nota modificad por el E. del sitio web).[10]
Otros textos relacionados:
- Cintio Vitier: Lo cubano en la poesía(1958), en Lo cubano en la poesía. Edición definitiva, prólogo de Abel E. Prieto, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998, pp. 116-118.
- Cintio Vitier: La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano(1971), prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2000, pp. 260-280.
- José María Chacón y Calvo: “La obra de Domingo del Monte”, Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, enero-junio de 1954.
- Urbano Martínez Carmenate: Domingo del Monte y su tiempo, Matanzas, EdicionesMatanzas, 2009.

Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “Domingo del Monte, indiscutible maestro y guía literario de su generación // […] es, sin disputa, uno de los primeros escritores cubanos de la época. Sus ensayos históricos y políticos (‘La isla de Cuba tal cual está’, 1836), sus escritos pedagógicos y sus trabajos de crítica literaria (‘Caracteres de la literatura española’), acreditan la calidad de su preocupación patriótica y de su finura intelectual, así como de su tersa prosa, que luce especialmente delicada en el ensayo sobre la Condesa de Merlín. Martí lo llamó, en elogio impresionante si se considera que se trata de un contemporáneo de José Antonio Saco, ‘el más real y útil de los cubanos de su tiempo’. Menéndez y Pelayo comparó su figura con la de Alberto Lista. La tertulia de Del Monte en Matanzas y en La Habana, evocada por Emilio Blanchet con suaves trazos, fue el centro intelectual donde se formaron Milanés y Plácido, entre otros muchos literatos, y ya por esos años el afable maestro había influido decisivamente en las orientaciones estéticas de Heredia. Como dice Federico Milanés en el prólogo a las Obras de su hermano, tuvo Del Monte la ‘propiedad irradiante’ que es típica del animador cultural. A más de tantos insignes servicios a Cuba como prestó con su pluma y su eticismo personal, le debemos el diseño del bellísimo Palacio Aldama y nuestra poesía le agradecerá siempre la acogida que dispensó al poeta esclavo Juan Francisco Manzano (1797-1857), cuya liberación obtuvo con el concurso de Ignacio Valdés Machuca”. (CV: “[Domingo del Monte]”, Lo cubano en la poesía (1958), en Lo cubano en la poesía. Edición definitiva, prólogo de Abel Prieto, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998, pp. 116-117).
[2] De acuerdo con Charo Guerra, Del Monte no solo fue, sino que esencialmente es y seguirá siendo, la personalidad más polémica de las letras cubanas de todos los tiempos. (Fina García Marruz: oído y alma en Estudios delmontinos”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2022, no. 45, p. 113).
[3] “[…] en el tránsito del iluminismo al romanticismo, señoreó la figura de Domingo del Monte, ecléctico estimulador y encauzador de las letras vernáculas, vocero del paternalismo patricio, atento a la conjugación de la propaganda antiesclavista y el color local con la pureza castiza y la función civilizadora de la literatura”. (Cintio Vitier: “La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano” (1971), prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2000, p. 390).
[4] “En Venezuela nació Domingo del Monte; pero hasta los rasgos de su fisonomía eran los nuestros. Su predilección por la lengua castellana hizo que la manejase con singular atildamiento. Dióse a la más antigua averiguación de los hechos de la historia americana. Con ática sal trazó en algunos artículos nuestras costumbres. Sacó del baúl armoniosos versos, en los cuales campean los aliños de una dicción afiligranada. Agrupábanse en torno suyo los hombres aficionados a las letras, y cuando el buen gusto que contribuyó a formar con su crítica justa y amable no lo colocase entre nuestros compatriotas acreedores a honrosa recordación, sabido es que él fue un incansable propagador de las doctrinas que aconsejaban la caridad para una raza infortunada”. [Anselmo Suárez y Romero: “Prospecto para una biblioteca de escritores cubanos” (1868), Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, año 113, quinta época, La Habana, enero-junio de 2022, p. 175].
[5] Véase Medardo Vitier: “La Revista Bimestre Cubana”, Las ideas en Cuba. La filosofía en Cuba, palabras liminares de Cintio Vitier, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2002, pp. 35-40; Trinidad Pérez: “Revista Bimestre Cubana: una publicación abierta a todos los tiempos”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, quinta época, año 112, La Habana, julio-diciembre de 2021, pp. 47-52; y Félix Julio Alfonso: “Fernando Ortiz y la Revista Bimestre Cubana”, Revista Bimestre Cubana, La Habana, julio-diciembre de 2020, pp. 89-112; Murmullos de la Historia, La Habana, Ediciones Bachiller, 2023, pp. 105-133.
[6] Fina García Marruz: “Tres imágenes de Del Monte”, Estudios delmontinos, La Habana, Ediciones UNIÓN, 2008, p. 15.
[7] “No perteneció Delmonte al número de batalladores tenaces como Saco, en punto a su participación en las luchas por el mejoramiento de la vida colonial. Pero distó mucho de abstenerse. Sus ideas abolicionistas eran conocidas, y el estudio político que acabo de citar [La Isla de Cuba tal cual está], evidencia su visión real de la colonia”. (Medardo Vitier: “Domingo Delmonte”, Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, pp. 216-219).
[8] JM: “Juan J. Peoli”, Patria, Nueva York, 22 de julio de 1893, no. 71, pp. 2-3; OC, t. 5, pp. 281 y 282, respectivamente.
[9] Fina García Marruz: “El caso de Domingo del Monte”, Estudios delmontinos, ob. cit., p. 5.
[10] Bibliografía:
- Cintio Vitier: Lo cubano en la poesía(1958), en Lo cubano en la poesía. Edición definitiva, prólogo de Abel E. Prieto, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998, pp. 116-118.
- “La crítica literaria y estética en el siglo XIXcubano”, ob. cit., pp. 260-280.
- José María Chacón y Calvo: “La obra de Domingo del Monte”, Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, enero-junio de 1954.