Desdén “Por eso los que lo forman [Partido Republicano], y tienen con él ligados su historia y su fortuna, pretenden como Blaine, hacer de él un partido inquieto, pujante y conquistador, aprovechando la soberbia conciencia de su fuerza y el desdén por las demás razas que hoy caracteriza al pueblo norteamericano”. (JM: “Blaine y Tilden”, La América, Nueva York, abril de 1884, OCEC, t. 19, p. 134).
“Repugna y alarma la constante exhibición de desconocimiento e injusticia que acá se hace de las cosas de México. Por imprevisión fatal no se ha salido al paso de este concepto erróneo, no se ha puesto acumulado y terco empeño en sustituir ese recio desdén con la admiración sincera que en un pueblo, compuesto al fin de trabajadores y gente hecha de sí, tiene que inspirar un país que ha ido agrupando en nación sólida, con las manos ensangrentadas por las mordidas de sus propios hijos, los elementos más hostiles y desgranados que entraran en la composición de pueblo alguno”. (JM: “El conflicto de la frontera”, El Partido Liberal, México, [Nueva York, 2 de agosto de 1886], OCEC, t. 24, p. 130).
“[…] porque ese irritante desdén que es aquí usual para las cosas nuestras, viene principalmente de que nos creen pueblos, azucarados y viciosos, sin la fuerza realmente titánica de que en luchas enormes venimos dando muestra”. (JM: “El caso Cutting”, El Partido Liberal, México, 20 de agosto de 1886, OCEC, t. 24, p. 150).
“[…] también veo que se mantiene, si no aumenta con lo que el orgullo de raza y los manejos interesados lo enconan, el concepto ofensivo y desdeñoso en que la mayoría de esta gente, ignorante y acometedora, tiene a México, como a todos nuestros países”. (JM: “Carta a Manuel Mercado”, [Nueva York, 8 de enero de 1887], OCEC, t. 25, p. 356).
“¡Aquí, en conflicto diario con el pueblo de espíritu hostil donde nos retiene, por única causa, la cercanía a nuestro país, hemos amontonado, y son tantas que ya llegan al cielo, las razones que harían odiosa e infecunda la sumisión a un pueblo áspero que necesita de nuestro suelo y desdeña a sus habitantes!” (JM: “Discurso en conmemoración del 10 de Octubre de 1868”, Masonic Temple, Nueva York, 10 de octubre de 1887, OCEC, t. 27, pp. 22-23).
“De dos años acá se nota en los periódicos de los Estados Unidos deseo marcado de conocer los países y recursos de nuestra América, que les parece campo necesario, cuando no obligado, para los productos excesivos de las industrias norteamericanas; sin que a estas averiguaciones de riquezas y costumbres haya presidido aquella cordial afición que a nuestros países corteses y caballerescos enamora, y nos induce a sacrificar en pago de ella el propio interés: antes bien, nos estudian e historian a meras ojeadas, y con mal humor visible, como noble apurado que se ve en el aprieto de pedir un favor a quien no mira como igual suyo. Así es que, siendo en verdad admirables la mayor parte de los pueblos de nuestra América por haber subido entre obstáculos mortales a su condición presente, de los más oscuros y opuestos orígenes, no pasa día sin que estos diarios ignorantes y desdeñosos nos traten de pueblecillos sin trascendencia, de naciones de sainete, de republicuelas sin ciencia ni alcance, de ‘pueblos de piernas pobres’ [..]”. (JM: “La República Argentina en los Estados Unidos”, La Nación, Buenos Aires, 4 de diciembre de 1887, OCEC, t. 27, p. 32).
“[…] tengo el espíritu como mortal, por las serias noticias que ya salen a luz sobre el modo peligroso y altanero con que este país se propone tratar a los nuestros,―por los planes que veo que tienden, en lo privado y en lo público, para adelantar injustamente su poder en los pueblos españoles de América,―y por la declaración, ya casi oficial, de que intentan proponer a España la compra de Cuba. […] Porque lo doloroso es que veo de todas partes la agresión, y de ninguno la resistencia. Y aun me sorprende tener noticia de la amistad íntima de los mismos encargados de velar por nuestras tierras, con algunos de los más enérgicos en propagar, y en costear la propagación de las doctrinas que les son contrarias! La acometida va a ser muy vigorosa. Y no veo la defensa. Ni entre mis mismos cubanos la veo, y aun son ellos los que, llevados de un amor ciego a la libertad, se prestan a servir de instrumentos a los que solo saben desdeñarlos”. (JM: “Carta a Manuel Mercado”, [Nueva York] 19 de febrero [de 1889], CMM, pp. 294-295).
“No es lícito ocasionar trastornos en la política de un pueblo, que es el arte de su conservación y bienestar, con la hostilidad que proviene del sentimiento alarmado o de la antipatía de raza. Pero es lícito, es un deber, inquirir si la unión de un pueblo relativamente inerme con un vecino fuerte y desdeñoso, es útil para su conservación y bienestar”. (JM: Cuba y los Estados Unidos, “El Avisador Hispano-Americano”, Nueva York, Publishing Co., 46 Vesey Street, 1889, OC, t. 1, p. 231).
“El desdén del vecino formidable que no la conoce es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe”. (Nuestra América. Edición crítica, ob. cit., p. 49).
—“[…] los hombres que en el codeo desinteresado con la masa común y las estirpes cultas de los Estados Unidos advierten cómo es en todas ellas condición dominante el respeto de sus virtudes viriles, y el desdén de los que no las poseen […];—esos saben que hay un modo mejor, y único, de asegurar la ayuda y el respeto de los Estados Unidos, y la libertad local, que verían como propiedad suya desde que hubiera nacido de su concesión graciosa, en vez de nacer de nuestro esfuerzo.—Y este modo eficaz, demostrado en ocasiones solemnes y fraternales en la visita a un Estado de la Unión por revolucionarios francamente opuestos a la anexión imposible e innecesaria, es enseñarse ante los Estados con todo el coraje y toda la razón de hombres.—El hombre hecho, desestima al que no sabe hacerse. El pueblo que tiene fe en sí, desdeña al pueblo que no tiene fe en sí. Un pueblo que desdeña a otro, es amigo peligroso para el desdeñado”. (JM: “Carácter”, Patria, Nueva York, 30 de julio de 1892, no. 21, p. 2; OC, t. 2, p. 77).
“El desdén temible, y ciertamente peligroso, del Norte por nuestros pueblos, viene, más que de raza o agresión nativa, del desconocimiento en que está el Norte de nuestros sacrificios y méritos reales, así como la ciega y extemporánea afición a todo lo de Norteamérica, y la desconfianza de lo propio nuestro que suele acompañarla, viene del desconocimiento, total o poco menos entre los cubanos, de aquellas mismas pasiones, odios y rivalidades que en la guerra y primeros acomodos de los Estados Unidos, amenazaran, tenaces y sórdidos, la existencia de las trece colonias, como pudieran mañana amenazar la de nuestra república”. (JM: “La reunión de Filadelfia”, Patria, Nueva York, 10 de octubre de 1893, no. 81, p. 3).
“¡Lo mejor, para nosotros los cubanos, es mostrar que sabemos aprovechar la libertad extranjera en constituir, por el valor independiente de nuestro brazo, un pueblo culto y trabajador a las puertas mismas de los que nos desdeñan!” (JM: “La princesa Nicotina”, Patria, Nueva York, 28 de noviembre de 1893, no. 88, p. 3).
“Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar. Cuando se vive en un pueblo que por tradición nos desdeña y codicia, que en sus periódicos y libros nos befa y achica, que en la más justa de sus historias y en el más puro de sus hombres, nos tiene como a gente jojota y femenil, que de un bufido se va a venir a tierra; cuando se vive, y se ha de seguir viviendo, frente a frente a un país que, por sus lecturas tradicionales y erróneas, por el robo fácil de una buena parte de México, por su preocupación contra las razas mestizas, y por el carácter cesáreo y rapaz que en la conquista y el lujo ha ido criando, es de deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez que haya justicia u ocasión, a fin de irle mudando el pensamiento, y mover a respeto y cariño a los que no podremos contener ni desviar, si, aprovechando a tiempo lo poco que les queda en el alma de república, no nos les mostramos como somos”. (JM: “La protesta de Thomasville”, Patria, Nueva York, 27 de enero de 1894, no. 96, p. 3; OC, t. 3, p. 62).
“No: con todo el hervor posible y natural de la república en Cuba, el español bueno y útil tendrá menos que temer de la pasión de sus hijos que de la codicia y desdén de los norteamericanos”. (JM: “La Revolución”, Patria, Nueva York, 16 de marzo de 1894, no. 103, p. 2; OC, t. 3, p. 79).
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