AL GENERAL MÁXIMO GÓMEZ

New York, 12 de Febrero de 1897

General: hace dos o tres meses que le escribí mi primera carta[1] de recomendación para mi hijo, cuando pensábamos que la expedición de Roloff saldría muy pronto;[2] entonces creía yo que usted abrazaría a mi hijo muy pronto y esperé que su Panchito y mi Pepe se querrían como hermanos: Hoy sé que ya no tiene usted su hijo y sí una herida incurable en su alma. Mucho he llorado la muerte de su hijo, mi corazón de madre se estremeció de dolor, ante la muerte del niño infortunado que ante la del inmortal Maceo, y su dolor, General, lo sentía como mío.

     Mi hijo perdió a su padre en aquella adorada tierra que tanta sangre cuesta para rescatarla y su hijo allá también cayó. Ábrale el corazón y los brazos al hijo de Martí, téngalo siempre junto a usted en memoria del que perdió; él sabrá hacerse digno del cariño que el amigo de su desgraciado padre le demuestre, pues lo he enseñado desde pequeño a ser agradecido y usted se sentirá acompañado de un ser que no han manchado aún los hombres con sus torpezas. Mi hijo lleva un nombre que le es querido a todos los cubanos y en particular al noble corazón de Vd. En sus brazos lo pongo para que de él cuide, y si es recompensa la gratitud a un noble proceder, la mía para usted no tendrá igual. Creo que se acerca el momento de la partida de mi hijo y en la agonía de mi corazón no sé si le habré dicho cuanto deseo: Usted sabrá llevar sus desventuras con la noble resignación que es patrimonio de las almas fuertes que no abaten los infortunios; en el suyo le acompaño y me despido sintiéndome su amiga desde hoy S. S.

Carmen Zayas-Bazán, Vda. de Martí

[Archivo Nacional de Cuba. Archivo de Máximo Gómez, caja 32, no. 19].

Tomado de José Martí: documentos familiares, compilación y notas de Luis García Pascual, La Habana, Ediciones Abril, 2008, p. 275.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Véase la carta que Carmen Zayas-Bazán dirige al general Gómez desde Nueva York, el 14 de noviembre de 1896, José Martí: documentos familiares, ob. cit., p. 274.

[2] El 27 de febrero de 1897, parte de Brooklyn en la expedición del vapor Laureda, comandada por el general Carlos Roloff, para unirse al Ejército Libertador. Después de vencer múltiples contratiempos, el 21 de marzo arriban a las costas cubanas.