Antonio Maceo Grajales; El Titán de Bronce (1845-1896)

Patriota y militar cubano, “uno de los hombres más enteros y pujantes, más lúcidos y útiles, de Cuba”.[1] Nació en Santiago de Cuba, el 14 de junio de 1845, de padres nativos de la misma ciudad. Fue el mayor de los nueve hijos de su padre y de su madre, Marcos y Mariana, mulatos libres, quienes se habían unido desde 1843 y contrajeron matrimonio en 1851, al enviudar Marcos. Mariana era viuda desde 1838 y tenía cuatro hijos de su primer matrimonio.
Desde 1861 residió con su familia en la finca de Majaguabo, en San Luis, cerca de Santiago de Cuba, ciudad donde cursó las primeras letras y a la que acudía con frecuencia durante la adolescencia, por hacerse cargo de administrar las ventas de las cosechas de las varias fincas de la familia. Allí entró a formar parte de la Logia del Gran Oriente de Cuba, en la que se difundían las ideas liberales, se combatía la esclavitud y se propagandizaba el espíritu independentista.[2]
Se casó en 1866 con María Cabrales Isaac, con la que tuvo dos hijos que no sobrevivieron los cruentos rigores de la guerra.[3] Desde inicios de 1868 estaba vinculado a los conspiradores contra la dominación española en la ciudad de Santiago de Cuba, y se incorporó a la insurrección que había estallado dos días antes. Ese mismo día fue ascendido a sargento por el coraje desplegado en su primer combate. A los pocos días, ya era teniente, y a fines de año, capitán. Comandante en enero del año siguiente y teniente coronel en ese mismo mes. Su rápida carrera militar quedó detenida en marzo de 1871 cuando fue ascendido a coronel: los prejuicios racistas dentro del campo revolucionario demoraron su ascenso a los más altos grados militares.
Durante esos años se mantuvo en el Primer Cuerpo del Ejército cubano, que operaba en la región oriental, y estuvo a las órdenes, primero de Donato Mármol y luego del dominicano Máximo Gómez, el más brillante estratega de los patriotas cubanos, quien apreció sus notables dotes militares y lo convirtió en su segundo durante la campaña invasora sobre el territorio cafetalero de Guantánamo. Al ser destituido Gómez del mando, quedó provisionalmente al mando de la división, hasta que hizo entrega de esta al general Calixto García. Ascendido a general de brigada en junio de 1873, fue el jefe de la división que cubría los territorios de Santiago de Cuba y Guantánamo. En 1874 se unió a Gómez, entonces jefe de Camagüey, con un contingente de la infantería oriental para participar en la invasión del occidente de la Isla. Bajo la dirección de Gómez, se destacó en los grandes combates de El Naranjo, Mojacasabe y Las Guásimas, y estuvo al frente de las tropas villareñas, posición a la que tuvo que renunciar ante el localismo y el racismo de sus subordinados, para regresar a su puesto en Oriente, donde se mantuvo hasta el final de la Guerra de los Diez Años.
Mayor general en mayo de 1877, se opuso al fin de la contienda sin independencia y sin la abolición acordada en el Pacto del Zanjón y organizó la Protesta de Baraguá, lugar donde se entrevistó con el General en Jefe español, Arsenio Martínez Campos, para expresarle su rechazo a aquella paz. Desde entonces fue indiscutible su liderazgo político, a pesar de que el gobierno provisional allí formado tomara la decisión de enviarle fuera de Cuba en busca de apoyo, para así salvar su vida y luego acordar el cese de la contienda. Se estableció en Jamaica y dio su apoyo a la Guerra Chiquita, comenzada en 1879, a la que nunca pudo llegar a pesar de sus múltiples intentos.
Durante sus estancias en Haití y en República Dominicana, estableció relaciones con personalidades y políticos antillanos, con quienes compartió ideas acerca de lo necesario de la unidad de estos pueblos ante la dominación española en Cuba y Puerto Rico y el creciente interés norteamericano por la región. Vivió en Honduras, en cuyo ejército ocupó altas responsabilidades, hasta que en 1884 acompañó a Máximo Gómez en el intento insurreccional que impulsaron durante dos años sin lograr reanudar la batalla por la independencia. En 1882 respondió afirmativamente[4] a una invitación[5] de José Martí en nombre de la emigración de Nueva York para comenzar ese movimiento, y en 1884 ambos se conocieron en aquella ciudad, hasta que a los pocos días Martí se separó por considerar que en el plan de San Pedro Sula, más conocido como el Plan Gómez-Maceo, primaba el caudillismo.[6]
Se estableció en Colón, Panamá, y aceptó colaborar con los trabajos de la Comisión Ejecutiva Cubana de Nueva York, en cuyo nombre le escribió Martí.[7] Para ello viajó a Ecuador y Perú, aunque finalmente el proyecto no avanzó. Con el pretexto de vender las propiedades de su madre, logró permiso del gobierno español para viajar a Cuba, donde permaneció desde enero hasta agosto de 1890, cuando fue expulsado de la Isla, luego de organizar grupos de conspiradores y ser recibido en muchos lugares, incluida La Habana, como símbolo de la nación y de la independencia.
En 1891 se estableció en Costa Rica con un grupo de familiares y antiguos subordinados y fomentó un ingenio azucarero con apoyo del gobierno del país, a pesar de las protestas de España. Desde allí dio su concurso al plan insurreccional del Partido Revolucionario Cubano y recibió a Martí en junio y julio de 1893, y en junio del año siguiente, para ultimar los detalles de su incorporación al plan militar ideado por Máximo Gómez, quien había sido electo General en Jefe.[8] Ante su imposibilidad de organizar la expedición con el dinero ofrecido por Martí, y la decisión tomada por este de que el general Flor Crombet fuera su organizador, Maceo abordó el vapor que lo depositó en Cuba, el 1ro de abril de 1895, cerca de Baracoa, en el extremo oriental del país. De inmediato asumió el mando de los diversos grupos insurrectos en Oriente y dinamizó las acciones contra el ejército español.
El 5 de mayo de ese año se reunió con Martí y Gómez en el ingenio de La Mejorana donde se opuso al criterio de Martí —compartido por Gómez— acerca del gobierno que debía regir a los patriotas. Su opinión era formarlo bajo la conducción del General en Jefe y un grupo de jefes militares. El 13 de julio de ese año, en el combate de Peralejo, estuvo a punto de capturar al General en Jefe español, Arsenio Martínez Campos, y en octubre salió de los Mangos de Baraguá con el contingente oriental para la invasión a Occidente. Se reunió con Gómez en las Villas y juntos avanzaron llevando la guerra por todo el país hasta el extremo más occidental, a donde arribó el 22 de enero de 1896.
Desarrolló una cruenta e intensa campaña en Pinar del Río, donde enfrentó las tropas élites enemigas hasta que, llamado por Gómez para conferenciar acerca de las diferencias del mando militar con el Consejo de Gobierno, pasó a la provincia de La Habana, en la que murió en el combate de San Pedro, el 7 de diciembre de 1896. Su cadáver fue enterrado por sus soldados y, al terminar la dominación española, sus restos fueron trasladados al Cacahual, al sur de la capital cubana, donde reposan en un mausoleo. Fue siempre un firme defensor de la plena soberanía cubana, rechazó la injerencia de Estados Unidos en los asuntos cubanos y se proclamó defensor de las ideas liberales acerca del gobierno. En Patria, Nueva York, el 6 de octubre de 1893, Martí publicó el artículo “Antonio Maceo”, para enaltecer aún más la figura del héroe legendario, diciendo: —“Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo”.
De acuerdo con unos apuntes personales de Martí, en una “serie de estudios sobre Cuba”, a titularse “La batalla de las almas”, a la familia de los Maceo preveía consagrarle uno. (OC, t. 18, pp. 283-285).
Véanse los estudios de Cintio Vitier: “Maceo y Martí”, Universidad de La Habana, La Habana, enero-diciembre de 1996, no. 246, pp. 9-20 (Visión múltiple de Maceo, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1998); de Luis Toledo Sande: “Sobre la presencia de Antonio Maceo en el Diario de campaña de José Martí”, Universidad de La Habana, enero-diciembre de 1996 (Ensayos sencillos con José Martí, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2012, pp. 44-63); de Ibrahim Hidalgo Paz: “Martí y Maceo: divergencias y convergencias”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1996, no. 19, pp. 13-28; y de Caridad Atencio: “Utilidad y deleite: dos perfiles de próceres cubanos”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2010, no. 33, pp. 23-30.
Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2010, t. 17, pp. 416-418. (Texto modificado ligeramente por el E. del sitio web).[9]
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “Vd. es para mí—y lo digo a boca llena y a pluma continua—uno de los hombres más enteros y pujantes, más lúcidos y útiles, de Cuba. […] yo le digo que siento por Vd. cariño entrañable, íntimo; como si hubiera—¡créamelo o no!—nacido en su misma cuna; que lo defendería y mantendría, en caso necesario, con más brío que a mí mismo; que aborrezco, persigo y ahogo toda injusticia e intriga; que tendré acaso mi día más feliz, cuando en Oriente, único suelo digno de nosotros, cuando en suelo cubano, pueda Vd. decir, ante los hombres que no se han de desmontar: ‘Un hermano este’”. (JM: “Carta al general Antonio Maceo”, Nueva York, 20 de febrero de 1894, EJM, t. IV, p. 53).
[2] “Su palabra era sobria, sus expresiones concisas, sus juicios claros y terminantes, su trato, de ejemplar civilidad y finura, su conversación en voz baja, y hasta cuentan que así daba órdenes decisivas en momentos de expectación o sobresalto”. (Medardo Vitier: “Maceo”, Valoraciones I, Universidad Central de Las Villas, 1960, p. 314).
[3] Acerca de Antonio Maceo Maryatt, el único hijo reconocido por el general Antonio Maceo Grajales, nacido en Jamaica en 1881, véase el artículo de Mario Cremata Ferrán: “El hijo de Antonio Maceo”, Opus Habana, La Habana, 2005, no. 2, pp. 46-51.
[4] Antonio Maceo: “Carta a José Martí”, Puerto Cortés, 19 de noviembre de 1882, en Destinatario José Martí, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y preámbulo de Eusebio Leal Spengler, La Habana, Ediciones Abril, 2005, pp. 142-143.
[5] JM: “Carta a Antonio Maceo”, Nueva York, 20 de julio de 1882, OCEC, t. 17, pp. 323-325.
[6] Véanse, al respecto, las cartas de Martí al general Máximo Gómez, a Manuel Mercado y a Enrique Estrázulas, fechadas en Nueva York, el 20 de octubre y el 13 de noviembre de 1884, la primera y la segunda, y, presumiblemente, en la misma ciudad y en el mismo año, la tercera. (OCEC, tt. 17 y 15, pp. 384-387 y 393-396, y 266-267, respectivamente).
[7] JM: “Carta a Antonio Maceo”, Nueva York, 16 de diciembre de 1887, en Rafael Ramírez García: Martí—Maceo. Cartas cruzadas, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2003, pp. 29-37.
[8] Véase JM: “Carta al general Máximo Gómez”, Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, 13 de setiembre de 1892, Epistolario, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Plá; prólogo de Juan Marinello, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. III, pp. 207-210.
[9] Bibliografía:
- Emilio Roig de Leuchsenring: Revolución y república en Maceo, La Habana, 1945.
- Ramón Vasconcelos: “Cotidianas. El verdadero Maceo” (¿-?), en Gonzalo Cabrales: Epistolario de héroes, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1996, pp. 338-344.
- Papeles de Maceo. Edición del centenario del nacimiento del mayor general Antonio Maceo Grajales, La Habana, Academia de la Historia de Cuba, 1948.
- Medardo Vitier: “Maceo”, Valoraciones I, Universidad Central de Las Villas, 1960, pp. 310-319.
- José Antonio Portuondo: El pensamiento vivo de Maceo, La Habana, Lex, 1961.
- Raimundo Lazo Baryolo: “Acerca de Martí y Maceo”, Vida Universitaria, La Habana, no. 216-217, julio-diciembre de 1969, pp. 61-62.
- José Luciano Franco: Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida, La Habana, Instituto del Libro, 1973, 3 t.
- Raúl Aparicio: Hombradía de Antonio Maceo, La Habana, Ediciones UNEAC, 1974.
- Cintio Vitier: “Maceo y Martí”, Universidad de La Habana, La Habana, enero-diciembre de 1996, no. 246, pp. 9-20 (Visión múltiple de Maceo, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1998).
- Mirta Pernas Gómez: “De Martí a Maceo: semblanza de un héroe”, Universidad de La Habana, enero-diciembre de 1996.
- Luis Toledo Sande: “Sobre la presencia de Antonio Maceo en el Diario de campaña de José Martí”, Universidad de La Habana, enero-diciembre de 1996. (Ensayos sencillos con José Martí, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2012, pp. 44-63).
- Ibrahim Hidalgo Paz: “Martí y Maceo: divergencias y convergencias”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1996, no. 19, pp. 13-28.
- Antonio Maceo. Ideología política. Cartas y otros documentos, 2da edición, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1998.
- Israel Escalona Chádez: José Martí y Antonio Maceo: la pelea por la libertad (2004).
- Mario Cremata Ferrán: “El hijo de Antonio Maceo”, Opus Habana, La Habana, Oficina del Historiador de La Habana, 2005, no. 2, pp. 46-51.
- Caridad Atencio: “Utilidad y deleite: dos perfiles de próceres cubanos”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, CEM, 2010, no. 33, pp. 23-30.