Antonio Bachiller y Morales (1812-1889)
“Americanista, bibliógrafo, biógrafo, historiador, erudito eminente en todo”;[1] “el patriarca de la erudición cubana”.[2] Procedía de una familia ilustrada. Realizó sus primeros estudios en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio. En la Real y Pontificia Universidad, fue alumno de Lógica, Metafísica y Moral. Se graduó de Bachiller en Leyes en 1832.
Con la Memoria sobre la exportación del tabaco en rama mereció el primer premio de un concurso que había convocado la Sociedad Económica de Amigos del País, la que lo distinguió con la condición de Socio de Mérito, en 1835. Dos años después, obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico y en 1838 en Derecho Civil. En este mismo año, fue redactor de La Siempreviva, y defendió el romanticismo en una polémica sostenida con Ramón de Palma en El Álbum y el Diario de La Habana.
Colaboró en las principales publicaciones de la Isla, entre ellas: El Puntero Literario —que redactó con Domingo del Monte—, Diario de La Habana, Memorias (de la Real Sociedad Económica de Amigos del País), Repertorio de Conocimientos Útiles, El Faro Industrial, El Artista, Revista de La Habana, El Prisma, Cuba Literaria, El Estímulo, Revista de Jurisprudencia, Brisas de Cuba, Anales de Cuba, Revista Habanera, El Pueblo, La Idea, Revista de Cuba, Revista Cubana, La Familia, El Pensamiento, Diario de Matanzas, El Triunfo, El País, La Discusión, La Libertad, La Enciclopedia.
También en revistas extranjeras como El Siglo XIX y La Patria, de Ciudad de México; El Locomotor, de Veracruz; Diario del Comercio, de Río de Janeiro; Revista de España, de Indias y del Extranjero, de Madrid; Magazine of American History, The Scientific American, El Nuevo Mundo y La América Ilustrada, de Estados Unidos. Sus artículos sobre literatura italiana fueron traducidos y publicados en Il Messagiero Torinese.
Sus actividades intelectuales abarcaron un vasto ámbito de disciplinas:[3] agricultura, poesía, prosa narrativa, jurisprudencia, economía, periodismo, historia. Sobresalió como investigador histórico literario, campo en el que realizó una de sus obras más notables: Apuntes para la historia de las letras y la instrucción pública de la Isla de Cuba. En 1842 lo nombraron profesor de Derecho Natural y de Fundamentos de Religión en la Universidad de La Habana; después fue decano de la Facultad de Filosofía, y en 1863 ocupó la dirección del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana; fue conciliario de la Junta de Fomento, secretario de la Sociedad Económica de Amigos del País, director del Liceo Artístico y Literario. Desempeñó los cargos de secretario de la Caja de Ahorros, Descuentos y Depósitos, y fue síndico primero del Ayuntamiento de La Habana.
En 1869 emigró a Estados Unidos por tener ideas contrarias al colonialismo. Allí vivió durante diez años, y realizó trabajos de traducción. Figuró entre los opositores a la trata de esclavos, actitud que expuso en la memoria que redactó en relación con el proyecto de inmigración de aprendices africanos, la cual apareció en la Revista de Jurisprudencia.
Considerado uno de los más importantes ensayistas cubanos del siglo xix, entre sus múltiples obras se destacan Fábulas literarias y morales (1839), Discurso inaugural (1842), Antigüedades americanas (1845), La Habana en dos cuadros; o, la Seiba y el Templete (1845), Prontuario de agricultura general para el uso de los labradores y hacendados de la Isla de Cuba (1856), Elementos de la filosofía del derecho (1857),[4] Disquisición crítico-histórica sobre el aje y las batatas de Cuba (1882), Cuba: Monografía histórica que comprende desde la pérdida de La Habana hasta la restauración española (1883),[5] Cuba primitiva (1883), Los negros (¿1887?).
Bachiller sobresalió entre sus contemporáneos a escala continental debido al sostenido magisterio académico, bibliográfico y periodístico sobre el estado de las teorías y corrientes sociales y políticas y sus posibles influencias en las realidades económicas y sociales emergentes. Específicamente, fue precursor en Cuba respecto al estudio, socialización y debate de las ideas y escuelas socialistas entre finales de la década de 1830 y 1860. Como escritor utilizó alrededor de treinta seudónimos.[6]
Con motivo de su muerte, José Martí escribió para El Avisador Hispanoamericano, de Nueva York, un artículo titulado “Antonio Bachiller y Morales”,[7] que apareció el 24 de enero de 1889, y que fue impugnado indirectamente por Aurelio Mitjans en La Habana Elegante, el 3 de marzo de aquel año, con el seudónimo de “Un colaborador asiduo”.[8] El trabajo de Mitjans motivó una respuesta de Martí, en carta dirigida el 17 de marzo a Enrique Hernández Miyares, director de aquella publicación.[9]
Véase el estudio de Marlene Vázquez Pérez: “‘Antonio Bachiller y Morales’, de José Martí: ‘todo el hombre y todo el tiempo’”, que sirve de prólogo a la edición crítica publicada por el Centro de Estudios Martianos, 2012, pp. 7-21.
(Tomado de OCEC, t. 4, pp. 418-419).

Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Gastón Baquero: “Tres siglos de prosa en Cuba”, Una señal menuda sobre el pecho del astro. Ensayos, selección, prólogo y cronología de Remigio Ricardo Pavón, Holguín, Ediciones La Luz, 2014, p. 166.
[2] Medardo Vitier: Las ideas en Cuba (1938). La filosofía en Cuba (1948), palabras liminares de Cintio Vitier, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2002, p. 7.
[3] “Antonio Bachiller y Morales […] sobresale entre los primeros autores cubanos y de relevancia continental en indagar, escribir y pensar la sociedad inmediata en el contexto internacional de las corrientes sociales y políticas dominantes. Precursor en el estudio, socialización y actualización de las ideas y escuelas socialistas en Cuba entre finales de la década de 1830 y 1860. Director de la Cátedra de Economía Política de la Sociedad Patriótica y profesor de la correspondiente (1840) a la Universidad de La Habana y al Instituto de Segunda Enseñanza después de dieciséis años suspendida por falta de fondos en 1824. Según José Ignacio Rodríguez (1831-1907) fue en aquellas lecciones de Economía Política que Bachiller (desde el pensamiento liberal) los puso en conocimiento de las teorías y escuelas socialistas y comunistas del orbe. Teorías y autores también analizados desde su cátedra de ‘Elementos de la Filosofía del Derecho o Curso de Derecho Natural’”. (Jorge Luis Montesino Grandías: Socialismo de isla. Cuba: panorama de las ideas socialistas, 1818-1899, La Habana, Ediciones Bachiller, 2021, p. 25).
[4] Medardo Vitier lo consideraba un “libro importante”, aunque sin “muchas pretensiones. El autor está enterado de su asunto, pero le falta aliento para un trabajo extenso, fuerte”. (Las ideas en Cuba (1938). La filosofía en Cuba (1948), ob. cit., p. 129).
[5] El 27 de enero de 1886, en una carta a Néstor Ponce de León, yerno de Bachiller y Morales, previo a un viaje que este debía emprender a La Habana, Martí le sugería: “No olvide traerse Cuba primitiva en su refuerzo de libros”, además de agradecerle que saludara en su nombre “al Sr. Don Antonio”. En enero de 1889, le confiesa: “Tengo en mi cuarto C. Primitiva y la Información que mañana le mandaré a primera hora, y de muy mala gana por supuesto. Siento que no estén aquí”. [OCEC, tt. 23 y 31, pp. 175 y 225, respectivamente. (N. del E. del sitio web)].
[6] Jorge Luis Montesino Grandías (compilador): Un ideal en el horizonte. Cuba: panorama de las ideas socialistas (1838-1899), La Habana, Ediciones Bachiller, 2024, vol. 2, p. 10.
[7] JM: “Antonio Bachiller y Morales”, El Avisador Hispanoamericano, Nueva York, 24 de enero de 1889, OCEC, t. 31, pp. 71-86.
[8] “Un colaborador asiduo” (seudónimo de Aurelio Mitjans): “En la Antropológica”, La Habana Elegante, La Habana, 3 de marzo de 1889, año VII, no. 9, p. 4.
[9] “Réplica”, La Habana Elegante, La Habana, 31 de marzo de 1889, año VII, no. 13, p. 4; OCEC, t. 31, pp. 236-240.