MARTÍ Y LOS HERMANOS VALDÉS-DOMÍNGUEZ.
ACLARANDO DISTORSIONES
Es difícil, y más aún, verdaderamente penoso, el tema que voy a tratar, pero como atañe a la veracidad histórica de nuestro José Martí, estimo que debe enfocarse y divulgarse para evitar que se continúen repitiendo, como ha pasado a través de los años, una serie de datos irreales.
Eusebio Valdés-Domínguez y Quintanó nació en La Habana el 5 de marzo de 1846, y en ella murió el 14 de diciembre de 1887, siendo soltero. Su hermano Fermín vino al mundo en la capital de la Isla el 7 de julio de 1853, y falleció en la misma el 13 de junio de 1910. No dejó descendencia. Sus padres fueron José Mariano Domínguez y Salvajauregui, presbítero guatemalteco que ofició por años en La Habana, donde tuvo lugar su deceso el 6 de diciembre de 1878, a los 93 años de edad; y Mercedes Quintanó y Brenes, nacida en Camagüey el 19 de septiembre de 1815, y fallecida en La Habana el 2 de marzo de 1888, a los 74 años de edad. Debemos agregar que el citado presbítero, poco antes de morir, ordenó su testamento a favor de Eusebio, Fermín y Mercedes Quintanó, en el cual Martí firmó como testigo.
Hirán Dupotey y Fideaux, quien fuera un fervoroso y apasionado admirador de Fermín, escribió unas líneas sobre él, durante el mes de julio de 1973, en el cuaderno Patria que publica la Fragua Martiana, donde expresa: “En circunstancias especiales, raíz del trauma que afectó su delicado y sensitivo espíritu, nació Fermín Valdés Domínguez…”, refiriéndose, indudablemente, al hecho de haber sido hijo de un sacerdote.
El acucioso investigador Luis Felipe LeRoy y Gálvez, en su documentado libro A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes (La Habana, 1971), después de señalar cerca de una veintena de inexactitudes que aparecen en las obras publicadas por Fermín, y sus reediciones relacionadas con el triste suceso de los ocho inocentes estudiantes de Medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871, agregó: “Fermín Valdés-Domínguez no es autor a quien se le puede conceder mucho crédito de seriedad en materia histórica”.
Otras personalidades de la cultura cubana, refiriéndose al escrito de Fermín Ofrenda de hermano y su segunda edición, han dejado sus opiniones sobre el mencionado trabajo: M. Isidro Méndez, en el libro Martí, dijo: “El eminente patriota fió excesivamente en su memoria”;[1] razonamiento al que se unió Félix Lizaso, quien en José Martí, recuento del centenario, expresó: “No siempre lo que dijo se ajusta a lo que había dicho antes; incurrió en numerosas contradicciones”; [2] y Emilio Roig de Leuchsering, en Martí en España, le señala varios errores.[3] Hasta aquí los juicios sobre los escritos de Fermín por parte de destacados historiadores.
De acuerdo a mis investigaciones, todo parece indicar que Eusebio era el que más intimaba y se relacionaba con Martí,[4] pues durante la estancia de este en México, le dirigió una carta a Eusebio fechada el 16 de octubre de 1875 (OCEC, t. 4, p. 398; EJM, t. I, p. 44), de la que solo se conoce un fragmento, que tuve la suerte de encontrar en la Colección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, perteneciente al notable literato y maestro de Martí, Anselmo Suárez y Romero; así como también son conocidas las cariñosas líneas que, junto con un libro, le dirigió Eusebio desde La Habana el 27 de abril del siguiente año;[5] lo que demuestra que mantuvieron correspondencia durante la permanencia de Martí en México. También, en el año y 25 días que vivió Martí en La Habana, entre 1878 y 1879, es de suponer que estuvo un corto tiempo trabajando con Eusebio, ya que en la carta que desde La Habana le dirigió a su amigo mexicano Manuel A. Mercado, en octubre de 1878, vemos que Martí le notifica que escribe “sobre una mesa que está esperando pleito”, y después de darle la dirección de la casa en que vivía en el barrio habanero de El Cerro, le agrega que le conteste a Industria 122, porque “es más segura para la dirección de cartas”.[6] Como la mencionada dirección era en donde tenía Eusebio su bufete de abogado, cabe la posibilidad de afirmar, como apuntamos anteriormente, que Martí acompañó a Eusebio.
Notas:
[1] Manuel Isidro Méndez: Martí, La Habana, 1941, p. 262.
[2] Félix Lizaso: “José Martí”, Recuento del Centenario, La Habana, 1953, p. 58.
[3] Emilio Roig de Leuchsenring: Martí en España, La Habana, 1938, p. 94.
[4] Sin embargo, es necesario hacer notar la profunda estimación que Martí profesaba a su “Fermín amado” (EJM, t. IV, p. 157): “[…] Pero el amor entrañable que le tengo, porque desde la niñez amamos juntos la verdad y el dolor, porque aborrecemos con el mismo fuego la arrogancia y la codicia que dividen a los hombres, porque derramamos con la misma pasión la amistad que los calma y congrega, porque en la vida nublada perseguimos la misma estrella doliente y adorable, impone a mis labios el silencio en el instante en que desbordarían de ellos el entusiasmo y la ternura. Nos queremos, como de la misma raíz. Juntos gustamos por primera vez la lealtad de los amigos, que es la almohada cierta; y el amor, que suele irse en cieno o en espuma, o llevamos del brazo por la existencia, como un ángel de luz. Juntos descubrimos en nuestra naturaleza el fuego escondido de la cólera patria, que enseña y ordena, desde el sigilo del corazón, y nos juramos a la única esposa a quien se perdonan la ingratitud y el deshonor. Juntos vimos, en la desnudez de las cárceles, la poquedad que suele afear a los favorecidos de la vida, la grandeza que crece inculta, como con menos obstáculos, en la gente infeliz, y la sublimidad envidiable de la muerte por la redención del hombre y la independencia de la patria. Y juntos, probablemente, moriremos en el combate necesario para la conquista de la libertad, o en la pelea que con los justos y desdichados del mundo se ha de mantener contra los soberbios para asegurarla”. [JM: “Discurso en honor de Fermín Valdés-Domínguez” (Salón Jaeger’s, Nueva York, 24 de febrero de 1894), Patria, Nueva York, 2 de marzo de 1894, no. 101, p. 3; OC, t. 4, p. 325. (N. del E. del sitio web)].
[5] DJM, pp. 41-42.
[6] JM: “Carta a Manuel Mercado”, [La Habana, octubre de 1878], OCEC, t. 6, pp. 99-101.