DE BERNARDA TORO DE GÓMEZ

Familia Gómez Toro

Montecristi, junio 12 de 1895.

Señor José Martí.

Estimado amigo:

En mis manos su carta cariñosa

     No hay que decirle al hermano ausente la alegría de su casa cuando después de acompañarlo hasta la entrada del camino, y darle un adiós, para que vaya donde el deber lo llama, se sabe de él que va siempre erguido, siempre fuerte, venciendo obstáculos hasta llegar allí, al sacrificio hermoso. Ya comprenderá el hermano, como los hermanos nos dejó a cual primero, quieren leer la carta cariñosa.[1] También nosotros sabíamos que nuestros ruegos al Cielo, habían de ser oídos, que tantas almas como los acompañan, los librarían del peligro, y también los ayudarían a vencer. ¡Ay, Martí!, un hogar que queda como este, desolado y triste, por la ausencia del padre tierno y el esposo cariñoso, que sus hijos y su compañera, ayudan a armarlo para el sacrificio, y lo ven salir seguido de hermanos, hijos también de esta casa, y los que nos quedamos, quedamos heridos del corazón, con nuestras almas junto a Dios, rogándole [que] los salve y acepte nuestro sacrificio por sus vidas, ¿cómo no esperar [que] llegaran salvos, habiendo vencido un gran peligro? Y cómo no esperar también que vuelvan vencedores a su casa, a descansar de los trabajos del mundo, rodeados de sus hijos, y de sus hermanos: yo espero en Dios que todos los que salieron de aquí, vuelvan a abrazarnos. Me consuela mucho que Vd. haya ido junto con Máximo, porque Vd. es el hijo, y es el hermano que tiene que darnos cuenta de él; Vd. es el hijo que ha ido para cuidarlo, para que no le falte el cariño de nosotros, a Vd. solo confiamos tan grande encargo.[2]

     Aquí siempre lo tenemos entre nosotros —Margarita[3] cuando sale siempre se acuerda de Vd.— Andrés, Bernardo y Urbano[4] lo siguen con sus almas tiernas.

     Clemencia dice [que] no le diga nada de ella porque Vd. la comprende, y es ella la que me escribe, pues no estoy bien de la cabeza.

     Por todo el mundo tiene mucho nombre la Revolución, muy potente, se dice, y muchas esperanzas. Hemos llorado, y hemos gozado al ver en Patria su carta que Vd. dirigió a Gonzalo ;[5] está Vd. pasando lo que yo pasé. Se publicó que Vd. había muerto, y Máximo herido… no lo creímos, pero no dejó de entristecernos, pero ya sabe que no es cierto, por personas de allá mismo. A todos los demás hermanos el cariño de su casa, que a Vd. toca repartirlo entre todos, y cuídeme a mi Máximo; cuenta con mi verdadero afecto,

Bernarda Toro de Gómez

Archivo Nacional. Fondo: Archivo Máximo Gómez. Legajo 15, no. 4. Según el compilador, copiada alrededor de los años 1970-1975. Ahora no se ha localizado el original.

Tomado de Destinatario José Martí, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual; preámbulo de Eusebio Leal Spengler, La Habana, Ediciones Abril, 2005, pp. 484-485.[6]

Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] En Patria, escribía Martí: “Su casa es lo que hay que ver, cuando él no está, y baja a la puerta, cansado del viaje, el mensajero que va tal vez a hablar del modo de dejar pronto sin su sostén a la mujer y sin padre a los hijos. El júbilo ilumina todos aquellos rostros. Cada cual quiere servir primero, y servir más. ‘Manana’ generosa, la compañera de la guerra, saluda, como a un hermano, al desconocido. Un fuego como de amor, como de la patria cautiva y rebelde, brilla en los ojos pudorosos de la hija Clemencia. Se aprietan al visitante los tres hijos mayores: uno le sirve de guía, otro de báculo, el otro se le cose a la mano libre. Cuanto hay en la casa se le ha de dar al que llega. ‘¡Ay, Cuba del alma!’ ‘¿Y será verdad esta vez?: ¡porque en esta casa no vivimos hasta que no sea verdad!’ ‘Y yo que me tendré que quedar haciendo las veces de mi padre!’ dice con la mirada húmeda Francisco, el mayor. Máximo, pálido, escucha en silencio: él se ha leído toda la vida de Bolívar, todos los volúmenes de su padre; él, de catorce años, prefiere a todas las lecturas el Quijote, porque le parece que ‘es el libro donde se han defendido mejor los derechos del hombre pobre’. Urbano, leal, anhela órdenes. Aquella misma tarde han recibido todos cartas del padre amante. ‘Él anduvo treinta y seis leguas para traer a Clemencia de Santiago, y salió ayer para La Reforma, que está a veinte; pero nos dijo que le pusiéramos un propio, que él vendría enseguida’. Allí mismo, como para un amigo de toda la vida, se prepara el viaje del mensajero testarudo, que quiere ir a saludar junto a su arado al viejo augusto que cría a su casa en la pasión de un pueblo infeliz. Manana le da de beber, y le echa luz el rostro de piedad, bajo la corona de sus canas juveniles… ¡Santa casa de abnegación, a donde no llega ninguna de las envidias y cobardías que perturban el mundo!” [“El General Gómez”, Patria, Nueva York, no. 76, agosto 26 de 1893, p. 2. (N. del E. del sitio web)].

[2] “A Papá cuídemelo, Vd. es responsable si a él le falta cariño, V. el hermano mayor de nosotros”. (Clemencia Gómez Toro: “Carta a José Martí”, [Montecristi, 12 de junio de 1895], DJM, p. 486).

“¡Cómo lo sentimos aquí! De esta familia, que es suya, y de esta casa no se han ido los que en el corazón nos dejaron su corazón. // […] Escribo en la misma mesa y en el mismo cuarto. ¡Maestro, usted vive aquí!” (Francisco Gómez Toro: “Carta a José Martí”, Montecristi, 15 de junio de 1895, DJM, p. 486).

[3] Margarita Gómez Izaguirre.

[4] Andrés, Bernardo, Urbano y Clemencia, hijos del matrimonio Gómez-Toro.

[5] Véanse las cartas de Martí a Gonzalo de Quesada y Benjamín J. Guerra, fechada una, [cerca de Baracoa] el 15 [16] de abril [de 1895] y, la otra, en Filipinas, jurisdicción de Guantánamo, el 30 de abril de 1895, EJM, t. V, pp. 160-165 y 200-204, respectivamente. (Estas cartas fueron publicadas por primera vez, fragmentariamente, en Patria, Nueva York, el 13 y el 23 de mayo de 1895, nos. 161 y 163, pp. 1-2 y 2, respectivamente. Con más probabilidad, aunque sin seguridad absoluta, pudiera tratarse de la primera carta).

[6] Todas las notas corresponden al E. del sitio web.