Creciente de Valmaseda. Ante el incremento de las operaciones militares insurrectas en Las Villas, Camagüey y Oriente, el segundo cabo de la Isla, Blas de Villate y de las Heras, conde de Valmaseda, dictó el 4 de abril de 1869 una proclama en la cual amenazaba con el exterminio total a cuantos enemigos de España se negasen a deponer las armas en un plazo de treinta días. La proclama, que dio inicio a una brutal campaña militar conocida como la Creciente de Valmaseda, estipulaba que “Todo hombre desde la edad de quince años que se encuentre fuera de su finca, como no acredite un motivo justificado para haberlo hecho, será pasado por las armas. Todo caserío que no esté habitado será incendiado por las tropas. Todo caserío donde no ondee un lienzo blanco, en forma de bandera, para acreditar que sus dueños deseaban la paz, será reducido a cenizas. Las mujeres que no estén en sus respectivas casas o viviendas o en casa de sus parientes serán reconcentradas en los pueblos de Jiguaní o Bayamo”.

     Al mismo tiempo, Valmaseda intentó sobornar a los principales jefes insurrectos, quienes rechazaron con indignación sus proposiciones. La guerra de exterminio, en realidad, fue practicada en Cuba desde el comienzo de la insurrección, contra la cual el capitán general, Francisco de Lersundi, dispuso medidas que incluían el asesinato de los prisioneros, el saqueo y el incendio de las regiones sublevadas. Las operaciones militares de Valmaseda comenzaron por Manzanillo y Bayamo, se extendieron hacia Jiguaní y Santiago de Cuba, y avanzaron hacia Holguín y Las Tunas, regiones donde la insurrección pasó a la defensiva y fue debilitada.

(Tomado de OCEC, t. 1, pp. 295-296).

Véase Abreviaturas y siglas